¡Ay, Dios mío! La cosa está caliente, mi gente. Parece que el asunto de las frecuencias de radio y televisión ha echado densas, y ahora varias emisoras cristianas andan con el agua al cuello, amenazando con apagarse. El Presidente Chaves tuvo que convocar a una reunión exprés con líderes de radios evangélicas y católicas, porque el plazo para participar en la subasta se les estaba encima, y vaya rollo que se armó.
Según fuentes de Presidencia, la intención del Mandatario es escuchar las inquietudes de estos medios, buscando alguna solución a este brete que se vive. Al parecer, quieren resolver cualquier cosa que esté generando controversia alrededor del proceso que está dirigiendo la Sutel, bajo la lupa del Micitt. De hecho, prometen darle duro al tema en una conferencia de prensa que dará este miércoles – a ver qué nos suelta el hombre, porque la cosa pinta más turbia que el café bien negro.
Pero la verdad, la polémica empezó mucho antes. Como saben, la subasta cerró el viernes pasado, y varios medios, tanto pequeños como grandes, decidieron ni siquiera molestarse en presentar propuestas. La razón es simple: los precios base que puso la Sutel son más salados que limonada en pleno diciembre. Hablamos de sumas que van desde unos módicos $380 mil hasta la friolera de $1.6 millones, dependiendo de la cobertura y el tipo de señal. ¡Imagínense!, esos números no son precisamente fáciles de conseguir, especialmente para pymes y medios comunitarios.
Fabricio Alvarado, el candidato de Nueva República, no tardó en encender las alarmas. Él mismo expresó su preocupación por el posible cierre de estaciones de corte cristiano, advirtiendo que esto significaría una pérdida irreparable para la sociedad. Según él, estas emisoras son espacios vitales de esperanza, formación humana y, sobre todo, de difusión del evangelio. Dijo textualmente: “Se apaga una señal y no solo se pierde un espacio de esperanza, de formación humana y de solidaridad, también se pierde la posibilidad de compartir el evangelio y salvar almas.” ¡Qué reflexión tan profunda!
Alvarado también lanzó indirectas al gobierno, cuestionando si realmente son tan conservadores como dicen ser, considerando cómo están tratando a la comunidad cristiana. Lo acusó de vacilar al pueblo fiel, recordando que no queremos que Costa Rica termine como otros países donde resulta difícil expresar libremente la fe. ¡Qué bronca!, porque la libertad religiosa es un derecho fundamental que no podemos permitir que se vea comprometido por decisiones económicas irresponsables.
Lo que preocupa aún más es que el comunicado oficial del gobierno solamente mencionaba a las radios de corte religioso. Olvidaron mencionar a otras emisoras que tampoco pudieron participar en la subasta, simplemente porque no tenían los recursos. Estamos hablando de Radio Sinfonola, un ícono de la radiofonía costarricense conocida por su música romántica y sus programas dedicados a los adultos mayores; Radio Columbia, con su larga trayectoria en la transmisión de información y cultura; y Radio Casino de Limón, con su identidad propia y su conexión con la región caribeña. También se suman Canal 14 de San Carlos y TV Sur de Pérez Zeledón, ambas emisoras que han sido pilares de la comunicación en sus respectivas zonas.
Para que se hagan una idea clara de los costos, la Sutel publicó una tabla escalofriante con los precios base para diferentes tipos de licencias. Para radio AM, los precios oscilan entre $9.653 y $386.102. Para radio FM, dependiendo del alcance, pueden llegar hasta los $193.051 para señales analógicas y $386.102 para híbridas. En cuanto a la televisión, los costos son aún más abultados, con precios que van desde $157.629 para alcance regional hasta la astronómica suma de $1.601.786 para la televisión digital a nivel nacional. ¡Un verdadero shock! Es como si quisieran obligar a los medios a venderse al mejor postor.
Precisamente, el sábado pasado, Radio Sinfonola anunció a través de sus redes sociales que se despedirían tras 60 años de historia, responsabilizando directamente al gobierno de Rodrigo Chaves por la situación. Su gerente general, Carlos Lafuente, expresó su frustración: “Radio Sinfonola es una pyme que no tiene la menor posibilidad de pagar los cientos de millones que el gobierno del señor Chaves le cobra si quiere seguir trabajando. Así las cosas, la frecuencia 90.3 será para un capital extranjero”. ¡Qué pena!”, Porque Radio Sinfonola es parte de nuestra idiosincrasia, un pedazo de nuestra memoria colectiva. Entonces, mi gente, ¿creen que el gobierno está manejando mal la situación de las frecuencias o simplemente se trata de un ajuste inevitable para modernizar el sector comunicacional?
