¡Qué alivio, raza! Después de un batiburrillo de trámites, broncas y demoras que parecían interminables, parece que el sueño de tener la carretera Barranca-Limonal decente va a convertirse en realidad. La Contraloría le dio luz verde a los contratos, así que ahora sí, los trabajos van a arrancar. Tres años parados, ¡una torta! Pero bueno, ya estamos en tiempos de recuperarnos.
Para los que no están al tanto, este proyecto de ampliación a cuatro carriles lleva dando vueltas desde el 2022. La onda es que se estancó por unas diferencias bien feas entre el Estado y el consorcio que tenía la licitación inicial. Entre temas de expropiaciones que se complicaron y unos diseños que andaban medio flojos, la cosa se fue al traste. Imagínate el daño que le pegó al comercio de la zona, al turismo… ¡Una pérdida tremenda!
Ahora, la responsabilidad recae en dos equipos distintos: el consorcio Barranca Ruta 1 se encargará de los primeros 25 kilómetros, desde Barranca hasta San Gerardo de Chomes, mientras que MECO tomará el relevo en los 23 kilómetros restantes, llegando hasta Limonal. La inversión total es de casi 262 millones de dólares, divididos entre ambas etapas, así que esperemos que esta vez no haya despistes ni sorpresas desagradables.
Y ojo que no es solo ampliar la carretera, ¡no, señor! Hablamos de siete puentes vehiculares nuevos, cinco retornos estratégicos, tres intercambios para mejorar el flujo, cinco puentes peatonales para la seguridad de todos y hasta 24 pasos de fauna. Se quiere hacer la vaina bien hecha, pensando en animales y personas, aunque la verdad, uno ya estaba cansado de esperar.
El plazo que dieron es de 24 meses, que tampoco es tan malo si todo sale como debería. Lo que preocupa, siempre, son esos trámites burocráticos que pueden surgir de la nada, los permisos que se retrasan y esas cositas que te hacen perder tiempo valioso. Esperemos que las autoridades hayan aprendido la lección de lo que pasó antes y estén pendientes para evitar que vuelva a haber ningún problema. Porque a nadie le gusta ver cómo un proyecto se atasca y se va al limbo.
La gente de la zona, obviamente, está contenta. Llevaban mucho tiempo esperando esta buena nueva. Muchos negocios dependían de esa carretera para traer y llevar mercancías, y el turismo también había sufrido bastante. Ahora toca mantener los dedos cruzados y rezarle a quien corresponda para que todo salga bien y la carretera esté lista en el tiempo previsto. Un brete es tener que esperar tanto, diay.
Esto nos recuerda, además, la importancia de planificar bien estas cosas y de tener los recursos necesarios desde el principio. No se puede andar improvisando, porque al final, terminamos perdiendo dinero y tiempo. Además, la falta de planificación afecta directamente la calidad de vida de las personas, especialmente de aquellas que viven cerca de las zonas donde se realizan las obras. Hay que aprender de los errores del pasado y buscar soluciones a largo plazo. Porque, seamos sinceros, Costa Rica necesita infraestructura digna para seguir creciendo y avanzando.
Con todo esto dicho, me pregunto... ¿Creen que esta vez el proyecto realmente avanzará sin contratiempos, o estamos condenados a repetir la historia? ¿Cuáles creen que serían las medidas más efectivas para asegurar que las obras se completen a tiempo y dentro del presupuesto?
Para los que no están al tanto, este proyecto de ampliación a cuatro carriles lleva dando vueltas desde el 2022. La onda es que se estancó por unas diferencias bien feas entre el Estado y el consorcio que tenía la licitación inicial. Entre temas de expropiaciones que se complicaron y unos diseños que andaban medio flojos, la cosa se fue al traste. Imagínate el daño que le pegó al comercio de la zona, al turismo… ¡Una pérdida tremenda!
Ahora, la responsabilidad recae en dos equipos distintos: el consorcio Barranca Ruta 1 se encargará de los primeros 25 kilómetros, desde Barranca hasta San Gerardo de Chomes, mientras que MECO tomará el relevo en los 23 kilómetros restantes, llegando hasta Limonal. La inversión total es de casi 262 millones de dólares, divididos entre ambas etapas, así que esperemos que esta vez no haya despistes ni sorpresas desagradables.
Y ojo que no es solo ampliar la carretera, ¡no, señor! Hablamos de siete puentes vehiculares nuevos, cinco retornos estratégicos, tres intercambios para mejorar el flujo, cinco puentes peatonales para la seguridad de todos y hasta 24 pasos de fauna. Se quiere hacer la vaina bien hecha, pensando en animales y personas, aunque la verdad, uno ya estaba cansado de esperar.
El plazo que dieron es de 24 meses, que tampoco es tan malo si todo sale como debería. Lo que preocupa, siempre, son esos trámites burocráticos que pueden surgir de la nada, los permisos que se retrasan y esas cositas que te hacen perder tiempo valioso. Esperemos que las autoridades hayan aprendido la lección de lo que pasó antes y estén pendientes para evitar que vuelva a haber ningún problema. Porque a nadie le gusta ver cómo un proyecto se atasca y se va al limbo.
La gente de la zona, obviamente, está contenta. Llevaban mucho tiempo esperando esta buena nueva. Muchos negocios dependían de esa carretera para traer y llevar mercancías, y el turismo también había sufrido bastante. Ahora toca mantener los dedos cruzados y rezarle a quien corresponda para que todo salga bien y la carretera esté lista en el tiempo previsto. Un brete es tener que esperar tanto, diay.
Esto nos recuerda, además, la importancia de planificar bien estas cosas y de tener los recursos necesarios desde el principio. No se puede andar improvisando, porque al final, terminamos perdiendo dinero y tiempo. Además, la falta de planificación afecta directamente la calidad de vida de las personas, especialmente de aquellas que viven cerca de las zonas donde se realizan las obras. Hay que aprender de los errores del pasado y buscar soluciones a largo plazo. Porque, seamos sinceros, Costa Rica necesita infraestructura digna para seguir creciendo y avanzando.
Con todo esto dicho, me pregunto... ¿Creen que esta vez el proyecto realmente avanzará sin contratiempos, o estamos condenados a repetir la historia? ¿Cuáles creen que serían las medidas más efectivas para asegurar que las obras se completen a tiempo y dentro del presupuesto?
