¡Ay, Dios mío! Qué pena esto que pasa en el país… Otro día, otra tragedia. Esta vez, el sector de Tamarindo, en Santa Cruz, Guanacaste, amaneció sacudido por un ataque armado que dejó a una persona sin vida y a dos más luchando por sus vidas. A ver, que si nadie hace nada, vamos todos parecidos…
Según información preliminar de la Cruz Roja, la emergencia se reportó pasaditas las dos de la mañana. Imagínate la peña que debieron estar pasando los vecinos al escuchar esos disparos. Al llegar al lugar, los paramédicos encontraron a un hombre ya sin pulso, una situación bien cabrona, diay. Rápidamente trasladaron a otros dos individuos, un hombre y una mujer, en condiciones realmente críticas hacia el hospital, cruzando los dedos para que aguanten.
Las autoridades policiales tomaron control de la escena, tapiándose la boca para no soltar ni prenda de las investigaciones. Hasta ahora, la identidad de las víctimas se mantiene bajo siete llaves, esperando que les den resultados de ADN o algo así. Lo que sí sabemos es que esto le da pa’ pensar a cualquiera, porque parece que la violencia se está extendiendo como maleza por todo el territorio nacional, y eso no es pinta bonita.
Este tipo de incidentes nos recuerdan, nuevamente, la creciente preocupación por la inseguridad en nuestra querida Guanacaste. Ya no es novedad que turistas y residentes por igual sienten temor al caminar por ciertas zonas, especialmente durante la noche. Antes era tranquila la zona, hoy es como armar circo cada vez que te vas a dar una vuelta. ¿Quién va a querer venir a disfrutar de nuestras playas si esto sigue así?
Muchos señalan la falta de patrullaje constante y la presencia limitada de agentes de seguridad como factores clave que contribuyen a este panorama desalentador. Otros apuntan al aumento del consumo de drogas y la influencia de grupos criminales organizados, que operan desde fuera y dentro del país. Vamos, que esto huele a podrido desde lejos, y hay que hacer algo rápido antes de que la cosa se ponga peor. Esto no puede seguir siendo un ciclo infinito de tragedias.
Recordemos que esta no es la primera vez que Santa Cruz es escenario de hechos violentos. En los últimos meses, hemos visto un incremento alarmante en robos, asaltos y hasta homicidios, generando una sensación de angustia e incertidumbre entre la población. Algunos piden mayor inversión en programas sociales y educativos para abordar las causas profundas de la delincuencia, mientras que otros claman por mano dura y medidas más estrictas para castigar a los culpables.
Por supuesto, el gobierno ha respondido a estas inquietudes prometiendo reforzar la seguridad y aumentar la presencia policial en las áreas más conflictivas. Pero muchos creen que estas acciones son insuficientes y tardías. “Ya cansamos de promesas vacías,” dicen algunos lugareños. “Queremos hechos, no palabras”. Mientras tanto, la comunidad permanece en vilo, rezando para que estos episodios de violencia cesen pronto y se pueda recuperar la tranquilidad perdida. Este brete nos toca vivir a todos, maé.
Según información preliminar de la Cruz Roja, la emergencia se reportó pasaditas las dos de la mañana. Imagínate la peña que debieron estar pasando los vecinos al escuchar esos disparos. Al llegar al lugar, los paramédicos encontraron a un hombre ya sin pulso, una situación bien cabrona, diay. Rápidamente trasladaron a otros dos individuos, un hombre y una mujer, en condiciones realmente críticas hacia el hospital, cruzando los dedos para que aguanten.
Las autoridades policiales tomaron control de la escena, tapiándose la boca para no soltar ni prenda de las investigaciones. Hasta ahora, la identidad de las víctimas se mantiene bajo siete llaves, esperando que les den resultados de ADN o algo así. Lo que sí sabemos es que esto le da pa’ pensar a cualquiera, porque parece que la violencia se está extendiendo como maleza por todo el territorio nacional, y eso no es pinta bonita.
Este tipo de incidentes nos recuerdan, nuevamente, la creciente preocupación por la inseguridad en nuestra querida Guanacaste. Ya no es novedad que turistas y residentes por igual sienten temor al caminar por ciertas zonas, especialmente durante la noche. Antes era tranquila la zona, hoy es como armar circo cada vez que te vas a dar una vuelta. ¿Quién va a querer venir a disfrutar de nuestras playas si esto sigue así?
Muchos señalan la falta de patrullaje constante y la presencia limitada de agentes de seguridad como factores clave que contribuyen a este panorama desalentador. Otros apuntan al aumento del consumo de drogas y la influencia de grupos criminales organizados, que operan desde fuera y dentro del país. Vamos, que esto huele a podrido desde lejos, y hay que hacer algo rápido antes de que la cosa se ponga peor. Esto no puede seguir siendo un ciclo infinito de tragedias.
Recordemos que esta no es la primera vez que Santa Cruz es escenario de hechos violentos. En los últimos meses, hemos visto un incremento alarmante en robos, asaltos y hasta homicidios, generando una sensación de angustia e incertidumbre entre la población. Algunos piden mayor inversión en programas sociales y educativos para abordar las causas profundas de la delincuencia, mientras que otros claman por mano dura y medidas más estrictas para castigar a los culpables.
Por supuesto, el gobierno ha respondido a estas inquietudes prometiendo reforzar la seguridad y aumentar la presencia policial en las áreas más conflictivas. Pero muchos creen que estas acciones son insuficientes y tardías. “Ya cansamos de promesas vacías,” dicen algunos lugareños. “Queremos hechos, no palabras”. Mientras tanto, la comunidad permanece en vilo, rezando para que estos episodios de violencia cesen pronto y se pueda recuperar la tranquilidad perdida. Este brete nos toca vivir a todos, maé.