¡Ay, Dios mío! Resulta que este señor, Don Portuguez Cordero, resultó ser un verdadero despistado... pero no en el buen sentido de la palabra. Lo sentenciaron a nueves años de cárcel por estafar a muchísima gente que andaba buscando chamba. La verdad, qué pena ajena, pero también qué salado para quienes cayeron en su trampita.
Todo empezó por allá en 2018 y 2019. Este tipo, según él, trabajaba en el Hospital San Vicente de Paúl, en Heredia, y necesitaba una secretaria. Les vendió la moto a varios, asegurándoles que tenía una clínica privada donde la podrían emplear. ¡Imagínate el empuje que le metieron algunos!
Pero ahí no acabó la torta. Una vez que la gente picó el anzuelo, empezaron los pedidos extraños. Le exigían comprar computadoras, uniformes a pata de gallo y hasta celulares nuevos. Y pa’ rematar, los amenazaba con hacerles daño a sus familias si no cumplían. ¡De verdad, qué cara de audaz!, pensé yo al leer la nota.
El Ministerio Público, con toda la paciencia del mundo, juntó todas las pruebas y las presentó ante el Tribunal Penal de Heredia. Ahí sí, no había escapatoria. Lo condenaron a nueves años de prisión. Ahora mismo, sigue preso preventivamente mientras revisan la sentencia. Espero que así le aprenda a meterse con el sudor ajeno, diay.
Es increíble cómo hay gente dispuesta a aprovecharse de la necesidad de otros. Uno piensa que en estos tiempos ya nadie se cree esas cosas tan fáciles, pero parece que todavía hay quien se deja llevar por la ilusión de encontrar un brete rápido y fácil. Realmente, pone a uno a reflexionar sobre la honestidad y la confianza en estas lides laborales.
Desde mi punto de vista, este caso debería servir de ejemplo para todos aquellos que intentan vivir a costa del esfuerzo de los demás. Hay que ponerle empeño a las cosas, trabajar duro y construir nuestro futuro con nuestras propias manos. No hay atajos ni fórmulas mágicas, muchachos. Ese es el secreto.
Y hablando de fórmulas mágicas, me pregunto si habrá alguna forma de ayudar a esas personas que fueron afectadas por este farsante. Seguro que muchas quedaron con deudas y con el corazón roto. Será importante que desde el gobierno y la sociedad civil se implementen programas de apoyo para que puedan recuperarse económica y emocionalmente. ¡Eso sería de primera!
En fin, qué historia más triste y a la vez reveladora. Nos demuestra que siempre hay gente tratando de sacar provecho de los demás. Pero también nos enseña la importancia de ser cautelosos y de no dejarnos llevar por promesas vacías. Con esto en mente, quiero preguntarle a ustedes: ¿Qué medidas creen que deberían tomarse para prevenir este tipo de estafas en el ámbito laboral?
Todo empezó por allá en 2018 y 2019. Este tipo, según él, trabajaba en el Hospital San Vicente de Paúl, en Heredia, y necesitaba una secretaria. Les vendió la moto a varios, asegurándoles que tenía una clínica privada donde la podrían emplear. ¡Imagínate el empuje que le metieron algunos!
Pero ahí no acabó la torta. Una vez que la gente picó el anzuelo, empezaron los pedidos extraños. Le exigían comprar computadoras, uniformes a pata de gallo y hasta celulares nuevos. Y pa’ rematar, los amenazaba con hacerles daño a sus familias si no cumplían. ¡De verdad, qué cara de audaz!, pensé yo al leer la nota.
El Ministerio Público, con toda la paciencia del mundo, juntó todas las pruebas y las presentó ante el Tribunal Penal de Heredia. Ahí sí, no había escapatoria. Lo condenaron a nueves años de prisión. Ahora mismo, sigue preso preventivamente mientras revisan la sentencia. Espero que así le aprenda a meterse con el sudor ajeno, diay.
Es increíble cómo hay gente dispuesta a aprovecharse de la necesidad de otros. Uno piensa que en estos tiempos ya nadie se cree esas cosas tan fáciles, pero parece que todavía hay quien se deja llevar por la ilusión de encontrar un brete rápido y fácil. Realmente, pone a uno a reflexionar sobre la honestidad y la confianza en estas lides laborales.
Desde mi punto de vista, este caso debería servir de ejemplo para todos aquellos que intentan vivir a costa del esfuerzo de los demás. Hay que ponerle empeño a las cosas, trabajar duro y construir nuestro futuro con nuestras propias manos. No hay atajos ni fórmulas mágicas, muchachos. Ese es el secreto.
Y hablando de fórmulas mágicas, me pregunto si habrá alguna forma de ayudar a esas personas que fueron afectadas por este farsante. Seguro que muchas quedaron con deudas y con el corazón roto. Será importante que desde el gobierno y la sociedad civil se implementen programas de apoyo para que puedan recuperarse económica y emocionalmente. ¡Eso sería de primera!
En fin, qué historia más triste y a la vez reveladora. Nos demuestra que siempre hay gente tratando de sacar provecho de los demás. Pero también nos enseña la importancia de ser cautelosos y de no dejarnos llevar por promesas vacías. Con esto en mente, quiero preguntarle a ustedes: ¿Qué medidas creen que deberían tomarse para prevenir este tipo de estafas en el ámbito laboral?
