Mano, a ver qué les cuento. Una señora en Florida, Sophie Geraci, se preparó a capa y manga para tener su tercer bebé por cesárea. Todo indicaba que iba a ser otro 'chivito' grande, como sus otros dos hijos, que nacieron con pesos por arriba de lo normal. Se armaron las ideas, pidieron permiso en el hospital, todo listo para la operación, pensando en un parto complicado… ¡y vaya sopresón que se llevaron!
Desde las primeras ecografías, los médicos le estaban diciendo a Sophie que la nena estaba creciendo a toda marcha. Le decían: 'Mae, esta va a ser una niña robusta', ‘van a superar los cuatro kilogramos seguro’. Con esos antecedentes y las proyecciones, la cesárea programada se veía como la opción más segura. Un brete, vamos.
Imagínate la expectativa. Meses de preparación mental para un parto que prometía ser demandante, tanto para ella como para el personal médico. Ya se visualizaban las consultas con fisioterapia postoperatoria, los cuidados especiales para un recién nacido grande, el cambio de pañales a marchas forzadas... Pura carga pensar en todo eso, ¿verdad?
Pero cuando llegó el gran día, la sala de operaciones se quedó boquiabierta. Cuando le mostraron a Sophie la bebé recién nacida, ¡qué despesa! No era la 'carga' que esperaban. En vez de un 'chivito' de casi cuatro kilos, apareció una pequeñita de apenas 2,2 kilos. ¡Diferencia abismal, pura verdad!
Dicen que la reacción de Sophie fue instantánea. Según cuenta ella, fue como sacada de una película de Disney, tipo El Rey León, cuando Simba aparece. ¡Qué alivio, mano! De repente, todo el estrés y la preocupación por una cesárea complicada desaparecieron. Pero bueno, tampoco todo era miel sobre hojuelas. Ahora tocaba ir corriendo a comprar pañales y ropita de prematuro, ¡pa’ cambiarle a la mini!
Y aquí viene la vara que nos toca a nosotros, los ticos. Muchos sabemos que las ecografías no son infalibles, diay. Siempre existe un margen de error, especialmente en las últimas semanas del embarazo. Nuestros obstetras siempre advierten sobre esto, para evitar que las futuras mamás se estresen demasiado con las estimaciones de peso. Pero cuando tienes un historial de bebés grandes, como el de Sophie, la posibilidad de sorpresa parece más remota… ¡hasta que ya te caes de bruces!
Ahora, Sophie está súper contenta. Dice que Anastazja, su hijita, es la más dulce de sus tres hijos. Reconoce que, aunque el desarrollo inicial fue un poquito más lento por su bajo peso, hoy, con cuatro meses de vida, está avanzando como unas campeonas. ‘Es mi mayor alegría,’ me dijo. Esta señora le tocó vivir una anécdota familiar que difícilmente va a olvidar: preparándose para un ‘bebé gigante’ y recibiendo a la más peqeñita de la casa. Menos mal que todo salió bien, ¿eh?
Bueno, hablando de esto, ¿ustedes creen que las ecografías deberían ser más precisas o es parte del juego aceptar que el embarazo siempre trae sorpresas? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes sobre esto! ¿Ustedes han vivido alguna experiencia similar, donde la ecografía se equivocó con el peso del bebé?
Desde las primeras ecografías, los médicos le estaban diciendo a Sophie que la nena estaba creciendo a toda marcha. Le decían: 'Mae, esta va a ser una niña robusta', ‘van a superar los cuatro kilogramos seguro’. Con esos antecedentes y las proyecciones, la cesárea programada se veía como la opción más segura. Un brete, vamos.
Imagínate la expectativa. Meses de preparación mental para un parto que prometía ser demandante, tanto para ella como para el personal médico. Ya se visualizaban las consultas con fisioterapia postoperatoria, los cuidados especiales para un recién nacido grande, el cambio de pañales a marchas forzadas... Pura carga pensar en todo eso, ¿verdad?
Pero cuando llegó el gran día, la sala de operaciones se quedó boquiabierta. Cuando le mostraron a Sophie la bebé recién nacida, ¡qué despesa! No era la 'carga' que esperaban. En vez de un 'chivito' de casi cuatro kilos, apareció una pequeñita de apenas 2,2 kilos. ¡Diferencia abismal, pura verdad!
Dicen que la reacción de Sophie fue instantánea. Según cuenta ella, fue como sacada de una película de Disney, tipo El Rey León, cuando Simba aparece. ¡Qué alivio, mano! De repente, todo el estrés y la preocupación por una cesárea complicada desaparecieron. Pero bueno, tampoco todo era miel sobre hojuelas. Ahora tocaba ir corriendo a comprar pañales y ropita de prematuro, ¡pa’ cambiarle a la mini!
Y aquí viene la vara que nos toca a nosotros, los ticos. Muchos sabemos que las ecografías no son infalibles, diay. Siempre existe un margen de error, especialmente en las últimas semanas del embarazo. Nuestros obstetras siempre advierten sobre esto, para evitar que las futuras mamás se estresen demasiado con las estimaciones de peso. Pero cuando tienes un historial de bebés grandes, como el de Sophie, la posibilidad de sorpresa parece más remota… ¡hasta que ya te caes de bruces!
Ahora, Sophie está súper contenta. Dice que Anastazja, su hijita, es la más dulce de sus tres hijos. Reconoce que, aunque el desarrollo inicial fue un poquito más lento por su bajo peso, hoy, con cuatro meses de vida, está avanzando como unas campeonas. ‘Es mi mayor alegría,’ me dijo. Esta señora le tocó vivir una anécdota familiar que difícilmente va a olvidar: preparándose para un ‘bebé gigante’ y recibiendo a la más peqeñita de la casa. Menos mal que todo salió bien, ¿eh?
Bueno, hablando de esto, ¿ustedes creen que las ecografías deberían ser más precisas o es parte del juego aceptar que el embarazo siempre trae sorpresas? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios, quiero saber qué piensan ustedes sobre esto! ¿Ustedes han vivido alguna experiencia similar, donde la ecografía se equivocó con el peso del bebé?