Bueno, pues ahí va la nota. La ONU soltó este viernes que la hambruna en Gaza ya quedó atrás, ¡qué alivio!, pero ojo, que no nos pongamos a celebrar demasiado rápido porque la bronca ni ha empezado a solucionarse. Parece que el alto el fuego entre Israel y Hamás, ese que entró en vigor el 10 de octubre del año pasado, sí ayudó a que llegara más comida y cosas necesarias al lugar, pero la situación ahí sigue siendo más que complicada.
Según los técnicos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los números han mejorado un poquito en comparación con los meses más feos del conflicto. Ya saben, cuando la cosa estaba realmente desmadre. Pero eso no quiere decir que ahora todo esté chupete. Por el contrario, siguen teniendo problemas serios para comer y acceder a alimentos decentes.
Imagínense, aunque ya no estemos hablando de hambruna –que es la fase 5, la más grave–, casi toda la gente en Gaza sigue en “emergencia” (fase 4), hasta mitad de abril del 2026, según explican. Eso quiere decir que la chavalería, las mujeres embarazadas y los viejitos siguen corriendo peligro de pasarse de hambre y enfermarse. ¡Una verdadera torta!
Y si pensaban que la cosa iba a mejorar rapidito, piénsenlo otra vez. Las proyecciones de la ONU dicen que alrededor de un millón y medio de personas van a seguir pasando hambre, en “crisis” o peor, durante los próximos meses. Esto significa que no tienen cómo conseguir comida regularmente, dependen de la ayuda que llega y viven con el miedo constante de volver a pasar las pifias.
Vamos, que aunque hayan quitado el nombre de “hambruna”, la realidad es que el brete sigue ahí, agarrándole fuerte a la población. No es cuestión de tirarles flores cuando todavía les falta tanto para poder vivir tranquilos. Necesitan que siga llegando ayuda, que se reconstruyan las tiendas y mercados, y que haya paz, claro, pero eso ya es otro cantar… Una vara muy difícil, ¿eh?
Lo que queda claro es que salir de una hambruna no es como quitarle el polvo a los zapatos. Requiere mucho esfuerzo, mucha inversión y, sobre todo, voluntad política. Aquí se necesita que los países aporten, que se cumplan los acuerdos y que se priorice la necesidad de la gente por encima de cualquier interés político. Porque sino, seguimos dando vueltas en círculos y la chavalería se seguirá viendo afectada.
Ahora, entiendo que el alto el fuego le dio un respiro a la zona, pero la estabilidad sigue siendo tan frágil como una chinchorrita en un día de tormenta. Un desliz, una provocación, y volvemos a caer en el mismo pozo. Por eso es fundamental mantener la calma, seguir negociando y buscar soluciones duraderas a este problema que nos afecta a todos, aunque sea a distancia.
Así que, con toda esta información y sin echar relajo, me pregunto: ¿Creemoss que la comunidad internacional realmente hará lo necesario para asegurar la seguridad alimentaria a largo plazo en Gaza, o seguiremos viendo titulares optimistas que esconden una realidad mucho más dura? ¡Déjenme sus opiniones, que quiero saber qué piensan ustedes!
Según los técnicos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), los números han mejorado un poquito en comparación con los meses más feos del conflicto. Ya saben, cuando la cosa estaba realmente desmadre. Pero eso no quiere decir que ahora todo esté chupete. Por el contrario, siguen teniendo problemas serios para comer y acceder a alimentos decentes.
Imagínense, aunque ya no estemos hablando de hambruna –que es la fase 5, la más grave–, casi toda la gente en Gaza sigue en “emergencia” (fase 4), hasta mitad de abril del 2026, según explican. Eso quiere decir que la chavalería, las mujeres embarazadas y los viejitos siguen corriendo peligro de pasarse de hambre y enfermarse. ¡Una verdadera torta!
Y si pensaban que la cosa iba a mejorar rapidito, piénsenlo otra vez. Las proyecciones de la ONU dicen que alrededor de un millón y medio de personas van a seguir pasando hambre, en “crisis” o peor, durante los próximos meses. Esto significa que no tienen cómo conseguir comida regularmente, dependen de la ayuda que llega y viven con el miedo constante de volver a pasar las pifias.
Vamos, que aunque hayan quitado el nombre de “hambruna”, la realidad es que el brete sigue ahí, agarrándole fuerte a la población. No es cuestión de tirarles flores cuando todavía les falta tanto para poder vivir tranquilos. Necesitan que siga llegando ayuda, que se reconstruyan las tiendas y mercados, y que haya paz, claro, pero eso ya es otro cantar… Una vara muy difícil, ¿eh?
Lo que queda claro es que salir de una hambruna no es como quitarle el polvo a los zapatos. Requiere mucho esfuerzo, mucha inversión y, sobre todo, voluntad política. Aquí se necesita que los países aporten, que se cumplan los acuerdos y que se priorice la necesidad de la gente por encima de cualquier interés político. Porque sino, seguimos dando vueltas en círculos y la chavalería se seguirá viendo afectada.
Ahora, entiendo que el alto el fuego le dio un respiro a la zona, pero la estabilidad sigue siendo tan frágil como una chinchorrita en un día de tormenta. Un desliz, una provocación, y volvemos a caer en el mismo pozo. Por eso es fundamental mantener la calma, seguir negociando y buscar soluciones duraderas a este problema que nos afecta a todos, aunque sea a distancia.
Así que, con toda esta información y sin echar relajo, me pregunto: ¿Creemoss que la comunidad internacional realmente hará lo necesario para asegurar la seguridad alimentaria a largo plazo en Gaza, o seguiremos viendo titulares optimistas que esconden una realidad mucho más dura? ¡Déjenme sus opiniones, que quiero saber qué piensan ustedes!
