¡Ay, Dios mío, qué rollo! Aquí seguimos con casos que te dejan boquiabierto. Resulta que la Fiscalía Contra el Narcotráfico le cayó con todo a Darwin “Pancho Villa” González Hernández y a Gracel María Arguedas González, acusándolos de quererso comprar el criterio a una jueza. ¡Una torta la que se armó!
Para ponerlos en el contexto, este Pancho Villa es un hueso duro de roer, conocido en los bajos fondos como un capo del narcotráfico. Ya ven, esos tipos que mueven la cocaína a lo grande, pa’ Estados Unidos y Europa. Su banda salió a juicio hace poco y parece que no le andaba yendo muy bien, entonces, ahí empezaron los problemas.
La Fiscalía dice que desde la mismísima cárcel La Reforma, Pancho Villa, utilizando un teléfono celular – ¡sí, sí, dentro de la cárcel!– empezó a darle instrucciones a un tercero, identificado como Raúl Mauricio Paniagua Paniagua, para que se encargara de la jugada. Paniagua, claro, fue separado del caso por temas de salud, pero tendrá que responder por sus acciones también.
Y aquí entra la abogada Arguedas González, quien, según la investigación, tenía conexiones universitarias con la jueza Hazel Murillo Beita. Parece que Paniagua se le acercó diciéndole que podía ayudar a solucionar el caso si ella se ponía del lado de Pancho Villa. ¡Qué cara de gallito! La idea era que la jueza testificara a favor del narco y eso anulara algunas diligencias judiciales.
Lo que siguió fue una serie de encuentros sospechosos. Se reunieron en un restaurante en Heredia, acompañados del hijo de la jueza, mientras Paniagua la llevaba en un pick-up Isuzu D-Max. Dicen que Arguedas llegó a preguntarle directamente a la jueza si estaba dispuesta a recibir una compensación económica, ¡y hasta le insinuó a su hijo que podrían comprar carros lujosos si aceptaba! ¡No me hagan reír, qué desesperación!
La jueza, con toda la razón del mundo, le dijo que no aceptaría “dinero de ninguna banda narcotraficante”. ¡Bravo por ella! Respondí de esa manera tan clara. Este testimonio fue clave para que la Fiscalía pudiera construir su caso y ahora, tanto Pancho Villa como la abogada enfrentan cargos graves. Definitivamente, hay gente que piensa que con dinero se puede comprar todo, pero aquí en Costa Rica, todavía hay personas con principios firmes, diay.
Pero esperen, que aún hay más. Resulta que la jueza Murillo ya había denunciado este intento de soborno durante el juicio inicial contra la organización criminal. Volvió a relatar todo en el debate actual, detallando cómo Arguedas intentó presionarla y a su hijo. Una historia digna de película, ¿verdad? Esta banda ya había recibido condenas por narcotráfico y legitimación de capitales, demostrando que la corrupción está en todos lados.
Ahora, la pelota está en la cancha de la defensa, que presentará sus argumentos hoy. Tendremos que ver si pueden sacarlos airoso de este brete. Pero hablando en serio, ¿ustedes creen que realmente existe la posibilidad de que alguien pueda comprar la justicia en nuestro país? ¿O este caso es solo la punta del iceberg?
Para ponerlos en el contexto, este Pancho Villa es un hueso duro de roer, conocido en los bajos fondos como un capo del narcotráfico. Ya ven, esos tipos que mueven la cocaína a lo grande, pa’ Estados Unidos y Europa. Su banda salió a juicio hace poco y parece que no le andaba yendo muy bien, entonces, ahí empezaron los problemas.
La Fiscalía dice que desde la mismísima cárcel La Reforma, Pancho Villa, utilizando un teléfono celular – ¡sí, sí, dentro de la cárcel!– empezó a darle instrucciones a un tercero, identificado como Raúl Mauricio Paniagua Paniagua, para que se encargara de la jugada. Paniagua, claro, fue separado del caso por temas de salud, pero tendrá que responder por sus acciones también.
Y aquí entra la abogada Arguedas González, quien, según la investigación, tenía conexiones universitarias con la jueza Hazel Murillo Beita. Parece que Paniagua se le acercó diciéndole que podía ayudar a solucionar el caso si ella se ponía del lado de Pancho Villa. ¡Qué cara de gallito! La idea era que la jueza testificara a favor del narco y eso anulara algunas diligencias judiciales.
Lo que siguió fue una serie de encuentros sospechosos. Se reunieron en un restaurante en Heredia, acompañados del hijo de la jueza, mientras Paniagua la llevaba en un pick-up Isuzu D-Max. Dicen que Arguedas llegó a preguntarle directamente a la jueza si estaba dispuesta a recibir una compensación económica, ¡y hasta le insinuó a su hijo que podrían comprar carros lujosos si aceptaba! ¡No me hagan reír, qué desesperación!
La jueza, con toda la razón del mundo, le dijo que no aceptaría “dinero de ninguna banda narcotraficante”. ¡Bravo por ella! Respondí de esa manera tan clara. Este testimonio fue clave para que la Fiscalía pudiera construir su caso y ahora, tanto Pancho Villa como la abogada enfrentan cargos graves. Definitivamente, hay gente que piensa que con dinero se puede comprar todo, pero aquí en Costa Rica, todavía hay personas con principios firmes, diay.
Pero esperen, que aún hay más. Resulta que la jueza Murillo ya había denunciado este intento de soborno durante el juicio inicial contra la organización criminal. Volvió a relatar todo en el debate actual, detallando cómo Arguedas intentó presionarla y a su hijo. Una historia digna de película, ¿verdad? Esta banda ya había recibido condenas por narcotráfico y legitimación de capitales, demostrando que la corrupción está en todos lados.
Ahora, la pelota está en la cancha de la defensa, que presentará sus argumentos hoy. Tendremos que ver si pueden sacarlos airoso de este brete. Pero hablando en serio, ¿ustedes creen que realmente existe la posibilidad de que alguien pueda comprar la justicia en nuestro país? ¿O este caso es solo la punta del iceberg?