Maes, seamos honestos. A nadie le cuadra la idea de pasar por el quirófano. Uno se imagina la cicatriz gigante, el dolor después, y las semanas enteras pegado a la cama viendo tele mientras el mundo sigue girando. Es una vara que estresa. Por eso, cuando uno se entera de noticias como esta, de verdad que da gusto. Resulta que la gente del hospital Enrique Baltodano Briceño, allá en el corazón de Liberia, se acaba de anotar un golazo de media cancha. Se trajeron un chunche nuevo que, sin paja, va a cambiarle la vida a un montón de guanacastecos. ¡Qué tuanis empezar la semana con un notición así!
Hablemos de este aparatejo. Se llama "torre de laparoscopía" y, aunque suene a algo que uno vería en una base espacial, es básicamente un sistema para que los cirujanos puedan operar haciendo cortaditas mínimas, casi invisibles. En lugar del tajo tradicional, meten una camarita y unas herramientas súper finas por incisiones que parecen un rasguño. El doctor ve todo en una pantalla gigante de alta definición, como si estuviera jugando el videojuego más preciso del mundo. Esto, maes, no es cualquier cosa. Es tecnología de punta que hasta hace poco parecía exclusiva de hospitales privados carísimos o de la capital. Verla aterrizar en Liberia es una señal increíble de que la Caja, cuando se pone las pilas, hace las cosas a cachete.
Pero bueno, ¿y esto en qué nos beneficia al resto de mortales? Diay, en todo. El doctor Marvin Palma, que es el director del hospi, lo dejó clarísimo: la recuperación es otro nivel. Menos dolor postoperatorio, menos tiempo internado en el hospital y, lo más importante, un regreso mucho más rápido a la vida normal. Pónganse a pensar en el compa que tiene un brete físico, o en la señora dueña de una soda. Antes, una cirugía de vesícula significaba cerrar el negocio o pedir un mes de incapacidad. Ahora, con esta técnica, el tiempo se reduce dramáticamente. Ya lo están usando para esas operaciones y para apendicitis, y planean usarlo para hernias, cirugías de colon y hasta para tomar biopsias. Es una diferencia brutal entre quedar hecho leña por semanas y estar de vuelta en la jugada en mucho menos tiempo.
Claro, una maravilla así no es barata. La CCSS le metió ¢111 millones a esta inversión. Y aunque nunca falta el que se queja de los gastos de la Caja, esta es la clase de plata que uno aplaude ver invertida. Es una inversión directa en la calidad de vida de la gente, en descentralizar la buena medicina y en darle a los doctores y enfermeras de las zonas rurales las herramientas que se merecen para hacer su trabajo. Es un mensaje potente que dice que la salud de un vecino de Cañas o de La Cruz importa exactamente lo mismo que la de alguien de Escazú. Ya era hora de que la tecnología de punta dejara de ser un lujo exclusivo de la GAM.
Al final del día, esta vara va más allá del equipo nuevo. Se trata de equidad, de modernización y de esperanza. Es un recordatorio de que, a pesar de todos los despistes y las listas de espera, la Caja sigue siendo una institución fundamental que puede lograr cosas increíbles. Un aplauso de pie para todo el personal del hospital de Liberia que ahora tiene este chuzo de herramienta para seguir salvando vidas, pero con técnicas del siglo XXI. De verdad, ¡qué nivel de noticia!
Maes, más allá de felicitar a la gente de Liberia, la pregunta es: ¿en qué otra zona fuera de la GAM sienten ustedes que la Caja debería meterle el hombro con tecnología así de tuanis? ¿Dónde más urge un empujón de estos?
Hablemos de este aparatejo. Se llama "torre de laparoscopía" y, aunque suene a algo que uno vería en una base espacial, es básicamente un sistema para que los cirujanos puedan operar haciendo cortaditas mínimas, casi invisibles. En lugar del tajo tradicional, meten una camarita y unas herramientas súper finas por incisiones que parecen un rasguño. El doctor ve todo en una pantalla gigante de alta definición, como si estuviera jugando el videojuego más preciso del mundo. Esto, maes, no es cualquier cosa. Es tecnología de punta que hasta hace poco parecía exclusiva de hospitales privados carísimos o de la capital. Verla aterrizar en Liberia es una señal increíble de que la Caja, cuando se pone las pilas, hace las cosas a cachete.
Pero bueno, ¿y esto en qué nos beneficia al resto de mortales? Diay, en todo. El doctor Marvin Palma, que es el director del hospi, lo dejó clarísimo: la recuperación es otro nivel. Menos dolor postoperatorio, menos tiempo internado en el hospital y, lo más importante, un regreso mucho más rápido a la vida normal. Pónganse a pensar en el compa que tiene un brete físico, o en la señora dueña de una soda. Antes, una cirugía de vesícula significaba cerrar el negocio o pedir un mes de incapacidad. Ahora, con esta técnica, el tiempo se reduce dramáticamente. Ya lo están usando para esas operaciones y para apendicitis, y planean usarlo para hernias, cirugías de colon y hasta para tomar biopsias. Es una diferencia brutal entre quedar hecho leña por semanas y estar de vuelta en la jugada en mucho menos tiempo.
Claro, una maravilla así no es barata. La CCSS le metió ¢111 millones a esta inversión. Y aunque nunca falta el que se queja de los gastos de la Caja, esta es la clase de plata que uno aplaude ver invertida. Es una inversión directa en la calidad de vida de la gente, en descentralizar la buena medicina y en darle a los doctores y enfermeras de las zonas rurales las herramientas que se merecen para hacer su trabajo. Es un mensaje potente que dice que la salud de un vecino de Cañas o de La Cruz importa exactamente lo mismo que la de alguien de Escazú. Ya era hora de que la tecnología de punta dejara de ser un lujo exclusivo de la GAM.
Al final del día, esta vara va más allá del equipo nuevo. Se trata de equidad, de modernización y de esperanza. Es un recordatorio de que, a pesar de todos los despistes y las listas de espera, la Caja sigue siendo una institución fundamental que puede lograr cosas increíbles. Un aplauso de pie para todo el personal del hospital de Liberia que ahora tiene este chuzo de herramienta para seguir salvando vidas, pero con técnicas del siglo XXI. De verdad, ¡qué nivel de noticia!
Maes, más allá de felicitar a la gente de Liberia, la pregunta es: ¿en qué otra zona fuera de la GAM sienten ustedes que la Caja debería meterle el hombro con tecnología así de tuanis? ¿Dónde más urge un empujón de estos?