¡Ay, Dios mío! Resulta que echarle duro a alguien en la calle, así nomás por jalonería o porque te pico’n el orgullo, puede costarte caro, muy caro. El Ministerio Público nos puso las cartas sobre la mesa: las peleas callejeras no son juegos ni ‘cositas pa’ pasar el rato’, sino delitos que pueden llevarte directo a la tapia por hasta seis años. Quién lo diría, ¿verdad?
El fiscal Ángelo Cerdas, quien anda moviéndose como loco en la Fiscalía Adjunta de San José, nos aclaró la onda en el programa Voces MP. Según él, la gravedad de la cosa depende del daño que le causes al pobre diablo con quien te estés agarrando a topez. No es lo mismo un empujoncito que dejarlo tirado con un ojo morao’ o una cicatriz que lo acompañará toda la vida, mae.
Aquí en Costa Rica, el Código Penal tiene claro esto: las lesiones leves tienen sus sanciones, pero si le causas una herida fea, una cicatriz que no se va, ¡prepárate! Porque ahí la cosa se complica y puedes estar contando los días detrás de los barrotes. Imagínate, eh, eso no es broma. Mejor platicar que andar lanzando ostias, que digame.
Pero la cosa no termina ahí, chunche. Si le arrancas un órgano, le pones ciego, o le causas alguna secuela permanente, ¡bam!, entras en terreno de lesiones gravísimas. Y esas, pues digamos que las penas son más 'brutas'. Y olvidémonos de ir pensando que te vas a salvar diciendo que estabas medio descontrolao’ por el aguardiente… ¡ni hablar!
Cerdas fue clarito: estar pedoteao’ no es excusa válida. “Estar ebrio no lo libra de una condena,” recalcó. Así que ya saben, el guaro no te da superpoderes para irte encima de la gente, ¡más bien te mete en problemas! Mejor beber con responsabilidad, amigos, que luego se arrepienten y no hay vuelta atrás. Además, ¿para qué querrías acabar en el periódico por hacer el ridículo?
Y atenciónenla, porque esto se pone interesante: incluso si no llegas a darle un trompo, pero le lanzas un objeto –una piedra, un palo, una botella– con la intención de lastimarlo, ya estás metido en canoa. La ley lo considera agresión con arma, ¡sí señor! La intención de hacer daño basta para que te caiga la ley encima. Más vale prevenir que lamentar, dicen por ahí.
Ahora, si la cosa llega a lo peor y alguien sale perdiendo la vida en medio de una pelea, aunque no hayas querido matarlo directamente, la ley sigue contemplando el delito de homicidio preterintencional. Eso, claro, conlleva penas de uno a tres años. Pero si se demuestra que querías quitarle la vida al mae, ¡aguántate! Ahí sí hablamos de tentativa de homicidio o, peor aún, homicidio consumado, con castigos que te dejan helao’. Diay, cómo se complican las cosas, ¿no creen?
Entonces, dime, compañero... considerando estas verdades como puños, ¿crees que las autoridades deberían endurecer aún más las leyes contra las peleas callejeras, o la clave está en fortalecer programas de prevención y educación sobre la resolución pacífica de conflictos? ¿Cuál creés que sería el camino más efectivo para mantener nuestras calles seguras y evitar que estos altercados terminen en tragedias?
El fiscal Ángelo Cerdas, quien anda moviéndose como loco en la Fiscalía Adjunta de San José, nos aclaró la onda en el programa Voces MP. Según él, la gravedad de la cosa depende del daño que le causes al pobre diablo con quien te estés agarrando a topez. No es lo mismo un empujoncito que dejarlo tirado con un ojo morao’ o una cicatriz que lo acompañará toda la vida, mae.
Aquí en Costa Rica, el Código Penal tiene claro esto: las lesiones leves tienen sus sanciones, pero si le causas una herida fea, una cicatriz que no se va, ¡prepárate! Porque ahí la cosa se complica y puedes estar contando los días detrás de los barrotes. Imagínate, eh, eso no es broma. Mejor platicar que andar lanzando ostias, que digame.
Pero la cosa no termina ahí, chunche. Si le arrancas un órgano, le pones ciego, o le causas alguna secuela permanente, ¡bam!, entras en terreno de lesiones gravísimas. Y esas, pues digamos que las penas son más 'brutas'. Y olvidémonos de ir pensando que te vas a salvar diciendo que estabas medio descontrolao’ por el aguardiente… ¡ni hablar!
Cerdas fue clarito: estar pedoteao’ no es excusa válida. “Estar ebrio no lo libra de una condena,” recalcó. Así que ya saben, el guaro no te da superpoderes para irte encima de la gente, ¡más bien te mete en problemas! Mejor beber con responsabilidad, amigos, que luego se arrepienten y no hay vuelta atrás. Además, ¿para qué querrías acabar en el periódico por hacer el ridículo?
Y atenciónenla, porque esto se pone interesante: incluso si no llegas a darle un trompo, pero le lanzas un objeto –una piedra, un palo, una botella– con la intención de lastimarlo, ya estás metido en canoa. La ley lo considera agresión con arma, ¡sí señor! La intención de hacer daño basta para que te caiga la ley encima. Más vale prevenir que lamentar, dicen por ahí.
Ahora, si la cosa llega a lo peor y alguien sale perdiendo la vida en medio de una pelea, aunque no hayas querido matarlo directamente, la ley sigue contemplando el delito de homicidio preterintencional. Eso, claro, conlleva penas de uno a tres años. Pero si se demuestra que querías quitarle la vida al mae, ¡aguántate! Ahí sí hablamos de tentativa de homicidio o, peor aún, homicidio consumado, con castigos que te dejan helao’. Diay, cómo se complican las cosas, ¿no creen?
Entonces, dime, compañero... considerando estas verdades como puños, ¿crees que las autoridades deberían endurecer aún más las leyes contra las peleas callejeras, o la clave está en fortalecer programas de prevención y educación sobre la resolución pacífica de conflictos? ¿Cuál creés que sería el camino más efectivo para mantener nuestras calles seguras y evitar que estos altercados terminen en tragedias?
