¡Ay, Dios mío! Parece que este año vamos a comer changüeros en vez de turrones. Según datos recién salidos, el consumo de carne de cerdo se ha ido pa’ arriba como cohete, y ni hablar del chicharrón que ya está volviendo a dominar las mesas navideñas. Ya se sabe, las tradiciones ticas pesan más que cualquier dieta.
La Granja Porcina Americana soltó la bomba: durante estas fiestas, esperamos un aumento de hasta el 30% en el consumo de esta proteína. Esto significa que entre tamales, cenas de Navidad y Año Nuevo, vamos a estar rumbando con la chancla a toda marcha. En el 2024, nos comimos unos 19 kilos de carne de cerdo por cabeza, ¡una barbaridad!
Carlos Soto, el vocero de la Granja, nos contó qué cortes son los que más piden. La posta, la paleta y la costilla son básicas para los tamales; la pierna es la reina de la cena navideña, y el lomo de cerdo, bueno, eso se ha puesto de moda para hacer unas parrillas decentes. Pero no olvidemos la manteca de cerdo, porque aunque algunos la critiquen, sigue siendo indispensable para darle saborcito a los tamales y cocinar sin tanto engorde.
Pero ojo, parce, no hay que ir corriendo a la primera tienda que veamos. Soto nos recomienda buscar productos de granjas certificadas, esas que tienen el sello de Buenas Prácticas de Uso de Medicamentos Veterinarios (BPUMV). Así nos aseguramos de que la carne esté segura y que no le hayan metido chinchorro alguno. ¡Más vale prevenir que lamentar, diay!
Y hablando de prevención, revísale bien el empaque al chunche. Busca el origen del producto, quién lo produjo, la fecha, la rastreabilidad y los sellitos de certificación. Esa información te dice si estás comprando algo confiable, que cumple con todas las normitas. ¡No vaya a ser que nos querían vender carne de “bestia rara”!
Ahora, pare usted un momento... la carne de cerdo necesita estar fría, muy fría. Evite comprarla si está tirada a temperatura ambiente, porque ahí empiezan los problemas. Y cuando la manipules y la cocines, hágalo con cuidado, con utensilios limpios y a la temperatura adecuada. ¡No queremos pasarme limpiando el vómito a nadie en Año Nuevo!
Este brete del consumo de carne de cerdo me hace pensar en cómo han cambiado nuestras costumbres. Antes, la gente se preocupaba más por ahorrar y comer con moderación. Ahora, parece que todo es “más, más, más”. ¿Será que estamos perdiendo nuestra identidad cultural en pos del consumismo desenfrenado? Uno se queda pensando… Con tanta comida rica, es fácil olvidar otras cosas importantes, como pasar tiempo con la familia y agradecer por lo que tenemos.
Así que, aprovechemos estas fiestas para disfrutar de la buena mesa, sí, pero también para reflexionar sobre nuestros valores y prioridades. ¿Ustedes creen que el aumento del consumo de carne de cerdo refleja una pérdida de conexión con nuestras raíces ticas o simplemente es una muestra de que sabemos aprovechar la vida al máximo?
La Granja Porcina Americana soltó la bomba: durante estas fiestas, esperamos un aumento de hasta el 30% en el consumo de esta proteína. Esto significa que entre tamales, cenas de Navidad y Año Nuevo, vamos a estar rumbando con la chancla a toda marcha. En el 2024, nos comimos unos 19 kilos de carne de cerdo por cabeza, ¡una barbaridad!
Carlos Soto, el vocero de la Granja, nos contó qué cortes son los que más piden. La posta, la paleta y la costilla son básicas para los tamales; la pierna es la reina de la cena navideña, y el lomo de cerdo, bueno, eso se ha puesto de moda para hacer unas parrillas decentes. Pero no olvidemos la manteca de cerdo, porque aunque algunos la critiquen, sigue siendo indispensable para darle saborcito a los tamales y cocinar sin tanto engorde.
Pero ojo, parce, no hay que ir corriendo a la primera tienda que veamos. Soto nos recomienda buscar productos de granjas certificadas, esas que tienen el sello de Buenas Prácticas de Uso de Medicamentos Veterinarios (BPUMV). Así nos aseguramos de que la carne esté segura y que no le hayan metido chinchorro alguno. ¡Más vale prevenir que lamentar, diay!
Y hablando de prevención, revísale bien el empaque al chunche. Busca el origen del producto, quién lo produjo, la fecha, la rastreabilidad y los sellitos de certificación. Esa información te dice si estás comprando algo confiable, que cumple con todas las normitas. ¡No vaya a ser que nos querían vender carne de “bestia rara”!
Ahora, pare usted un momento... la carne de cerdo necesita estar fría, muy fría. Evite comprarla si está tirada a temperatura ambiente, porque ahí empiezan los problemas. Y cuando la manipules y la cocines, hágalo con cuidado, con utensilios limpios y a la temperatura adecuada. ¡No queremos pasarme limpiando el vómito a nadie en Año Nuevo!
Este brete del consumo de carne de cerdo me hace pensar en cómo han cambiado nuestras costumbres. Antes, la gente se preocupaba más por ahorrar y comer con moderación. Ahora, parece que todo es “más, más, más”. ¿Será que estamos perdiendo nuestra identidad cultural en pos del consumismo desenfrenado? Uno se queda pensando… Con tanta comida rica, es fácil olvidar otras cosas importantes, como pasar tiempo con la familia y agradecer por lo que tenemos.
Así que, aprovechemos estas fiestas para disfrutar de la buena mesa, sí, pero también para reflexionar sobre nuestros valores y prioridades. ¿Ustedes creen que el aumento del consumo de carne de cerdo refleja una pérdida de conexión con nuestras raíces ticas o simplemente es una muestra de que sabemos aprovechar la vida al máximo?