¡Ay, Dios mío! Resulta que la tranquilidad del Parque del Agricultor en Alajuela, justo al lado del aeropuerto, se vio interrumpida esta semana. Publiex, la empresa encargada de la valla publicitaria que siempre nos embellecía la entrada al país (o eso decían), tuvo que empezar a quitarla a toda prisa. Todo esto gracias a una orden directa de la Contraloría General de la República, que decidió que esa estructura no tenía todos los papeles en regla. Un lío, diay.
Según fuentes cercanas a la Contraloría, la valla estaba ahí desde hace tiempo, pegándole duro a los turistas recién llegados y a los vecinos del sector. Parece que alguien se olvidó de tramitar los permisos correspondientes, o quizá hubo alguna falla en el papeleo. Lo cierto es que la CGR abrió los ojos y mandó parar la fiesta. Ahora, Publiex está trabajando a marchas forzadas para desarmar la valla, prometiendo que para este fin de semana estará todo limpio, listo para que entren los aviones y los visitantes sin distracciones publicitarias.
La empresa, en un comunicado oficial que parecía sacado de un manual de protocolo, aseguró que están cumpliendo al pie de la letra con la orden de la Contraloría. Dijeron que ya removieron algunos cimientos, desmontaron cosas eléctricas y retiraron vigas. En resumen, pura chamba técnica para evitarse más problemas. Pero bueno, aquí en Costa Rica sabemos que detrás de estos comunicados hay mucha tela que cortar. ¿Será que había algo más turbio en este caso?
De acuerdo con los técnicos que trabajan en el lugar, la grúa y la maquinaria pesada entrarán en escena mañana jueves para terminar el trabajo. Eso sí, advirtieron que si llueve a cántaros, la cosa podría demorar. Porque aquí, el clima manda, y hasta la Contraloría tiene que esperar a que salga el sol. Imagínense, una valla publicitaria deteniéndose por culpa de una aguacero tropical… ¡Solo en Costa Rica!
Lo curioso de todo esto es que la valla estaba ubicada en un punto estratégico, con visibilidad total hacia el aeropuerto. Era un buen negocio para Publiex, claro, pero también generaba controversia porque muchos consideraban que afectaba el paisaje y la imagen del país. Algunos lugareños decían que era “una carga” tener esa publicidad gigante ahí, atrayendo miradas y bloqueando la vista. Otros, obviamente, se beneficiaban del movimiento económico que generaba la valla.
Ahora bien, no podemos dejar pasar por alto la ironía de la situación. Una empresa que se dedica precisamente a colocar publicidad, termina siendo víctima de una falla administrativa que les costó mucho dinero y tiempo. ¡Qué torta!, diríamos nosotros. Uno se pregunta qué tan cuidadosos estarán revisando los permisos antes de instalar cualquier otra valla en el país. ¿Será que esto servirá de lección para el resto de las empresas?
Y hablando de lecciones, este caso nos recuerda que la Contraloría cumple un papel importante en la vigilancia del gasto público y en el control de la legalidad de los actos de gobierno y de las empresas privadas que contratan con el Estado. Aunque a veces puede parecer lenta e ineficiente, la Contraloría está ahí para asegurar que todo esté en orden. Y en este caso, parece que hizo bien su trabajo. Pero igual, uno no deja de pensar en quién va a pagar la cuenta final de todo este desmadre.
Después de analizar todo este brete, y considerando la importancia del control administrativo y la necesidad de mantener la transparencia en nuestras relaciones comerciales, me pregunto: ¿Creen que este incidente motivará a otras instituciones públicas a revisar sus procesos de autorización para proyectos similares, o seguirá siendo un caso aislado? ¡Den su opinión en el foro!
Según fuentes cercanas a la Contraloría, la valla estaba ahí desde hace tiempo, pegándole duro a los turistas recién llegados y a los vecinos del sector. Parece que alguien se olvidó de tramitar los permisos correspondientes, o quizá hubo alguna falla en el papeleo. Lo cierto es que la CGR abrió los ojos y mandó parar la fiesta. Ahora, Publiex está trabajando a marchas forzadas para desarmar la valla, prometiendo que para este fin de semana estará todo limpio, listo para que entren los aviones y los visitantes sin distracciones publicitarias.
La empresa, en un comunicado oficial que parecía sacado de un manual de protocolo, aseguró que están cumpliendo al pie de la letra con la orden de la Contraloría. Dijeron que ya removieron algunos cimientos, desmontaron cosas eléctricas y retiraron vigas. En resumen, pura chamba técnica para evitarse más problemas. Pero bueno, aquí en Costa Rica sabemos que detrás de estos comunicados hay mucha tela que cortar. ¿Será que había algo más turbio en este caso?
De acuerdo con los técnicos que trabajan en el lugar, la grúa y la maquinaria pesada entrarán en escena mañana jueves para terminar el trabajo. Eso sí, advirtieron que si llueve a cántaros, la cosa podría demorar. Porque aquí, el clima manda, y hasta la Contraloría tiene que esperar a que salga el sol. Imagínense, una valla publicitaria deteniéndose por culpa de una aguacero tropical… ¡Solo en Costa Rica!
Lo curioso de todo esto es que la valla estaba ubicada en un punto estratégico, con visibilidad total hacia el aeropuerto. Era un buen negocio para Publiex, claro, pero también generaba controversia porque muchos consideraban que afectaba el paisaje y la imagen del país. Algunos lugareños decían que era “una carga” tener esa publicidad gigante ahí, atrayendo miradas y bloqueando la vista. Otros, obviamente, se beneficiaban del movimiento económico que generaba la valla.
Ahora bien, no podemos dejar pasar por alto la ironía de la situación. Una empresa que se dedica precisamente a colocar publicidad, termina siendo víctima de una falla administrativa que les costó mucho dinero y tiempo. ¡Qué torta!, diríamos nosotros. Uno se pregunta qué tan cuidadosos estarán revisando los permisos antes de instalar cualquier otra valla en el país. ¿Será que esto servirá de lección para el resto de las empresas?
Y hablando de lecciones, este caso nos recuerda que la Contraloría cumple un papel importante en la vigilancia del gasto público y en el control de la legalidad de los actos de gobierno y de las empresas privadas que contratan con el Estado. Aunque a veces puede parecer lenta e ineficiente, la Contraloría está ahí para asegurar que todo esté en orden. Y en este caso, parece que hizo bien su trabajo. Pero igual, uno no deja de pensar en quién va a pagar la cuenta final de todo este desmadre.
Después de analizar todo este brete, y considerando la importancia del control administrativo y la necesidad de mantener la transparencia en nuestras relaciones comerciales, me pregunto: ¿Creen que este incidente motivará a otras instituciones públicas a revisar sus procesos de autorización para proyectos similares, o seguirá siendo un caso aislado? ¡Den su opinión en el foro!
