¡Ay, mándale! Resulta que después de años perdidos en una colección privada en los gringos, ¡nos devolvieron 13 piezas precolombinas increíbles! El Museo Nacional ya está celebrando y nosotros también, porque esto es un verdadero tesoro para nuestra cultura.
La movida completa salió a luz gracias a una colaboración tremenda entre nuestro Ministerio de Cultura, el FBI – sí, los mismos de las películas – y la Embajada de Estados Unidos. Parece que Don C. Miller, un coleccionista estadounidense, tenía guardada una verdadera fortuna de antigüedades, incluyendo nuestras bellezas precolombinas. El caso se destapó en 2014 con una inspección masiva donde encontraron unos 7.000 artefactos, aunque se estima que la colección original era mucho mayor, ¡más de 42.000 objetos, diay!
Y ni hablar de los restos humanos… ¡Qué pena! Se habla de más de 500 conjuntos encontrados en esa propiedad en Indiana. Eso sí que te pone la piel de gallina. Pero bueno, lo importante ahora es celebrar el regreso de las piezas que sí lograron identificarse como nuestras, producto de una labor investigativa larga y complicada.
Lo curioso es que este tipo, Miller, parecía haber viajado a todos lados recolectando cositas. Artefactos de América del Norte, Centroamérica, Sudamérica, ¡hasta de Asia y el Pacífico! Pero claro, él no llevaba ningún registro serio de dónde sacaba todas esas cosas. Un verdadero chunche acumulador, vamos. Por eso la tarea de identificar qué pertenecía a Costa Rica fue todo un brete para los expertos del Museo Nacional.
Desde el departamento de antropología e historia del museo se puso manos a la obra en 2019. Al principio les costó horízonas, porque apenas un 15% de los objetos pudieron ser rastreados hasta sus orígenes. Imagínate la paciencia y el ojo de águila que tuvieron que desarrollar los investigadores para ir separando cada pieza y determinar a quién le pertenecía realmente.
El Ministro de Cultura, Jorge Rodríguez Vives, no pudo evitar emocionarse al hablar de la importancia de esta restitución. Dijo que es un acto de respeto hacia nuestra memoria histórica y un recordatorio de nuestra responsabilidad de cuidar nuestro patrimonio. ¿Y pa’ qué?, pa’ que futuras generaciones sepan de dónde venimos, ¿verdad?
Jennifer Savage, la Encargada de Negocios de la Embajada de EE.UU., también expresó su satisfacción. Destacó que esta colaboración demuestra el compromiso de ambos países para combatir el tráfico ilegal de bienes culturales. Ya saben, cortarles las alas a esos vándalos que van saqueando nuestra historia y vendiéndola al mejor postor. ¡Qué sal!
Ahora bien, con todo este jale que hemos visto, me queda una pregunta en el aire: ¿Creen ustedes que deberíamos exigir a los museos extranjeros que hagan inventarios públicos de sus colecciones precolombinas para facilitar la identificación y eventual restitución de objetos robados de Costa Rica? ¡Den su opinión en el foro, quiero saber qué piensan!
La movida completa salió a luz gracias a una colaboración tremenda entre nuestro Ministerio de Cultura, el FBI – sí, los mismos de las películas – y la Embajada de Estados Unidos. Parece que Don C. Miller, un coleccionista estadounidense, tenía guardada una verdadera fortuna de antigüedades, incluyendo nuestras bellezas precolombinas. El caso se destapó en 2014 con una inspección masiva donde encontraron unos 7.000 artefactos, aunque se estima que la colección original era mucho mayor, ¡más de 42.000 objetos, diay!
Y ni hablar de los restos humanos… ¡Qué pena! Se habla de más de 500 conjuntos encontrados en esa propiedad en Indiana. Eso sí que te pone la piel de gallina. Pero bueno, lo importante ahora es celebrar el regreso de las piezas que sí lograron identificarse como nuestras, producto de una labor investigativa larga y complicada.
Lo curioso es que este tipo, Miller, parecía haber viajado a todos lados recolectando cositas. Artefactos de América del Norte, Centroamérica, Sudamérica, ¡hasta de Asia y el Pacífico! Pero claro, él no llevaba ningún registro serio de dónde sacaba todas esas cosas. Un verdadero chunche acumulador, vamos. Por eso la tarea de identificar qué pertenecía a Costa Rica fue todo un brete para los expertos del Museo Nacional.
Desde el departamento de antropología e historia del museo se puso manos a la obra en 2019. Al principio les costó horízonas, porque apenas un 15% de los objetos pudieron ser rastreados hasta sus orígenes. Imagínate la paciencia y el ojo de águila que tuvieron que desarrollar los investigadores para ir separando cada pieza y determinar a quién le pertenecía realmente.
El Ministro de Cultura, Jorge Rodríguez Vives, no pudo evitar emocionarse al hablar de la importancia de esta restitución. Dijo que es un acto de respeto hacia nuestra memoria histórica y un recordatorio de nuestra responsabilidad de cuidar nuestro patrimonio. ¿Y pa’ qué?, pa’ que futuras generaciones sepan de dónde venimos, ¿verdad?
Jennifer Savage, la Encargada de Negocios de la Embajada de EE.UU., también expresó su satisfacción. Destacó que esta colaboración demuestra el compromiso de ambos países para combatir el tráfico ilegal de bienes culturales. Ya saben, cortarles las alas a esos vándalos que van saqueando nuestra historia y vendiéndola al mejor postor. ¡Qué sal!
Ahora bien, con todo este jale que hemos visto, me queda una pregunta en el aire: ¿Creen ustedes que deberíamos exigir a los museos extranjeros que hagan inventarios públicos de sus colecciones precolombinas para facilitar la identificación y eventual restitución de objetos robados de Costa Rica? ¡Den su opinión en el foro, quiero saber qué piensan!