¡Aguántense!, porque el Ministerio de Educación Pública (MEP) le puso el alto a un jueguito que muchos estudiantes llevaban años aprovechándose. A partir del año que viene, olvídate de arrastrar materias o adelantar materias a diestra y siniestra; si te quedaste atrás, ¡tendrás que repetir el año!
Esto significa que el famoso decreto ejecutivo número 35355-MEP, que desde el 2009 permitía a los estudiantes pasar de grado dejando algunas materias pendientes para hacerlas más adelante, se va directo al basurero. El Ministro José Leonardo Sánchez lo confirmó a Diario Extra, explicando que esta decisión es parte de una reforma más grande dentro del reglamento REAC (Reglamento de Evaluación de los Aprendizajes y Conducta), que busca darle un giro a cómo evaluamos a nuestros estudiantes.
Según el ministro, la idea original detrás del arrastre de materias era buena: evitar que los muchachos se fueran del colegio por no poder avanzar. Pero, como dice el dicho, “la intención es linda, pero el camino a veces es pedregoso”. Resulta que la práctica se salió de control. Muchos estudiantes estaban matricular en cursos de diferentes niveles, con horarios que parecían un laberinto, y nadie les daba el seguimiento adecuado.
Y no solo eso, la cosa se había convertido más en una solución administrativa que pedagógica, según la exviceministra Rocío Solís. Ella nos comentó que este sistema terminaba normalizando la repitencia parcial, posponiendo la verdadera solución a los problemas que llevan a los estudiantes a quedarse atrás. Imagínate, estudiantes aburridos y frustrados, tratando de digerir conceptos de cursos completamente distintos, sintiéndose perdidos en el camino. ¡Un churro!
Las estadísticas hablan por sí solas: entre 2016 y 2021, ¡casi 38 mil estudiantes aprovecharon este sistema! Un número considerable que demuestra que el arrastre de materias se había convertido en una opción común, casi obligatoria para muchos. Pero la verdad es que no siempre funcionaba como se esperaba, dejando a algunos alumnos aún más confundidos y con menos ganas de estudiar.
Ahora, el reto es claro: identificar las razones por las cuales los estudiantes tienen dificultades para aprobar las materias y ofrecerles el apoyo necesario. No sirve de nada simplemente obligarlos a repetir el año sin abordar los problemas de fondo. Necesitamos mejorar la calidad de la enseñanza, brindar recursos adecuados a los docentes y crear un ambiente de aprendizaje motivador para todos.
Muchos padres de familia andan preocupados, preguntándose cómo esto afectará a sus hijos. Algunos temen que aumente la deserción escolar, especialmente entre los estudiantes de bajos recursos que quizás necesiten un poco más de flexibilidad. Pero otros creen que esta medida es necesaria para exigir un mayor compromiso por parte de los estudiantes y mejorar el nivel general de educación en el país. Después de todo, como bien dicen, “quien quiere aprender, aprende”.
Esta nueva normativa seguro dará mucho de qué hablar. ¿Será justo exigir a los estudiantes que repitan el año si no aprueban todas las materias? ¿O deberíamos buscar otras alternativas que permitan a los estudiantes avanzar a su propio ritmo, sin dejar que queden atrapados en un ciclo de repitencias? ¿Ustedes, colegas, qué opinan? ¡Déjenme sus comentarios aquí abajo y vamos a debatir sobre este tema que afecta a toda la comunidad educativa!
Esto significa que el famoso decreto ejecutivo número 35355-MEP, que desde el 2009 permitía a los estudiantes pasar de grado dejando algunas materias pendientes para hacerlas más adelante, se va directo al basurero. El Ministro José Leonardo Sánchez lo confirmó a Diario Extra, explicando que esta decisión es parte de una reforma más grande dentro del reglamento REAC (Reglamento de Evaluación de los Aprendizajes y Conducta), que busca darle un giro a cómo evaluamos a nuestros estudiantes.
Según el ministro, la idea original detrás del arrastre de materias era buena: evitar que los muchachos se fueran del colegio por no poder avanzar. Pero, como dice el dicho, “la intención es linda, pero el camino a veces es pedregoso”. Resulta que la práctica se salió de control. Muchos estudiantes estaban matricular en cursos de diferentes niveles, con horarios que parecían un laberinto, y nadie les daba el seguimiento adecuado.
Y no solo eso, la cosa se había convertido más en una solución administrativa que pedagógica, según la exviceministra Rocío Solís. Ella nos comentó que este sistema terminaba normalizando la repitencia parcial, posponiendo la verdadera solución a los problemas que llevan a los estudiantes a quedarse atrás. Imagínate, estudiantes aburridos y frustrados, tratando de digerir conceptos de cursos completamente distintos, sintiéndose perdidos en el camino. ¡Un churro!
Las estadísticas hablan por sí solas: entre 2016 y 2021, ¡casi 38 mil estudiantes aprovecharon este sistema! Un número considerable que demuestra que el arrastre de materias se había convertido en una opción común, casi obligatoria para muchos. Pero la verdad es que no siempre funcionaba como se esperaba, dejando a algunos alumnos aún más confundidos y con menos ganas de estudiar.
Ahora, el reto es claro: identificar las razones por las cuales los estudiantes tienen dificultades para aprobar las materias y ofrecerles el apoyo necesario. No sirve de nada simplemente obligarlos a repetir el año sin abordar los problemas de fondo. Necesitamos mejorar la calidad de la enseñanza, brindar recursos adecuados a los docentes y crear un ambiente de aprendizaje motivador para todos.
Muchos padres de familia andan preocupados, preguntándose cómo esto afectará a sus hijos. Algunos temen que aumente la deserción escolar, especialmente entre los estudiantes de bajos recursos que quizás necesiten un poco más de flexibilidad. Pero otros creen que esta medida es necesaria para exigir un mayor compromiso por parte de los estudiantes y mejorar el nivel general de educación en el país. Después de todo, como bien dicen, “quien quiere aprender, aprende”.
Esta nueva normativa seguro dará mucho de qué hablar. ¿Será justo exigir a los estudiantes que repitan el año si no aprueban todas las materias? ¿O deberíamos buscar otras alternativas que permitan a los estudiantes avanzar a su propio ritmo, sin dejar que queden atrapados en un ciclo de repitencias? ¿Ustedes, colegas, qué opinan? ¡Déjenme sus comentarios aquí abajo y vamos a debatir sobre este tema que afecta a toda la comunidad educativa!
