¡Aguántense!, porque hoy le damos una vuelta al tema del Poder Judicial cumpliendo casi dos siglos de vida. Celebraron su aniversario número 199 con pompa y circunstancia, pero entre tanto discurso elegante y oropel, la realidad es que nos dejaron con más preguntas que respuestas. El presidente de la Corte, Don Orlando Aguirre Gómez, pintó un panorama… digamos, complicado.
La verdad, parece que el brete del Poder Judicial es más grande que nunca. Entre limitaciones presupuestarias que los tienen más apurados que gato en tejado y un auge del crimen organizado que no da tregua, la necesidad de cambio es urgente. Nos prometen transformaciones digitales y una justicia más humana, pero la pregunta que queda flotando es: ¿con qué herramientas van a lograrlo si ni siquiera les alcanza pa’ comprar papel?
Durante el acto solemne, Aguirre Gómez recalcó la importancia de recuperar la confianza ciudadana, pues eso sí es honrar la historia. Pero, diay, ¿cómo vamos a confiar en un sistema que se ahoga en papeleo y burocracia? El magistrado fue claro: fortalecer la justicia implica enfrentarla con firmeza contra la impunidad y dotarla de los recursos necesarios. Eso suena lindo, pero en el día a día, la gente sigue esperando meses, incluso años, por una simple cita. ¡Qué torta!
Vamos a ver, si bien el plan a futuro contempla tres ejes estratégicos: consolidar una gobernanza judicial transparente (suena bien, pero hay que verlo en la práctica), acelerar la modernización digital (crucemos los dedos para que no termine siendo otro proyecto medio terminado) y centrarse en la persona usuaria (esperemos que esto signifique trámites más ágiles y menos requisitos absurdos). Pero, ¿son suficientes estas medidas para transformar radicalmente el sistema?
Uno no quiere ser aguafiestas, pero la experiencia nos ha enseñado que los anuncios de mejoras suelen quedarse en buenas intenciones. Recordamos otras iniciativas de modernización que terminaron siendo un fiasco, dejando atrás montañas de documentos físicos y procesos lentísimos. La transparencia es clave, pero también lo es la voluntad política y el respaldo financiero adecuado. Si no hay los billetes, cualquier plan se va al traste.
Ahora bien, hablemos de los desafíos económicos. Según fuentes internas, el presupuesto actual es insuficiente para cubrir las necesidades básicas del Poder Judicial, incluyendo la contratación de personal capacitado, la actualización de equipos informáticos y la realización de obras de infraestructura necesarias. Y para colmo, la coyuntura económica mundial no ayuda precisamente. Este Chunche es serio, mae.
No podemos olvidar tampoco la creciente presión del crimen organizado, que busca socavar la integridad del sistema judicial mediante la corrupción y la intimidación. Combatir este flagelo requiere una estrategia integral que involucre a todas las instituciones del Estado, pero especialmente, un Poder Judicial independiente y fortalecido. La solidez de nuestra democracia depende de ello. Es un brete enorme, sin duda alguna.
En fin, el Poder Judicial ha recorrido un largo camino en estos 199 años, pero aún le falta mucho por recorrer. Se necesita una renovación profunda que vaya más allá de los discursos y las promesas. Ya basta de rodeos. ¿Ustedes creen que el Poder Judicial realmente tiene la capacidad de reinventarse y ofrecer una justicia más rápida, eficiente y accesible para todos los costarricenses, o estamos condenados a repetir la misma película una y otra vez?
La verdad, parece que el brete del Poder Judicial es más grande que nunca. Entre limitaciones presupuestarias que los tienen más apurados que gato en tejado y un auge del crimen organizado que no da tregua, la necesidad de cambio es urgente. Nos prometen transformaciones digitales y una justicia más humana, pero la pregunta que queda flotando es: ¿con qué herramientas van a lograrlo si ni siquiera les alcanza pa’ comprar papel?
Durante el acto solemne, Aguirre Gómez recalcó la importancia de recuperar la confianza ciudadana, pues eso sí es honrar la historia. Pero, diay, ¿cómo vamos a confiar en un sistema que se ahoga en papeleo y burocracia? El magistrado fue claro: fortalecer la justicia implica enfrentarla con firmeza contra la impunidad y dotarla de los recursos necesarios. Eso suena lindo, pero en el día a día, la gente sigue esperando meses, incluso años, por una simple cita. ¡Qué torta!
Vamos a ver, si bien el plan a futuro contempla tres ejes estratégicos: consolidar una gobernanza judicial transparente (suena bien, pero hay que verlo en la práctica), acelerar la modernización digital (crucemos los dedos para que no termine siendo otro proyecto medio terminado) y centrarse en la persona usuaria (esperemos que esto signifique trámites más ágiles y menos requisitos absurdos). Pero, ¿son suficientes estas medidas para transformar radicalmente el sistema?
Uno no quiere ser aguafiestas, pero la experiencia nos ha enseñado que los anuncios de mejoras suelen quedarse en buenas intenciones. Recordamos otras iniciativas de modernización que terminaron siendo un fiasco, dejando atrás montañas de documentos físicos y procesos lentísimos. La transparencia es clave, pero también lo es la voluntad política y el respaldo financiero adecuado. Si no hay los billetes, cualquier plan se va al traste.
Ahora bien, hablemos de los desafíos económicos. Según fuentes internas, el presupuesto actual es insuficiente para cubrir las necesidades básicas del Poder Judicial, incluyendo la contratación de personal capacitado, la actualización de equipos informáticos y la realización de obras de infraestructura necesarias. Y para colmo, la coyuntura económica mundial no ayuda precisamente. Este Chunche es serio, mae.
No podemos olvidar tampoco la creciente presión del crimen organizado, que busca socavar la integridad del sistema judicial mediante la corrupción y la intimidación. Combatir este flagelo requiere una estrategia integral que involucre a todas las instituciones del Estado, pero especialmente, un Poder Judicial independiente y fortalecido. La solidez de nuestra democracia depende de ello. Es un brete enorme, sin duda alguna.
En fin, el Poder Judicial ha recorrido un largo camino en estos 199 años, pero aún le falta mucho por recorrer. Se necesita una renovación profunda que vaya más allá de los discursos y las promesas. Ya basta de rodeos. ¿Ustedes creen que el Poder Judicial realmente tiene la capacidad de reinventarse y ofrecer una justicia más rápida, eficiente y accesible para todos los costarricenses, o estamos condenados a repetir la misma película una y otra vez?