¡Ay, Dios mío, qué torta! Resulta que nos hemos ido casi mil cuatrocientos millones de colones en combustible robado durante los últimos tres años. Sí, leíste bien, ¡una fortuna literal! Imagínate cuántas escuelas podríamos haber construido o cuántas carreteras podrías mejorar con esa plata, pero no, se la están llevando los pillos. Esta información salió a relucir gracias a unos cálculos de la Cámara de Empresarios del Combustible, quienes andan preocupadísimos por cómo esto les está afectando a ellos y a nosotros, los consumidores.
Según la Cámara, esta suma considerable –unos ₡1.400 millones– representa la cantidad aproximada de combustible que se ha sustraído desde 2023 hasta ahora. Lo curioso es que los datos oficiales solamente permiten comparar periodos de seis meses, así que estamos hablando de un resumen de esos lapsos. Aunque hay algunas señales de mejora este año, la situación sigue siendo grave, vamos, ¡un brete!
Para ponerle números a la cosa, en la primera mitad del 2023 se robaron aproximadamente 2.4 millones de litros de combustible. Un año después, en la primera quincena del 2024, esa cifra bajó a 2.2 millones, pero este año, ¡ay, este año!, tuvimos 1.9 millones de litros desaparecidos. Claramente, no somos campeones en combatir este problema, ¿verdad?
Fernando Barrantes, quien anda como presidente de la Cámara de Empresarios del Combustible, expresó su frustración diciendo que el robo de gasolina es una constante preocupación, un tema que siempre está en el tapete de Recope. “Esto afecta directamente las ventas promedio de una estación”, explicó Barrantes, añadiendo que también golpea las finanzas de sus miembros. Es que nadie quiere pagar por algo que otros se están robando, ¿quién lo entendería?
Lo que preocupa aún más a la Cámara es que, pese a la aparente disminución en las tomas ilegales este año, siguen llegando denuncias e informes sobre posibles robos. Parece ser que algunos inescrupulosos se dedican a alquilar propiedades cercanas a ductos de combustible, aprovechándose de la situación para robar la mercancía. ¡Qué descaramiento! Y ni hablar de aquellos comercios que, supuestamente, saben que están comprando combustible robado. Da gusto saber que hay gente dispuesta a complicarse la vida así, diay.
Barrantes también señaló que la situación es compleja porque existe una red de personas involucradas en la distribución de este combustible ilícito. No es solo cuestión de encontrar a los ladrones que toman la gasolina del ducto, sino también de perseguir a los que la venden y a los que la compran sabiendo que proviene de fuentes ilícitas. Parece que tenemos que meterle toda la máquina si queremos acabar con este problema de una vez por todas.
Además, el impacto ambiental no se puede pasar por alto. Quemar combustible robado significa contribuir a la contaminación atmosférica y agravar el cambio climático, una vara que ya está bastante complicada. Sumemos a eso los riesgos de seguridad asociados con el almacenamiento y transporte de gasolina ilegal, y tendremos una situación mucho peor de lo que parece a simple vista. Es un círculo vicioso que necesita urgentemente una solución.
Con todo esto, me pregunto, ¿qué medidas drásticas deberían tomarse para frenar esta ola de robos de combustible y proteger tanto las finanzas del país como el medio ambiente? ¿Deberíamos aumentar la vigilancia en los ductos, endurecer las penas para los culpables, o quizás implementar nuevas tecnologías para rastrear el origen del combustible? Compartan sus ideas en el foro, ¡necesitamos soluciones creativas para este problemón!
Según la Cámara, esta suma considerable –unos ₡1.400 millones– representa la cantidad aproximada de combustible que se ha sustraído desde 2023 hasta ahora. Lo curioso es que los datos oficiales solamente permiten comparar periodos de seis meses, así que estamos hablando de un resumen de esos lapsos. Aunque hay algunas señales de mejora este año, la situación sigue siendo grave, vamos, ¡un brete!
Para ponerle números a la cosa, en la primera mitad del 2023 se robaron aproximadamente 2.4 millones de litros de combustible. Un año después, en la primera quincena del 2024, esa cifra bajó a 2.2 millones, pero este año, ¡ay, este año!, tuvimos 1.9 millones de litros desaparecidos. Claramente, no somos campeones en combatir este problema, ¿verdad?
Fernando Barrantes, quien anda como presidente de la Cámara de Empresarios del Combustible, expresó su frustración diciendo que el robo de gasolina es una constante preocupación, un tema que siempre está en el tapete de Recope. “Esto afecta directamente las ventas promedio de una estación”, explicó Barrantes, añadiendo que también golpea las finanzas de sus miembros. Es que nadie quiere pagar por algo que otros se están robando, ¿quién lo entendería?
Lo que preocupa aún más a la Cámara es que, pese a la aparente disminución en las tomas ilegales este año, siguen llegando denuncias e informes sobre posibles robos. Parece ser que algunos inescrupulosos se dedican a alquilar propiedades cercanas a ductos de combustible, aprovechándose de la situación para robar la mercancía. ¡Qué descaramiento! Y ni hablar de aquellos comercios que, supuestamente, saben que están comprando combustible robado. Da gusto saber que hay gente dispuesta a complicarse la vida así, diay.
Barrantes también señaló que la situación es compleja porque existe una red de personas involucradas en la distribución de este combustible ilícito. No es solo cuestión de encontrar a los ladrones que toman la gasolina del ducto, sino también de perseguir a los que la venden y a los que la compran sabiendo que proviene de fuentes ilícitas. Parece que tenemos que meterle toda la máquina si queremos acabar con este problema de una vez por todas.
Además, el impacto ambiental no se puede pasar por alto. Quemar combustible robado significa contribuir a la contaminación atmosférica y agravar el cambio climático, una vara que ya está bastante complicada. Sumemos a eso los riesgos de seguridad asociados con el almacenamiento y transporte de gasolina ilegal, y tendremos una situación mucho peor de lo que parece a simple vista. Es un círculo vicioso que necesita urgentemente una solución.
Con todo esto, me pregunto, ¿qué medidas drásticas deberían tomarse para frenar esta ola de robos de combustible y proteger tanto las finanzas del país como el medio ambiente? ¿Deberíamos aumentar la vigilancia en los ductos, endurecer las penas para los culpables, o quizás implementar nuevas tecnologías para rastrear el origen del combustible? Compartan sus ideas en el foro, ¡necesitamos soluciones creativas para este problemón!