¡Ay, Dios mío, qué brete! La Asamblea Legislativa se ha convertido en un circo, un verdadero mamuche, por el tema del Régimen Obligatorio de Pensiones (ROP). Parece que los diputados quieren abrir la puerta para que nosotros, los trabajadores, saquemos nuestra plata. Pero claro, ahí está la SUPEN y las operadoras de pensiones, encendidas como chile, tratando de ponerle los pelos de punta a todo el mundo.
La cosa es así: llevan rato varios legisladores, hartos de ver cómo sube el precio del chayito y cómo estamos todos endeudados hasta las cejas, empujando proyectos para que podamos retirar nuestro dinerito del ROP. Dicen que las advertencias de la SUPEN sobre un supuesto colapso económico son puro alarmismo, pura tela para tapar el sol con el dedo. Afirman que las operadoras, esas sí, están más preocupadas por mantener sus jugosos beneficios que por nuestros derechos, porque al final, somos nosotros los que tenemos la posesión de la lana.
Pero ojo, que el sector financiero no se quedó cruzado de brazos. Las OPC y la SUPEN han sacado toda su artillería pesada. Aseguran que el ROP fue creado para ser un complemento a nuestra jubilación, no para ser nuestra alcancía personal. Nos advierten que si todos empezamos a sacar la plata a la vez, el sistema se vendrá abajo, que tendrán que vender las inversiones a precio de regalo, dejándonos a las futuras generaciones con pensiones miserables, o ni siquiera eso. ¡Qué sal!
Actualmente hay cuatro proyectos de ley buscando lo mismo: liberarnos de nuestras ataduras con el ROP. Ahora, la estrategia en Cuesta de Moras es juntarlos todos en un solo texto, un “texto sustitutivo unificado”, como dicen ellos. Así esperan tener más fuerza y poder convencer a 38 diputados para que aprueben la ley, desafiando todas esas advertencias técnicas que les llueven desde el sector financiero. ¡Esto pinta para bochornoso!
Y hablando de bochornos, este debate llegó justo cuando estamos a unos meses de unas elecciones cruciales. La presión social es enorme: muchísimos ticos ven en el ROP su última esperanza para salir del pozo. Hay gente que necesita esa plata para pagar deudas, para no perder sus casitas… es una vara bien delicada, diay. Los expertos, por su lado, nos piden que pongamos los pies en la tierra y pensemos bien las cosas. Porque meter la mano donde no nos tocan puede traer consecuencias nefastas.
Algunos analistas dicen que esto podría ser como “pan para hoy y hambre para mañana”. Destruir el sistema de pensiones podría dejar a muchos varados sin ingresos en la edad adulta mayor. ¿Será que, buscando solucionar problemas a corto plazo, estamos cavando nuestra propia tumba? ¿Estamos jugando con fuego?
Es evidente que la discusión va mucho más allá de simples números y tecnicismos financieros. Se trata de justicia social, de equidad, de garantizar un futuro digno para todos los costarricenses. Se trata de saber si el Estado debe priorizar la estabilidad financiera a largo plazo o atender las necesidades inmediatas de la población. Una decisión difícil, que requerirá de mucha reflexión y madurez por parte de nuestros representantes. Porque, a final de cuentas, esta es nuestra plata, y nadie más debe decidir qué hacer con ella.
Ahora, dígame usted: ¿Deberíamos arriesgarnos a liberar el ROP para aliviar la situación económica actual, aunque corramos el riesgo de comprometer las pensiones futuras, o debemos seguir aguantando la chincha y mantener el sistema tal como está, esperando tiempos mejores? ¿Cuál cree que es la mejor opción para Costa Rica?
La cosa es así: llevan rato varios legisladores, hartos de ver cómo sube el precio del chayito y cómo estamos todos endeudados hasta las cejas, empujando proyectos para que podamos retirar nuestro dinerito del ROP. Dicen que las advertencias de la SUPEN sobre un supuesto colapso económico son puro alarmismo, pura tela para tapar el sol con el dedo. Afirman que las operadoras, esas sí, están más preocupadas por mantener sus jugosos beneficios que por nuestros derechos, porque al final, somos nosotros los que tenemos la posesión de la lana.
Pero ojo, que el sector financiero no se quedó cruzado de brazos. Las OPC y la SUPEN han sacado toda su artillería pesada. Aseguran que el ROP fue creado para ser un complemento a nuestra jubilación, no para ser nuestra alcancía personal. Nos advierten que si todos empezamos a sacar la plata a la vez, el sistema se vendrá abajo, que tendrán que vender las inversiones a precio de regalo, dejándonos a las futuras generaciones con pensiones miserables, o ni siquiera eso. ¡Qué sal!
Actualmente hay cuatro proyectos de ley buscando lo mismo: liberarnos de nuestras ataduras con el ROP. Ahora, la estrategia en Cuesta de Moras es juntarlos todos en un solo texto, un “texto sustitutivo unificado”, como dicen ellos. Así esperan tener más fuerza y poder convencer a 38 diputados para que aprueben la ley, desafiando todas esas advertencias técnicas que les llueven desde el sector financiero. ¡Esto pinta para bochornoso!
Y hablando de bochornos, este debate llegó justo cuando estamos a unos meses de unas elecciones cruciales. La presión social es enorme: muchísimos ticos ven en el ROP su última esperanza para salir del pozo. Hay gente que necesita esa plata para pagar deudas, para no perder sus casitas… es una vara bien delicada, diay. Los expertos, por su lado, nos piden que pongamos los pies en la tierra y pensemos bien las cosas. Porque meter la mano donde no nos tocan puede traer consecuencias nefastas.
Algunos analistas dicen que esto podría ser como “pan para hoy y hambre para mañana”. Destruir el sistema de pensiones podría dejar a muchos varados sin ingresos en la edad adulta mayor. ¿Será que, buscando solucionar problemas a corto plazo, estamos cavando nuestra propia tumba? ¿Estamos jugando con fuego?
Es evidente que la discusión va mucho más allá de simples números y tecnicismos financieros. Se trata de justicia social, de equidad, de garantizar un futuro digno para todos los costarricenses. Se trata de saber si el Estado debe priorizar la estabilidad financiera a largo plazo o atender las necesidades inmediatas de la población. Una decisión difícil, que requerirá de mucha reflexión y madurez por parte de nuestros representantes. Porque, a final de cuentas, esta es nuestra plata, y nadie más debe decidir qué hacer con ella.
Ahora, dígame usted: ¿Deberíamos arriesgarnos a liberar el ROP para aliviar la situación económica actual, aunque corramos el riesgo de comprometer las pensiones futuras, o debemos seguir aguantando la chincha y mantener el sistema tal como está, esperando tiempos mejores? ¿Cuál cree que es la mejor opción para Costa Rica?
