¡Ay, Dios mío! El Volcán Poás otra vez haciendo de las suyas. Este sábado por la noche, a las 10:34 pm, nos sacudió con una erupción bien potente que mandó una columna de ceniza hasta los 400 metros sobre el cráter. Parece que el viejito está de humor inestable, y nosotros acá, pegaditos a la radio y al Ovsicori, esperando ver qué onda.
Según informan desde el Observatorio Vulcanológico y Sismológico (Ovsicori), la cosa fue rápida, unos cinco minutos de pura acción, lanzando rocas calientes – dicen que 'balísticos proximales' – cerca del cráter. Lo bueno es que, aparentemente, la ausencia de viento ayudó a que la columna se mantuviera en alto, como una fogonazo vertical. Pero, vamos, ¡qué susto!
Y esto no es novedad, ¿eh? El Poás lleva rato dando señales de que no está precisamente tranquilo. El 23 de octubre ya tuvimos una, con una columna de ceniza que llegó a los 40 metros sobre el cráter, acompañada de vapor, gases y toda la chimba. Y dos días antes, ¡otra más!, con bloques incandescentes volando a unos 100 metros. Parece que este volcán está buscando echarle salsa a nuestra vida cotidiana.
Los expertos, incluyendo al Dr. Maarten de Moor, nos explican que estas explosiones son producto del calor del magma mezclándose con el agua que hay debajo de la superficie. Crea una expansión repentina de vapor y lanza pedazos de roca, sin que necesariamente tenga que haber lava fluyendo, claro. Es como si el Poás estuviera tosiendo bolas de fuego, diay...
A pesar de todo este show pirotécnico, el Parque Nacional Poás sigue abierto al público. Sí, así es, como para no aprovechar la vista. Supongo que están cruzando los dedos para que el coloso se calme un poco, aunque a estas alturas, conociéndolo, uno ya sabe que siempre le gusta sorprender. Imaginen estar ahí arriba disfrutando del paisaje y de repente… ¡pum! Un ataque de ceniza. ¡Qué vareta!
El Ovsicori, con toda razón, mantiene al Poás bajo vigilancia constante, con un nivel de advertencia. Esto significa que están atentos a cualquier cambio en su comportamiento, listos para avisarnos si la situación empeora. Uno agradece que haya gente pendiente de estos temas, porque, seamos honestos, nadie quiere que nos llueva ceniza encima, ni que tengamos que evacuar el país por culpa de un volcán enfadado. Ya tenemos suficientes problemas, ¿verdad?
Y hablando de volcanes activos, recordemos también la actividad del Rincón de la Vieja, que ha estado más calladito últimamente. Al parecer, la baja desgasificación y un conducto prácticamente sellado están explicando sus recientes erupciones. Mientras tanto, el Poás se lleva todos los reflectores. Es como si estuviera diciendo: ‘Mirenme a mí, yo soy el que da espectáculo’.
Con todo este panorama, uno no puede evitar preguntarse: ¿Hasta dónde va a aguantar el Poás antes de darnos otro susto mayor? ¿Estamos preparados para afrontar escenarios aún más complicados? ¿Creen que deberíamos empezar a considerar seriamente planes de evacuación más amplios para las zonas cercanas al volcán, o simplemente estamos siendo alarmistas? Digan lo que digan, ¡el Poás nos tiene a todos pendientes!”,
Según informan desde el Observatorio Vulcanológico y Sismológico (Ovsicori), la cosa fue rápida, unos cinco minutos de pura acción, lanzando rocas calientes – dicen que 'balísticos proximales' – cerca del cráter. Lo bueno es que, aparentemente, la ausencia de viento ayudó a que la columna se mantuviera en alto, como una fogonazo vertical. Pero, vamos, ¡qué susto!
Y esto no es novedad, ¿eh? El Poás lleva rato dando señales de que no está precisamente tranquilo. El 23 de octubre ya tuvimos una, con una columna de ceniza que llegó a los 40 metros sobre el cráter, acompañada de vapor, gases y toda la chimba. Y dos días antes, ¡otra más!, con bloques incandescentes volando a unos 100 metros. Parece que este volcán está buscando echarle salsa a nuestra vida cotidiana.
Los expertos, incluyendo al Dr. Maarten de Moor, nos explican que estas explosiones son producto del calor del magma mezclándose con el agua que hay debajo de la superficie. Crea una expansión repentina de vapor y lanza pedazos de roca, sin que necesariamente tenga que haber lava fluyendo, claro. Es como si el Poás estuviera tosiendo bolas de fuego, diay...
A pesar de todo este show pirotécnico, el Parque Nacional Poás sigue abierto al público. Sí, así es, como para no aprovechar la vista. Supongo que están cruzando los dedos para que el coloso se calme un poco, aunque a estas alturas, conociéndolo, uno ya sabe que siempre le gusta sorprender. Imaginen estar ahí arriba disfrutando del paisaje y de repente… ¡pum! Un ataque de ceniza. ¡Qué vareta!
El Ovsicori, con toda razón, mantiene al Poás bajo vigilancia constante, con un nivel de advertencia. Esto significa que están atentos a cualquier cambio en su comportamiento, listos para avisarnos si la situación empeora. Uno agradece que haya gente pendiente de estos temas, porque, seamos honestos, nadie quiere que nos llueva ceniza encima, ni que tengamos que evacuar el país por culpa de un volcán enfadado. Ya tenemos suficientes problemas, ¿verdad?
Y hablando de volcanes activos, recordemos también la actividad del Rincón de la Vieja, que ha estado más calladito últimamente. Al parecer, la baja desgasificación y un conducto prácticamente sellado están explicando sus recientes erupciones. Mientras tanto, el Poás se lleva todos los reflectores. Es como si estuviera diciendo: ‘Mirenme a mí, yo soy el que da espectáculo’.
Con todo este panorama, uno no puede evitar preguntarse: ¿Hasta dónde va a aguantar el Poás antes de darnos otro susto mayor? ¿Estamos preparados para afrontar escenarios aún más complicados? ¿Creen que deberíamos empezar a considerar seriamente planes de evacuación más amplios para las zonas cercanas al volcán, o simplemente estamos siendo alarmistas? Digan lo que digan, ¡el Poás nos tiene a todos pendientes!”,