¡Aguántense!, porque esto se puso bueno. Resulta que el PUSC, ese partido que siempre se creyó pata dura en la política nacional, anda comiéndose las manos. Directivos de dos cantones clave, Coto Brus y Limón, le dieron la espalda a Juan Carlos Hidalgo, el candidato presidencial. Sí, señores, el mismo que prometía rescatar al partido de sus tribulaciones. ¡Qué lata!
La jugada se dio porque los líderes locales, hartos del manejo de la campaña y, principalmente, por cómo le trataron a algunos diputados, decidieron cambiarle el chip. En Coto Brus, la bronca va por la expulsión de María Marta Carballo, Melina Ajoy, Horacio Alvarado y Carlos Andrés Robles, esos mismos que se atrevieron a expresar su opinión durante la votación sobre la inmunidad del Presidente Chaves. Imagínense, echarle así a compañeros por tener un criterio diferente... ¡Descaro!
Según el comunicado oficial de los dirigentes de Coto Brus, lo que hizo Hidalgo fue una “expulsión arbitraria y carente de fundamento político”. Rematan diciendo que esas acciones van totalmente en contra de los valores y principios fundacionales del PUSC, esos mismos en los que supuestamente se inspiran. Dijeron que no se ven reflejados los ideales socialcristianos en el estilo de liderazgo del internacionalista. Un buen baldazo de agua fría para la campaña.
Pero la cosa no termina ahí. Estos dirigentes, que representan voces importantes dentro del PUSC en Puntarenas, decidieron meterle turbo a otra candidatura: la de Laura Fernández, la aspirante de Pueblo Soberano. Y ni hablar de que también están apoyando a las diputaciones de Pueblo Soberano por Puntarenas. Una movida interesante, porque demuestra que la cosa está más polarizada de lo que pintaban.
En Limón, la situación es similar. Los directivos aseguran que la gota que derramó el vaso fue precisamente la expulsión de la diputada Carballo, a quien elogian por su trabajo en la Asamblea Legislativa y por representar dignamente los valores socialcristianos. Dicen que Carballo encarna “el verdadero espíritu del servicio público y del socialcristianismo: el que se forja en la comunidad, en el trabajo diario y en la gente”. Eso sí que duele, ver a alguien tan comprometido siendo tratado así.
Carballo, por supuesto, agradeció públicamente el respaldo de la dirigencia limonense. Aseguró que su compromiso sigue siendo con los limonenses, sin importar lo que pase en las elecciones. Y aunque aún no se definen a qué candidato apoyará el resto de la dirigencia de Limón, queda claro que la relación entre Hidalgo y su base social está bastante dañada. La diputada ha sido una figura muy popular y respetada en la región, y su partida deja un vacío importante.
Hidalgo, por su parte, parece estar haciendo caso omiso a la situación. Según fuentes cercanas a su campaña, el candidato no hará ningún comentario al respecto. ¡Qué despiste!, pareciera que prefiere ignorar el problema esperando que se solucione solo. Pero en la política, eso rara vez funciona. Hay que afrontar las cosas de frente, ¿verdad?
Esta crisis en el PUSC nos lleva a preguntarnos: ¿Es realmente posible mantener la unidad en un partido donde las diferencias ideológicas y personales parecen pesar más que los objetivos comunes? ¿Podrá la candidatura de Laura Fernández capitalizar este descontento y ganar terreno en las encuestas? ¡Den su opinión, pajaritos! ¿Qué les parece toda esta movida?
La jugada se dio porque los líderes locales, hartos del manejo de la campaña y, principalmente, por cómo le trataron a algunos diputados, decidieron cambiarle el chip. En Coto Brus, la bronca va por la expulsión de María Marta Carballo, Melina Ajoy, Horacio Alvarado y Carlos Andrés Robles, esos mismos que se atrevieron a expresar su opinión durante la votación sobre la inmunidad del Presidente Chaves. Imagínense, echarle así a compañeros por tener un criterio diferente... ¡Descaro!
Según el comunicado oficial de los dirigentes de Coto Brus, lo que hizo Hidalgo fue una “expulsión arbitraria y carente de fundamento político”. Rematan diciendo que esas acciones van totalmente en contra de los valores y principios fundacionales del PUSC, esos mismos en los que supuestamente se inspiran. Dijeron que no se ven reflejados los ideales socialcristianos en el estilo de liderazgo del internacionalista. Un buen baldazo de agua fría para la campaña.
Pero la cosa no termina ahí. Estos dirigentes, que representan voces importantes dentro del PUSC en Puntarenas, decidieron meterle turbo a otra candidatura: la de Laura Fernández, la aspirante de Pueblo Soberano. Y ni hablar de que también están apoyando a las diputaciones de Pueblo Soberano por Puntarenas. Una movida interesante, porque demuestra que la cosa está más polarizada de lo que pintaban.
En Limón, la situación es similar. Los directivos aseguran que la gota que derramó el vaso fue precisamente la expulsión de la diputada Carballo, a quien elogian por su trabajo en la Asamblea Legislativa y por representar dignamente los valores socialcristianos. Dicen que Carballo encarna “el verdadero espíritu del servicio público y del socialcristianismo: el que se forja en la comunidad, en el trabajo diario y en la gente”. Eso sí que duele, ver a alguien tan comprometido siendo tratado así.
Carballo, por supuesto, agradeció públicamente el respaldo de la dirigencia limonense. Aseguró que su compromiso sigue siendo con los limonenses, sin importar lo que pase en las elecciones. Y aunque aún no se definen a qué candidato apoyará el resto de la dirigencia de Limón, queda claro que la relación entre Hidalgo y su base social está bastante dañada. La diputada ha sido una figura muy popular y respetada en la región, y su partida deja un vacío importante.
Hidalgo, por su parte, parece estar haciendo caso omiso a la situación. Según fuentes cercanas a su campaña, el candidato no hará ningún comentario al respecto. ¡Qué despiste!, pareciera que prefiere ignorar el problema esperando que se solucione solo. Pero en la política, eso rara vez funciona. Hay que afrontar las cosas de frente, ¿verdad?
Esta crisis en el PUSC nos lleva a preguntarnos: ¿Es realmente posible mantener la unidad en un partido donde las diferencias ideológicas y personales parecen pesar más que los objetivos comunes? ¿Podrá la candidatura de Laura Fernández capitalizar este descontento y ganar terreno en las encuestas? ¡Den su opinión, pajaritos! ¿Qué les parece toda esta movida?