Maes, se acabó. La caminada más grande del país, esa peregrinación que nos une a todos en una mezcla de fe, sudor, ampollas y ganas de llegar a ver a la Negrita, ya es historia para este 2025. Y la noticia con la que amanecimos hoy es, sinceramente, para aplaudir de pie: cerramos el operativo con cero víctimas mortales. ¡Qué nivel! En un evento que moviliza a cientos de miles de personas, lograr un saldo blanco es una victoria nacional, un recordatorio de que cuando nos organizamos, las cosas salen bien.
Hablemos del elefante en la sala, o más bien, de los héroes de chaleco rojo. La Cruz Roja, como siempre, se la jugó. El brete que se montaron fue monumental. Estamos hablando de más de 600 cruzrojistas voluntarios y 100 vehículos de emergencia desplegados por todo el GAM, desde San Pedro hasta los pies de la Basílica. ¡Qué carga de operativo! No es solo poner una tiendita con curitas; es una logística brutal para asegurar que, sin importar dónde te diera el bajonazo, tuvieras ayuda cerca. Y las cifras no mienten: de las 2.196 atenciones, casi mil (962 para ser exactos) fueron ahí mismo, en el corazón de la acción en Cartago.
Ahora, entremos al detalle, porque los números cuentan una historia fascinante sobre lo que realmente es hacer la Romería. La gran mayoría de casos, casi 1.900, fueron atenciones médicas "estándar". Diay, es que una caminada de esas no es cualquier vara. Son los gajes del oficio del romero: dolores musculares, deshidratación, ampollas del tamaño de una moneda de cien y el clásico "ya no doy más". Pero también hubo 220 casos por traumas (torceduras y caídas, imagino), 22 por quemaduras (ese sol de agosto no perdona), y hasta una doña embarazada que necesitó asistencia. Es un microcosmos de lo que puede pasar en cualquier ciudad, pero concentrado en una sola ruta.
Y ojo al dato que sigue, porque rompe estereotipos. De todas las personas atendidas, 1.421 fueron mujeres y 772 hombres. ¡Pura vida, güilas! Dándolo todo en la ruta de la fe. Esto demuestra que la resistencia y la devoción no tienen género. Otro dato interesante es el rango de edad: el grupo que más necesitó una manita de los cruzrojistas fue el de 51 a 60 años, con casi 400 casos. Esos son los que tienen la fe de acero y, probablemente, las rodillas pidiendo cacao. Una prueba de que la voluntad es más fuerte que cualquier dolorcillo.
Claro, no todo fue agüita y pomada. Hubo 47 traslados a centros médicos, y 9 de esos eran casos críticos. Y aquí es donde uno entiende la verdadera magnitud del brete de la Benemérita. Esos 9 maes están contando el cuento hoy gracias a que había una ambulancia cerca, un paramédico que supo qué hacer y un sistema que funcionó a la perfección. No es un dato negativo; al contrario, es la prueba de fuego de que el operativo fue un éxito rotundo. Prevenir es bueno, pero responder a la emergencia con esa eficacia es lo que salva vidas.
Al final del día, la vara es que la Romería 2025 fue un éxito por donde se le vea. Salió a cachete. Una combinación perfecta entre la fe personal de miles de ticos y la organización impecable de cientos de voluntarios que sacrificaron su tiempo para cuidar a los demás. Es un reflejo de ese Costa Rica que a veces se nos olvida que existe: el solidario, el que se arremanga y ayuda sin pedir nada a cambio. Y eso, maes, es tan milagroso como llegar a la Basílica.
Y ustedes, ¿cómo les fue en la caminada? ¿Tienen alguna anécdota de este año? ¿Algún héroe de la Cruz Roja que les salvó la tanda o simplemente les dio una palabra de aliento? ¡Cuenten todo en los comentarios!
Hablemos del elefante en la sala, o más bien, de los héroes de chaleco rojo. La Cruz Roja, como siempre, se la jugó. El brete que se montaron fue monumental. Estamos hablando de más de 600 cruzrojistas voluntarios y 100 vehículos de emergencia desplegados por todo el GAM, desde San Pedro hasta los pies de la Basílica. ¡Qué carga de operativo! No es solo poner una tiendita con curitas; es una logística brutal para asegurar que, sin importar dónde te diera el bajonazo, tuvieras ayuda cerca. Y las cifras no mienten: de las 2.196 atenciones, casi mil (962 para ser exactos) fueron ahí mismo, en el corazón de la acción en Cartago.
Ahora, entremos al detalle, porque los números cuentan una historia fascinante sobre lo que realmente es hacer la Romería. La gran mayoría de casos, casi 1.900, fueron atenciones médicas "estándar". Diay, es que una caminada de esas no es cualquier vara. Son los gajes del oficio del romero: dolores musculares, deshidratación, ampollas del tamaño de una moneda de cien y el clásico "ya no doy más". Pero también hubo 220 casos por traumas (torceduras y caídas, imagino), 22 por quemaduras (ese sol de agosto no perdona), y hasta una doña embarazada que necesitó asistencia. Es un microcosmos de lo que puede pasar en cualquier ciudad, pero concentrado en una sola ruta.
Y ojo al dato que sigue, porque rompe estereotipos. De todas las personas atendidas, 1.421 fueron mujeres y 772 hombres. ¡Pura vida, güilas! Dándolo todo en la ruta de la fe. Esto demuestra que la resistencia y la devoción no tienen género. Otro dato interesante es el rango de edad: el grupo que más necesitó una manita de los cruzrojistas fue el de 51 a 60 años, con casi 400 casos. Esos son los que tienen la fe de acero y, probablemente, las rodillas pidiendo cacao. Una prueba de que la voluntad es más fuerte que cualquier dolorcillo.
Claro, no todo fue agüita y pomada. Hubo 47 traslados a centros médicos, y 9 de esos eran casos críticos. Y aquí es donde uno entiende la verdadera magnitud del brete de la Benemérita. Esos 9 maes están contando el cuento hoy gracias a que había una ambulancia cerca, un paramédico que supo qué hacer y un sistema que funcionó a la perfección. No es un dato negativo; al contrario, es la prueba de fuego de que el operativo fue un éxito rotundo. Prevenir es bueno, pero responder a la emergencia con esa eficacia es lo que salva vidas.
Al final del día, la vara es que la Romería 2025 fue un éxito por donde se le vea. Salió a cachete. Una combinación perfecta entre la fe personal de miles de ticos y la organización impecable de cientos de voluntarios que sacrificaron su tiempo para cuidar a los demás. Es un reflejo de ese Costa Rica que a veces se nos olvida que existe: el solidario, el que se arremanga y ayuda sin pedir nada a cambio. Y eso, maes, es tan milagroso como llegar a la Basílica.
Y ustedes, ¿cómo les fue en la caminada? ¿Tienen alguna anécdota de este año? ¿Algún héroe de la Cruz Roja que les salvó la tanda o simplemente les dio una palabra de aliento? ¡Cuenten todo en los comentarios!