Oyete, mi gente. La ONU mandó un espanto tremendo sobre cómo el negocio de la ‘gota a gota’ se está expandiendo como maleza en temporada lluviosa. No es bronca de política, ni de quién anda mándandole, es que estamos jugando con fuego y la cosa puede acabar muy fea, como pasa en otros lugares donde este tipo de prestamistas se aprovechan de la necesidad de la gente.
El estudio revela que ya no es cosa de los que andan buscando changuito pa’l café. Ahora, hasta el que tiene un brete decente se ve obligado a meterse en esta vaina pa’ salir del apuro. Montos entre doscientas y trescientas cincuenta lucas son lo común, y te juro, eso es suficiente pa’ meterte en un lío que te dure meses, si no años. ¡Una torta!
Lo más preocupante es que la encuesta de CINPE-UNA del 2023 pinta feo: casi un cinco por ciento de nosotros ya ha caído en esta trampa. Y no son todos jóvenes, ¡son adultos entre 35 y 44 años, muchos con estudios secundarios incompletos! Esto demuestra que la necesidad y la falta de opciones nos obligan a tomar decisiones que luego nos cuestan caro. Parece que somos unos pardillos, diay.
La verdad es que el panorama general no ayuda. Tenemos un montón de hogares endeudados, poca inclusión financiera –la mitad de los hogares ya tiene algún crédito– y encima, muchos se van lejos del área metropolitana donde es difícil conseguir préstamos a tasas normales. Así, ¿qué esperamos? Que la gente se agarre a cualquier chinche que le ofrezcan, aunque le salga más caro que un viaje a Europa.
Y ahí es donde entra el “gota a gota”, ofreciendo dinero rápido, rápido, rapidísimo. Pero cuidado, porque esa rapidez tiene un precio… ¡y qué precio! Las tasas que cobran son astronómicas, superando con creces el límite legal. Hablando claro, te están comiendo vivo con intereses semanales o mensuales que llegan al veinte por ciento. ¡Es un robo a mano armada disfrazado de servicio!
Pero no es solo el abuso de los intereses lo que preocupa. Este negocio funciona como una mafia bien organizada, con dueñitos del capital, colocadores de dinero, logística y, lo más peligroso, cobradores. Estos tipos no tienen pena y usan la intimidación, el hostigamiento, y hasta cosas peores, para que pagues lo que te deben. Ya se han documentado amenazas, hurtos, agresiones... ¡y hasta homicidios relacionados con estas bandas!
El reporte de la ONU da datos alarmantes: entre 2023 y 2024 tuvimos más de dos mil denuncias por extorsión cobratoria, la mayoría concentradas en San José, pero pasando factura en todas las provincias. Además, parece que este problema se agrava entre mayo y octubre, cuando la economía se pone más dura. ¡Qué sal! Esta vaina va creciendo como la espuma y si no hacemos algo pronto, nos va a tragarnos enteros.
Entonces, mi gente, vamos a reflexionar: ¿Deberíamos exigir al gobierno implementar medidas más estrictas para regular estos prestamistas informales y proteger a las víctimas? ¿O deberíamos enfocarnos en fortalecer la educación financiera y crear alternativas económicas accesibles para que la gente no tenga que recurrir a estas soluciones desesperadas? ¡Dime tú qué piensas, que esto está que arde!
El estudio revela que ya no es cosa de los que andan buscando changuito pa’l café. Ahora, hasta el que tiene un brete decente se ve obligado a meterse en esta vaina pa’ salir del apuro. Montos entre doscientas y trescientas cincuenta lucas son lo común, y te juro, eso es suficiente pa’ meterte en un lío que te dure meses, si no años. ¡Una torta!
Lo más preocupante es que la encuesta de CINPE-UNA del 2023 pinta feo: casi un cinco por ciento de nosotros ya ha caído en esta trampa. Y no son todos jóvenes, ¡son adultos entre 35 y 44 años, muchos con estudios secundarios incompletos! Esto demuestra que la necesidad y la falta de opciones nos obligan a tomar decisiones que luego nos cuestan caro. Parece que somos unos pardillos, diay.
La verdad es que el panorama general no ayuda. Tenemos un montón de hogares endeudados, poca inclusión financiera –la mitad de los hogares ya tiene algún crédito– y encima, muchos se van lejos del área metropolitana donde es difícil conseguir préstamos a tasas normales. Así, ¿qué esperamos? Que la gente se agarre a cualquier chinche que le ofrezcan, aunque le salga más caro que un viaje a Europa.
Y ahí es donde entra el “gota a gota”, ofreciendo dinero rápido, rápido, rapidísimo. Pero cuidado, porque esa rapidez tiene un precio… ¡y qué precio! Las tasas que cobran son astronómicas, superando con creces el límite legal. Hablando claro, te están comiendo vivo con intereses semanales o mensuales que llegan al veinte por ciento. ¡Es un robo a mano armada disfrazado de servicio!
Pero no es solo el abuso de los intereses lo que preocupa. Este negocio funciona como una mafia bien organizada, con dueñitos del capital, colocadores de dinero, logística y, lo más peligroso, cobradores. Estos tipos no tienen pena y usan la intimidación, el hostigamiento, y hasta cosas peores, para que pagues lo que te deben. Ya se han documentado amenazas, hurtos, agresiones... ¡y hasta homicidios relacionados con estas bandas!
El reporte de la ONU da datos alarmantes: entre 2023 y 2024 tuvimos más de dos mil denuncias por extorsión cobratoria, la mayoría concentradas en San José, pero pasando factura en todas las provincias. Además, parece que este problema se agrava entre mayo y octubre, cuando la economía se pone más dura. ¡Qué sal! Esta vaina va creciendo como la espuma y si no hacemos algo pronto, nos va a tragarnos enteros.
Entonces, mi gente, vamos a reflexionar: ¿Deberíamos exigir al gobierno implementar medidas más estrictas para regular estos prestamistas informales y proteger a las víctimas? ¿O deberíamos enfocarnos en fortalecer la educación financiera y crear alternativas económicas accesibles para que la gente no tenga que recurrir a estas soluciones desesperadas? ¡Dime tú qué piensas, que esto está que arde!