Según fuentes de Presidencia, la intención del Mandatario es escuchar las inquietudes de estos medios, buscando alguna solución a este brete que se vive. Al parecer, quieren resolver cualquier cosa que esté generando controversia alrededor del proceso que está dirigiendo la Sutel, bajo la lupa del Micitt. De hecho, prometen darle duro al tema en una conferencia de prensa que dará este miércoles – a ver qué nos suelta el hombre, porque la cosa pinta más turbia que el café bien negro.
Pero la verdad, la polémica empezó mucho antes. Como saben, la subasta cerró el viernes pasado, y varios medios, tanto pequeños como grandes, decidieron ni siquiera molestarse en presentar propuestas. La razón es simple: los precios base que puso la Sutel son más salados que limonada en pleno diciembre. Hablamos de sumas que van desde unos módicos $380 mil hasta la friolera de $1.6 millones, dependiendo de la cobertura y el tipo de señal. ¡Imagínense!, esos números no son precisamente fáciles de conseguir, especialmente para pymes y medios comunitarios.
Fabricio Alvarado, el candidato de Nueva República, no tardó en encender las alarmas. Él mismo expresó su preocupación por el posible cierre de estaciones de corte cristiano, advirtiendo que esto significaría una pérdida irreparable para la sociedad. Según él, estas emisoras son espacios vitales de esperanza, formación humana y, sobre todo, de difusión del evangelio. Dijo textualmente: “Se apaga una señal y no solo se pierde un espacio de esperanza, de formación humana y de solidaridad, también se pierde la posibilidad de compartir el evangelio y salvar almas.” ¡Qué reflexión tan profunda!
Alvarado también lanzó indirectas al gobierno, cuestionando si realmente son tan conservadores como dicen ser, considerando cómo están tratando a la comunidad cristiana. Lo acusó de vacilar al pueblo fiel, recordando que no queremos que Costa Rica termine como otros países donde resulta difícil expresar libremente la fe. ¡Qué bronca!, porque la libertad religiosa es un derecho fundamental que no podemos permitir que se vea comprometido por decisiones económicas irresponsables.
Lo que preocupa aún más es que el comunicado oficial del gobierno solamente mencionaba a las radios de corte religioso. Olvidaron mencionar a otras emisoras que tampoco pudieron participar en la subasta, simplemente porque no tenían los recursos. Estamos hablando de Radio Sinfonola, un ícono de la radiofonía costarricense conocida por su música romántica y sus programas dedicados a los adultos mayores; Radio Columbia, con su larga trayectoria en la transmisión de información y cultura; y Radio Casino de Limón, con su identidad propia y su conexión con la región caribeña. También se suman Canal 14 de San Carlos y TV Sur de Pérez Zeledón, ambas emisoras que han sido pilares de la comunicación en sus respectivas zonas.
Para que se hagan una idea clara de los costos, la Sutel publicó una tabla escalofriante con los precios base para diferentes tipos de licencias. Para radio AM, los precios oscilan entre $9.653 y $386.102. Para radio FM, dependiendo del alcance, pueden llegar hasta los $193.051 para señales analógicas y $386.102 para híbridas. En cuanto a la televisión, los costos son aún más abultados, con precios que van desde $157.629 para alcance regional hasta la astronómica suma de $1.601.786 para la televisión digital a nivel nacional. ¡Un verdadero shock! Es como si quisieran obligar a los medios a venderse al mejor postor.
Precisamente, el sábado pasado, Radio Sinfonola anunció a través de sus redes sociales que se despedirían tras 60 años de historia, responsabilizando directamente al gobierno de Rodrigo Chaves por la situación. Su gerente general, Carlos Lafuente, expresó su frustración: “Radio Sinfonola es una pyme que no tiene la menor posibilidad de pagar los cientos de millones que el gobierno del señor Chaves le cobra si quiere seguir trabajando. Así las cosas, la frecuencia 90.3 será para un capital extranjero”. ¡Qué pena!”, Porque Radio Sinfonola es parte de nuestra idiosincrasia, un pedazo de nuestra memoria colectiva. Entonces, mi gente, ¿creen que el gobierno está manejando mal la situación de las frecuencias o simplemente se trata de un ajuste inevitable para modernizar el sector comunicacional?