¡Ay, Dios mío! Apenas estamos empezando a prenderle al Año Nuevo y ya nos llega una noticia que te pone un frío en el corazón. Un jovencito de 18 años está luchando por su mano derecha en el hospital Maximiliano Peralta, luego de una explosión causada por pólvora en Tobosi de El Guarco, Cartago. Parece que algunos no aprenden la lección, ¿verdad?
Históricamente, la provincia de Cartago ha sido un dolor de cabeza para los servicios de emergencia durante estas fechas. Siempre hay algún percance con la pólvora, alguna explosión desafortunada... parece que algunas tradiciones cuestan mucho trabajo erradicarlas. Este año, la tradición cobró un precio muy alto.
Según los reportes preliminares, el muchacho estaba jugando con unos chinchorritos – esos que hacen más ruido que fogata – cuando uno explotó de manera inesperada. Imagínate el susto y el dolor. De un momento a otro, pasó de estar disfrutando de la tarde a batallar por su vida. No es cuento, esto le pasa a gente de verdad, y nos hace reflexionar sobre la imprudencia.
Los paramédicos de la Cruz Roja llegaron rapidísimo al lugar, pero las quemaduras eran bastante graves. Lo trasladaron en ambulancia, categoría roja, directo al hospital de Cartago, donde ahora está recibiendo toda la atención médica posible. Esperemos que se recupere pronto y no tenga secuelas permanentes, aunque eso sí, va a necesitar un buen tiempo para sanar, tanto física como emocionalmente.
Y es que la realidad es que estas tragedias se repiten año tras año. Ya hemos visto casos peores, amputaciones, personas que han perdido la visión… ¡qué pena!, porque todo esto podría haberse evitado. Se trata de tomar precauciones básicas, de entender que la pólvora no es un juguete, sino algo peligroso que requiere respeto y cuidado. Pero parece que cada diciembre tenemos que aprender la lección a las malas.
Las autoridades, obviamente, han vuelto a lanzar el llamado a la calma y a extremar las medidas de seguridad. Dicen que hay que mantener la pólvora fuera del alcance de los niños, manipularla con cuidado y, preferiblemente, no manipularla en absoluto. Pero bueno, ya sabemos cómo es; cuando la emoción está a flor de piel, la prudencia muchas veces queda relegada a segundo plano. Esta vara necesita un cambio radical en la mentalidad de todos.
Ahora bien, no podemos negar que las fiestas navideñas y de fin de año son momentos especiales, llenos de alegría y celebración. Pero también debemos ser conscientes de los riesgos que corremos si no somos responsables. Recordaremos a este joven de El Guarco como un triste recordatorio de que la diversión nunca debe poner en peligro nuestra integridad física.
En fin, es hora de preguntarnos: ¿Hasta cuándo vamos a seguir permitiendo que la pólvora siga causando estragos en nuestras comunidades? ¿Será que necesitamos leyes más estrictas, campañas de concientización más efectivas, o simplemente una mayor responsabilidad individual para proteger la vida de nuestros seres queridos? ¡Démosle duro a este debate!
Históricamente, la provincia de Cartago ha sido un dolor de cabeza para los servicios de emergencia durante estas fechas. Siempre hay algún percance con la pólvora, alguna explosión desafortunada... parece que algunas tradiciones cuestan mucho trabajo erradicarlas. Este año, la tradición cobró un precio muy alto.
Según los reportes preliminares, el muchacho estaba jugando con unos chinchorritos – esos que hacen más ruido que fogata – cuando uno explotó de manera inesperada. Imagínate el susto y el dolor. De un momento a otro, pasó de estar disfrutando de la tarde a batallar por su vida. No es cuento, esto le pasa a gente de verdad, y nos hace reflexionar sobre la imprudencia.
Los paramédicos de la Cruz Roja llegaron rapidísimo al lugar, pero las quemaduras eran bastante graves. Lo trasladaron en ambulancia, categoría roja, directo al hospital de Cartago, donde ahora está recibiendo toda la atención médica posible. Esperemos que se recupere pronto y no tenga secuelas permanentes, aunque eso sí, va a necesitar un buen tiempo para sanar, tanto física como emocionalmente.
Y es que la realidad es que estas tragedias se repiten año tras año. Ya hemos visto casos peores, amputaciones, personas que han perdido la visión… ¡qué pena!, porque todo esto podría haberse evitado. Se trata de tomar precauciones básicas, de entender que la pólvora no es un juguete, sino algo peligroso que requiere respeto y cuidado. Pero parece que cada diciembre tenemos que aprender la lección a las malas.
Las autoridades, obviamente, han vuelto a lanzar el llamado a la calma y a extremar las medidas de seguridad. Dicen que hay que mantener la pólvora fuera del alcance de los niños, manipularla con cuidado y, preferiblemente, no manipularla en absoluto. Pero bueno, ya sabemos cómo es; cuando la emoción está a flor de piel, la prudencia muchas veces queda relegada a segundo plano. Esta vara necesita un cambio radical en la mentalidad de todos.
Ahora bien, no podemos negar que las fiestas navideñas y de fin de año son momentos especiales, llenos de alegría y celebración. Pero también debemos ser conscientes de los riesgos que corremos si no somos responsables. Recordaremos a este joven de El Guarco como un triste recordatorio de que la diversión nunca debe poner en peligro nuestra integridad física.
En fin, es hora de preguntarnos: ¿Hasta cuándo vamos a seguir permitiendo que la pólvora siga causando estragos en nuestras comunidades? ¿Será que necesitamos leyes más estrictas, campañas de concientización más efectivas, o simplemente una mayor responsabilidad individual para proteger la vida de nuestros seres queridos? ¡Démosle duro a este debate!