Mae, en serio, hablemos de un tema que saca canas verdes cada vez que uno va al súper, al mall o a hacer un mandado: los benditos parqueos preferenciales. Ahora que se viene el Día de la Madre, la Policía de Tránsito ya salió a dar el manotazo en la mesa, y con toda la razón del mundo. Porque, seamos honestos, la probabilidad de ver un carrazo último modelo, sin un solo distintivo, ocupando el campo azul que le pertenece a alguien que de verdad lo necesita, aumenta exponencialmente en fechas festivas. Es casi una tradición tica, y ¡qué torta de tradición! No es viveza, no es ser “avispa”, es una falta de empatía monumental que ya cansa.
Y aquí es donde la vara se pone más personal. Uno piensa en la señora recién operada que va a la farmacia, en el señor de 80 años que apenas puede caminar del carro a la entrada del banco, o en la muchacha con siete meses de embarazo que anda buscando las últimas cosas para el bebé. Para ellos, esos cinco o diez metros de más no son un capricho, son un mundo de diferencia. Pueden significar poder hacer el mandado o tener que devolverse para la casa. Mientras tanto, el que se jaló la torta de parquear ahí, probablemente lo hizo “solo por un momentito” para no caminar bajo el sol. ¡Qué salado el que sí lo necesitaba! Salado y, con toda razón, molesto por una conveniencia ajena que pisotea su derecho.
El subdirector de Tránsito, Martín Sánchez Agüero, lo dijo clarito: el llamado de atención no es solo para el que maneja. Diay, la multa de 26 mil colones parece que a muchos les resbala. El verdadero problema es de cultura. Y por eso, el jalón de orejas también va para los comercios. ¿Cuántas veces no hemos visto a los guardas de seguridad hacerse de la vista gorda? Tienen la obligación de velar por el buen uso de esos espacios. No se trata de ponerse a pelear, pero un simple reporte o un recordatorio amable podría cambiar la dinámica. Es que la responsabilidad es compartida; si el conductor es un egoísta y el comercio es indiferente, la persona con discapacidad o el adulto mayor siempre va a llevar las de perder.
Lo más irónico es que las reglas son súper claras. No hay dónde perderse. Si usted tiene más de 65 años (así esté más saludable que un güila de 15), si está embarazada o si tiene alguna condición de discapacidad, ese espacio es suyo, sea usted el que maneja o el acompañante. Punto. No hay letra pequeña. El problema no es de desconocimiento, es de simple y pura conveniencia. Es esa mentalidad de “mientras nadie me vea” que tanto daño nos hace como sociedad. Es pensar que mi comodidad de cinco minutos vale más que la necesidad y el derecho de otra persona durante todo su día. Y eso, maes, es lo que de verdad tenemos que empezar a cambiar, más allá del miedo a una multa.
Así que, la próxima vez que anden en la calle, sobre todo en estos días de carreras por el regalo de mamá, y vean ese campito azul tentadoramente vacío, piénsenlo dos veces. No es solo un espacio pintado, es un acto de respeto básico. Es ponernos en los zapatos del otro, aunque sea por un instante. La pregunta para el foro queda abierta y es seria: Más allá de subir el monto de la multa, que parece no ser suficiente, ¿qué creen ustedes que se podría hacer para que la gente finalmente entienda? ¿Campañas de shock? ¿Exponer a los infractores en redes? ¿O será que esta es una de esas batallas culturales que, lamentablemente, ya damos por perdida en Costa Rica?
Y aquí es donde la vara se pone más personal. Uno piensa en la señora recién operada que va a la farmacia, en el señor de 80 años que apenas puede caminar del carro a la entrada del banco, o en la muchacha con siete meses de embarazo que anda buscando las últimas cosas para el bebé. Para ellos, esos cinco o diez metros de más no son un capricho, son un mundo de diferencia. Pueden significar poder hacer el mandado o tener que devolverse para la casa. Mientras tanto, el que se jaló la torta de parquear ahí, probablemente lo hizo “solo por un momentito” para no caminar bajo el sol. ¡Qué salado el que sí lo necesitaba! Salado y, con toda razón, molesto por una conveniencia ajena que pisotea su derecho.
El subdirector de Tránsito, Martín Sánchez Agüero, lo dijo clarito: el llamado de atención no es solo para el que maneja. Diay, la multa de 26 mil colones parece que a muchos les resbala. El verdadero problema es de cultura. Y por eso, el jalón de orejas también va para los comercios. ¿Cuántas veces no hemos visto a los guardas de seguridad hacerse de la vista gorda? Tienen la obligación de velar por el buen uso de esos espacios. No se trata de ponerse a pelear, pero un simple reporte o un recordatorio amable podría cambiar la dinámica. Es que la responsabilidad es compartida; si el conductor es un egoísta y el comercio es indiferente, la persona con discapacidad o el adulto mayor siempre va a llevar las de perder.
Lo más irónico es que las reglas son súper claras. No hay dónde perderse. Si usted tiene más de 65 años (así esté más saludable que un güila de 15), si está embarazada o si tiene alguna condición de discapacidad, ese espacio es suyo, sea usted el que maneja o el acompañante. Punto. No hay letra pequeña. El problema no es de desconocimiento, es de simple y pura conveniencia. Es esa mentalidad de “mientras nadie me vea” que tanto daño nos hace como sociedad. Es pensar que mi comodidad de cinco minutos vale más que la necesidad y el derecho de otra persona durante todo su día. Y eso, maes, es lo que de verdad tenemos que empezar a cambiar, más allá del miedo a una multa.
Así que, la próxima vez que anden en la calle, sobre todo en estos días de carreras por el regalo de mamá, y vean ese campito azul tentadoramente vacío, piénsenlo dos veces. No es solo un espacio pintado, es un acto de respeto básico. Es ponernos en los zapatos del otro, aunque sea por un instante. La pregunta para el foro queda abierta y es seria: Más allá de subir el monto de la multa, que parece no ser suficiente, ¿qué creen ustedes que se podría hacer para que la gente finalmente entienda? ¿Campañas de shock? ¿Exponer a los infractores en redes? ¿O será que esta es una de esas batallas culturales que, lamentablemente, ya damos por perdida en Costa Rica?