¡Ay, Dios mío, qué historia más rara! Resulta que las autoridades guatemaltecas rescataron a 160 niños de la secta Lev Tahor, otra vez. Ya saben, esos mismos que andan dando vueltas por Latinoamérica dejando un rastro de controversia y acusaciones de tráfico de menores. Esta vez, el rescate ocurrió en el municipio de Oratorio, Santa Rosa, y parece que la cosa está más turbia que el café frío.
Para ponerlos al día, Lev Tahor es una secta judía ultraortodoxa que lleva años metiéndose en líos en diferentes países. Desde que se fundaron en Jerusalén en 1988, han enfrentado problemas con la justicia prácticamente en todas partes donde se han asentado. Se les acusa de explotación infantil, negligencia y, en general, de estar siempre buscando dónde meter las manos. Son como mosquitos volando de país en país buscando un lugar donde no les molesten, pero parece que la paciencia de todos se está agotando.
Y no es para menos, ¿eh? Han pasado por Guatemala, México, El Salvador, e incluso intentaron echar raíces en Europa del Este y los Balcanes. En Guatemala, tuvieron que irse expulsados por los consejos de ancianos porque no querían mezclar con la gente local. ¡Imagínense eso! Un grupo de personas llegando a una comunidad indígena y ni siquiera molestarse en saludar. Luego, terminaron siendo allanados por el Ministerio Público. ¡Una verdadera telenovela!
En México, sufrieron otro golpe duro cuando falleció el fundador de la secta, Shlomo Helbrans, en circunstancias bastante misteriosas. Y hace poco, la policía mexicana rescató a un grupo de menores en un campamento escondido en medio de la selva. Parece que tienen una habilidad especial para encontrar lugares remotos y difíciles de alcanzar, justo donde nadie los puede vigilar. ¡Qué artimañas!
Ahora bien, ¿qué estaban tramando en Colombia? Según Gloria Arriero, directora de Migración Colombia, planeaban alquilar una finca para “hacer lo que han hecho en otras regiones del mundo: un proceso para mantener su secta y que entre los jóvenes se procreen”. ¡Uf, qué manera de decirlo! Parece que su idea era fomentar matrimonios entre primos, incluso desde los 12 y 13 años. ¡Un verdadero horror! Por suerte, las autoridades colombianas pusieronle freno a tiempo y evitaron que se cometieran más fechorías.
Lo curioso de todo esto es que, a pesar de tanta controversia, parecen tener recursos para moverse constantemente y establecerse en nuevos lugares. ¿De dónde sacan el dinero para pagar fincas, abogados y todo ese rollo? ¿Será que tienen padrinos poderosos o están involucrados en actividades ilegales? Esa es la gran incógnita que aún falta resolver. Además, preocupa que hayan logrado entrar al país con alertas previas de agencias internacionales sobre sus sospechas de delitos contra menores.
Y hablando de seguridad, dicen que incluso cuando alguien muere dentro de la secta, no avisan a las autoridades, simplemente entierran al difunto sin más. ¡Qué poca transparencia! Es evidente que operan bajo reglas propias, fuera de toda ley y moralidad. Esto demuestra la importancia de fortalecer los controles migratorios y la cooperación internacional para evitar que este tipo de organizaciones sigan propagando su influencia destructiva.
Con todo este panorama, uno no puede evitar preguntarse: ¿hasta cuándo vamos a permitir que estas sectas se aprovechen de nuestra vulnerabilidad y cometan atrocidades impunes? ¿Se necesita una intervención más contundente a nivel internacional para erradicar este flagelo o seguiremos viendo titulares similares en los próximos años? ¡Dígame usted, qué piensa?
Para ponerlos al día, Lev Tahor es una secta judía ultraortodoxa que lleva años metiéndose en líos en diferentes países. Desde que se fundaron en Jerusalén en 1988, han enfrentado problemas con la justicia prácticamente en todas partes donde se han asentado. Se les acusa de explotación infantil, negligencia y, en general, de estar siempre buscando dónde meter las manos. Son como mosquitos volando de país en país buscando un lugar donde no les molesten, pero parece que la paciencia de todos se está agotando.
Y no es para menos, ¿eh? Han pasado por Guatemala, México, El Salvador, e incluso intentaron echar raíces en Europa del Este y los Balcanes. En Guatemala, tuvieron que irse expulsados por los consejos de ancianos porque no querían mezclar con la gente local. ¡Imagínense eso! Un grupo de personas llegando a una comunidad indígena y ni siquiera molestarse en saludar. Luego, terminaron siendo allanados por el Ministerio Público. ¡Una verdadera telenovela!
En México, sufrieron otro golpe duro cuando falleció el fundador de la secta, Shlomo Helbrans, en circunstancias bastante misteriosas. Y hace poco, la policía mexicana rescató a un grupo de menores en un campamento escondido en medio de la selva. Parece que tienen una habilidad especial para encontrar lugares remotos y difíciles de alcanzar, justo donde nadie los puede vigilar. ¡Qué artimañas!
Ahora bien, ¿qué estaban tramando en Colombia? Según Gloria Arriero, directora de Migración Colombia, planeaban alquilar una finca para “hacer lo que han hecho en otras regiones del mundo: un proceso para mantener su secta y que entre los jóvenes se procreen”. ¡Uf, qué manera de decirlo! Parece que su idea era fomentar matrimonios entre primos, incluso desde los 12 y 13 años. ¡Un verdadero horror! Por suerte, las autoridades colombianas pusieronle freno a tiempo y evitaron que se cometieran más fechorías.
Lo curioso de todo esto es que, a pesar de tanta controversia, parecen tener recursos para moverse constantemente y establecerse en nuevos lugares. ¿De dónde sacan el dinero para pagar fincas, abogados y todo ese rollo? ¿Será que tienen padrinos poderosos o están involucrados en actividades ilegales? Esa es la gran incógnita que aún falta resolver. Además, preocupa que hayan logrado entrar al país con alertas previas de agencias internacionales sobre sus sospechas de delitos contra menores.
Y hablando de seguridad, dicen que incluso cuando alguien muere dentro de la secta, no avisan a las autoridades, simplemente entierran al difunto sin más. ¡Qué poca transparencia! Es evidente que operan bajo reglas propias, fuera de toda ley y moralidad. Esto demuestra la importancia de fortalecer los controles migratorios y la cooperación internacional para evitar que este tipo de organizaciones sigan propagando su influencia destructiva.
Con todo este panorama, uno no puede evitar preguntarse: ¿hasta cuándo vamos a permitir que estas sectas se aprovechen de nuestra vulnerabilidad y cometan atrocidades impunes? ¿Se necesita una intervención más contundente a nivel internacional para erradicar este flagelo o seguiremos viendo titulares similares en los próximos años? ¡Dígame usted, qué piensa?
