¡Ay, mi Dios! Esta historia me dejó raspao’ como la papaya en el sol. Resulta que un pibe de Argentina, Ramiro Conti, de apenas doce añitos, nos demuestra que hasta en las situaciones más chungas, siempre hay luz al final del túnel. Este chamaco ha pasado por mil batallas: enfermedades, bullying y hasta le robaron su identidad digital. Pero, ¡aguas!, porque esto no termina ahí… ¡el tipo terminó conectando con Bizarrap!
Imagínate, Ramiro lleva conviviendo con unos nódulos en el cerebro desde los dos años, lo que implica un montón de visitas al hospital y medicamentos diarios. Su papá, Gabriel, nos cuenta que las hospitalizaciones eran parte de su rutina de infante. Pobre chico, además, tiene que lidiar con la pérdida de las cejas debido a la medicación, lo cual aprovechan algunos matones para hacerle burla. ¡Qué poca monta!”, diríamos nosotros acá en Costa Rica.
Esto nos hace reflexionar, ¿no? Acá en nuestro país estamos hablando mucho de salud mental y de cómo combatir el bullying, y la experiencia de Ramiro nos dice que todavía tenemos un largo brete por recorrer. Miles de niños y jóvenes en toda la región pasan por situaciones similares, siendo juzgados y discriminados por cosas que simplemente escapan a su control. ¡Es hora de ponerle corazón a este asunto!
Pero ahora sí, hablemos de cómo Ramiro transformó todo eso en algo positivo. A pesar de las restricciones médicas que le impiden jugar fútbol de manera intensa, encontró su refugio analizando y narrando los partidos. Gracias a su hermano, Gonzalo, periodista deportivo, descubrió su talento para comunicar y compartir su pasión por el fútbol. ¿Se imaginan? Empezó a comentar los partidos desde su habitación, como un jueguito, ¡y se armó una comunidad entera!
Y así nació su canal en TikTok. Rápidamente se hizo famoso por su estilo respetuoso, su forma auténtica de hablar de deporte y su habilidad para conectar con la gente. Sus comentarios, muy diferentes a la estridencia que vemos en otras redes, le abrieron paso. Era pura magia ver cómo este pibe lograba transmitir tanta emoción con palabras. Un verdadero chunche, diay.
Pero entonces, llegó el golpe bajo. Alguien creó una cuenta falsa con su nombre en Instagram y empezó a subir contenido haciéndose pasar por él, robándose sus seguidores y su voz. ¡Qué sal! Imaginen la frustración de un niño de 12 años perder su cuenta, su espacio en internet. En estos tiempos donde todo el mundo está pegao' a las redes, perder eso es como perder una parte de ti mismo.
La guinda del pastel llegó cuando Bizarrap, el famoso productor musical, se dio cuenta de lo que estaba pasando. En lugar de ignorarlo, decidió meterse de lleno en el problema. Se comunicó directamente con Ramiro, charlaron durante un mes y, contra todo pronóstico, logró convencer al ladrón de cuentas para que devolviera el perfil original. ¡Hasta le mandó un saludo personalizado a la familia! Qué nivel, mi pana. Demostrando que la empatía y la buena onda todavía existen en este mundo digital.
Ahora bien, ¿qué podemos aprender de esta historia? Quizás lo más impresionante no sea tanto la ayuda de Bizarrap, sino la actitud positiva de Ramiro frente a la adversidad. Después de todo lo que vivió, aún considera que el que creó la cuenta falsa era “de buena onda”. ¡Eso sí que es madurez! Así que, con la mira puesta en el Mundial y planeando seguir comentando los partidos de la selección argentina, Ramiro sigue inspirándonos a todos. Me pregunto, ¿cree usted que la respuesta altruista de Bizarrap es un fenómeno aislado o reflejo de un cambio cultural hacia una mayor responsabilidad social en el mundo del entretenimiento?
Imagínate, Ramiro lleva conviviendo con unos nódulos en el cerebro desde los dos años, lo que implica un montón de visitas al hospital y medicamentos diarios. Su papá, Gabriel, nos cuenta que las hospitalizaciones eran parte de su rutina de infante. Pobre chico, además, tiene que lidiar con la pérdida de las cejas debido a la medicación, lo cual aprovechan algunos matones para hacerle burla. ¡Qué poca monta!”, diríamos nosotros acá en Costa Rica.
Esto nos hace reflexionar, ¿no? Acá en nuestro país estamos hablando mucho de salud mental y de cómo combatir el bullying, y la experiencia de Ramiro nos dice que todavía tenemos un largo brete por recorrer. Miles de niños y jóvenes en toda la región pasan por situaciones similares, siendo juzgados y discriminados por cosas que simplemente escapan a su control. ¡Es hora de ponerle corazón a este asunto!
Pero ahora sí, hablemos de cómo Ramiro transformó todo eso en algo positivo. A pesar de las restricciones médicas que le impiden jugar fútbol de manera intensa, encontró su refugio analizando y narrando los partidos. Gracias a su hermano, Gonzalo, periodista deportivo, descubrió su talento para comunicar y compartir su pasión por el fútbol. ¿Se imaginan? Empezó a comentar los partidos desde su habitación, como un jueguito, ¡y se armó una comunidad entera!
Y así nació su canal en TikTok. Rápidamente se hizo famoso por su estilo respetuoso, su forma auténtica de hablar de deporte y su habilidad para conectar con la gente. Sus comentarios, muy diferentes a la estridencia que vemos en otras redes, le abrieron paso. Era pura magia ver cómo este pibe lograba transmitir tanta emoción con palabras. Un verdadero chunche, diay.
Pero entonces, llegó el golpe bajo. Alguien creó una cuenta falsa con su nombre en Instagram y empezó a subir contenido haciéndose pasar por él, robándose sus seguidores y su voz. ¡Qué sal! Imaginen la frustración de un niño de 12 años perder su cuenta, su espacio en internet. En estos tiempos donde todo el mundo está pegao' a las redes, perder eso es como perder una parte de ti mismo.
La guinda del pastel llegó cuando Bizarrap, el famoso productor musical, se dio cuenta de lo que estaba pasando. En lugar de ignorarlo, decidió meterse de lleno en el problema. Se comunicó directamente con Ramiro, charlaron durante un mes y, contra todo pronóstico, logró convencer al ladrón de cuentas para que devolviera el perfil original. ¡Hasta le mandó un saludo personalizado a la familia! Qué nivel, mi pana. Demostrando que la empatía y la buena onda todavía existen en este mundo digital.
Ahora bien, ¿qué podemos aprender de esta historia? Quizás lo más impresionante no sea tanto la ayuda de Bizarrap, sino la actitud positiva de Ramiro frente a la adversidad. Después de todo lo que vivió, aún considera que el que creó la cuenta falsa era “de buena onda”. ¡Eso sí que es madurez! Así que, con la mira puesta en el Mundial y planeando seguir comentando los partidos de la selección argentina, Ramiro sigue inspirándonos a todos. Me pregunto, ¿cree usted que la respuesta altruista de Bizarrap es un fenómeno aislado o reflejo de un cambio cultural hacia una mayor responsabilidad social en el mundo del entretenimiento?