¡Ay, Dios mío! El último sorteo de Lotería Nacional dejó a medio país con el corazón en la boca y a otros, ¡qué carga!, pensando en qué harían con ¢900 millones. El Consolación 2 repartió un premio mayor que ni en mis sueños más locos me imaginaba, diay. La JPS anunció que el acumulado estaba en ¢425 millones, pero nadie esperaba este golpe de suerte para alguno de nuestros compas.
Para los que no andan al día, la tradición de la Lotería Nacional es parte esencial de nuestra cultura pura vida. Desde tiempos inmemoriales, familias enteras se reúnen para ver los números, rezar para que salgan y hasta tienen sus propios rituales de buena suerte. Algunos le echan unas hojitas de laurel, otros comen chayote, ¡hay de todo! Pero todos unidos en la esperanza de cambiar su brete con un buen pozo.
Este año, la expectativa era alta porque el acumulado iba creciendo semana tras semana. Muchos estaban diciendo “esta vez sí nos toca”, mientras que otros más escépticos decían “pa’ mí eso es cuento chino”. Pero como dicen por ahí, en Costa Rica, milagro siempre pasa, y vaya que pasó ayer. Imagínate la emoción de la familia ganadora, seguramente gritando a todo pulmón y abrazándose como si no hubiera mañana.
La transmisión en vivo, como siempre, estuvo cargada de tensión. Los ánimos corrían calientes y la gente pegada al televisor o a la pantalla del celular esperando escuchar sus números. Cuando finalmente anunciaron el premio mayor, ¡qué chiva!, las redes sociales explotaron. Un tsunami de mensajes felicitando al ganador, preguntando cómo gastaría el dinero y hasta algunos envidiando un poquito, pa' mentirnos.
Algunos expertos en finanzas ya han empezado a dar consejos sobre qué hacer con tanto dinero. Dicen que hay que invertirlo sabiamente, pagar deudas y ayudar a la familia. Otros sugieren comprarle un chunche nuevo al mae, irse de viaje o incluso abrir un negocio. Lo importante es no dejarse llevar por la euforia y tomar decisiones sensatas para que el dinero rinda a largo plazo. Porque qué torta sería arruinarlo en un santiamán.
Pero más allá del dinero, este sorteo nos recuerda la importancia de la solidaridad y la esperanza. En tiempos difíciles, saber que existe la posibilidad de un cambio radical puede levantar el ánimo y darnos fuerzas para seguir adelante. Y claro, también nos demuestra que la suerte anda caprichosa, pero a veces decide regalarnos una sorpresa inesperada. Por ejemplo, mi tía abuela siempre dice: 'la suerte es como el viento, te sopla cuando menos te lo esperas'.
Y hablando de planes, muchos ya están pensando en el próximo sorteo. Se preparan con nuevos números, nuevas estrategias y renovada fe en que la fortuna les sonreirá. Después de todo, ¿quién necesita un brete complicado cuando se puede ganar medio billón con un boleto de lotería? ¡Eso sí es vivir la pura vida! El aguante siempre da sus frutos, mael. Ya se ven fiacas buscando números mágicos, o pidiendo consejos a la bruja del barrio... ¡uno nunca sabe!
Ahora bien, queridos lectores, con semejante premio de por medio, ¿cree usted que es justo que el Estado siga cobrando impuestos sobre las ganancias de la Lotería Nacional? ¿Deberíamos reconsiderar esta política para permitir que los ganadores tengan aún más recursos para invertir en nuestra economía?
Para los que no andan al día, la tradición de la Lotería Nacional es parte esencial de nuestra cultura pura vida. Desde tiempos inmemoriales, familias enteras se reúnen para ver los números, rezar para que salgan y hasta tienen sus propios rituales de buena suerte. Algunos le echan unas hojitas de laurel, otros comen chayote, ¡hay de todo! Pero todos unidos en la esperanza de cambiar su brete con un buen pozo.
Este año, la expectativa era alta porque el acumulado iba creciendo semana tras semana. Muchos estaban diciendo “esta vez sí nos toca”, mientras que otros más escépticos decían “pa’ mí eso es cuento chino”. Pero como dicen por ahí, en Costa Rica, milagro siempre pasa, y vaya que pasó ayer. Imagínate la emoción de la familia ganadora, seguramente gritando a todo pulmón y abrazándose como si no hubiera mañana.
La transmisión en vivo, como siempre, estuvo cargada de tensión. Los ánimos corrían calientes y la gente pegada al televisor o a la pantalla del celular esperando escuchar sus números. Cuando finalmente anunciaron el premio mayor, ¡qué chiva!, las redes sociales explotaron. Un tsunami de mensajes felicitando al ganador, preguntando cómo gastaría el dinero y hasta algunos envidiando un poquito, pa' mentirnos.
Algunos expertos en finanzas ya han empezado a dar consejos sobre qué hacer con tanto dinero. Dicen que hay que invertirlo sabiamente, pagar deudas y ayudar a la familia. Otros sugieren comprarle un chunche nuevo al mae, irse de viaje o incluso abrir un negocio. Lo importante es no dejarse llevar por la euforia y tomar decisiones sensatas para que el dinero rinda a largo plazo. Porque qué torta sería arruinarlo en un santiamán.
Pero más allá del dinero, este sorteo nos recuerda la importancia de la solidaridad y la esperanza. En tiempos difíciles, saber que existe la posibilidad de un cambio radical puede levantar el ánimo y darnos fuerzas para seguir adelante. Y claro, también nos demuestra que la suerte anda caprichosa, pero a veces decide regalarnos una sorpresa inesperada. Por ejemplo, mi tía abuela siempre dice: 'la suerte es como el viento, te sopla cuando menos te lo esperas'.
Y hablando de planes, muchos ya están pensando en el próximo sorteo. Se preparan con nuevos números, nuevas estrategias y renovada fe en que la fortuna les sonreirá. Después de todo, ¿quién necesita un brete complicado cuando se puede ganar medio billón con un boleto de lotería? ¡Eso sí es vivir la pura vida! El aguante siempre da sus frutos, mael. Ya se ven fiacas buscando números mágicos, o pidiendo consejos a la bruja del barrio... ¡uno nunca sabe!
Ahora bien, queridos lectores, con semejante premio de por medio, ¿cree usted que es justo que el Estado siga cobrando impuestos sobre las ganancias de la Lotería Nacional? ¿Deberíamos reconsiderar esta política para permitir que los ganadores tengan aún más recursos para invertir en nuestra economía?
