¡Ay, mae! Qué pena ajena nos da esto… Resulta que más de dos mil escuelas públicas en Costa Rica, casi la mitad del país, no tienen clases de música. Sí, así como lo leíste. Parece broma, pero es la cruda realidad que enfrentan nuestros niños y jóvenes, y eso sí que es un despache.
El Ministerio de Educación Pública (MEP), como siempre, tiene sus excusas listas: falta de plata, horarios apretados, maestros pocos y con poca experiencia, y edificios que dan pena. Pero vamos, ¡diay!, estas justificaciones ya no sirven para nada. Estamos hablando del futuro de la niñez costarricense, y parece que les importa poco o nada.
Lo que más fastidia es que en la secundaria sí tienen música, ¡todo bien ahí! Pero en la primaria, que es donde realmente se necesita estimular la creatividad y el desarrollo cognitivo de los puros, es donde más falla el sistema. Es como si le dieran prioridad al cálculo diferencial antes que al ritmo y la melodía. Algo anda mal, ¿verdad?
Y no es solo porque suena bonito o porque es divertido. Según Irene Solano, profesora de la UCR, la música ayuda a concentrarse, a recordar cosas, a prestar atención y hasta a hablar mejor. Fortalece el cuerpo, desarrolla el pensamiento espacial y mejora las relaciones sociales. ¡Un churro de beneficios!
Pero va más allá de lo académico, brete. La música es parte de nuestra cultura, de nuestras raíces. Desde la marimba hasta el tambor, pasando por las canciones folclóricas, la música nos define como ticos. Privar a los niños de esta conexión con su propia identidad es como arrancarle un pedazo del alma. ¡Qué torta!
Tenemos unos 698 maestros de música en todo el país, y tienen que atender a más de 3.600 escuelas. ¡Una locura! Que revisen las mallas curriculares, como dicen en el MEP, pero eso es solo el inicio. Hay que invertir en formar más profesores especializados, arreglar las instalaciones y, sobre todo, poner las artes en el centro de la educación. Ya basta de echarle la culpa al presupuesto. Siempre hay dinero para cosas que no importan, pero nunca para la educación artística.
El caso es que estamos criando una generación desconectada de su propia cultura, sin sensibilidad estética ni capacidad de apreciar la belleza. Unos puros tecnócratas sin alma, capaces de programar algoritmos pero incapaces de sentir una canción. ¡Eso sí que es un problema grave para el futuro de Costa Rica! Este pa’is se precia de su nivel educativo, pero si no enseñamos a los niños a amar la música, ¿qué estamos enseñándoles, exactamente?
¿Usted qué piensa, compañero? ¿Cree que el gobierno debería hacer un esfuerzo mayor para llevar la educación musical a todas las escuelas públicas, o considera que es un lujo innecesario en tiempos de crisis? Dejame leer tus ideas en los comentarios, ¡vamos a darle caña a este tema!
El Ministerio de Educación Pública (MEP), como siempre, tiene sus excusas listas: falta de plata, horarios apretados, maestros pocos y con poca experiencia, y edificios que dan pena. Pero vamos, ¡diay!, estas justificaciones ya no sirven para nada. Estamos hablando del futuro de la niñez costarricense, y parece que les importa poco o nada.
Lo que más fastidia es que en la secundaria sí tienen música, ¡todo bien ahí! Pero en la primaria, que es donde realmente se necesita estimular la creatividad y el desarrollo cognitivo de los puros, es donde más falla el sistema. Es como si le dieran prioridad al cálculo diferencial antes que al ritmo y la melodía. Algo anda mal, ¿verdad?
Y no es solo porque suena bonito o porque es divertido. Según Irene Solano, profesora de la UCR, la música ayuda a concentrarse, a recordar cosas, a prestar atención y hasta a hablar mejor. Fortalece el cuerpo, desarrolla el pensamiento espacial y mejora las relaciones sociales. ¡Un churro de beneficios!
Pero va más allá de lo académico, brete. La música es parte de nuestra cultura, de nuestras raíces. Desde la marimba hasta el tambor, pasando por las canciones folclóricas, la música nos define como ticos. Privar a los niños de esta conexión con su propia identidad es como arrancarle un pedazo del alma. ¡Qué torta!
Tenemos unos 698 maestros de música en todo el país, y tienen que atender a más de 3.600 escuelas. ¡Una locura! Que revisen las mallas curriculares, como dicen en el MEP, pero eso es solo el inicio. Hay que invertir en formar más profesores especializados, arreglar las instalaciones y, sobre todo, poner las artes en el centro de la educación. Ya basta de echarle la culpa al presupuesto. Siempre hay dinero para cosas que no importan, pero nunca para la educación artística.
El caso es que estamos criando una generación desconectada de su propia cultura, sin sensibilidad estética ni capacidad de apreciar la belleza. Unos puros tecnócratas sin alma, capaces de programar algoritmos pero incapaces de sentir una canción. ¡Eso sí que es un problema grave para el futuro de Costa Rica! Este pa’is se precia de su nivel educativo, pero si no enseñamos a los niños a amar la música, ¿qué estamos enseñándoles, exactamente?
¿Usted qué piensa, compañero? ¿Cree que el gobierno debería hacer un esfuerzo mayor para llevar la educación musical a todas las escuelas públicas, o considera que es un lujo innecesario en tiempos de crisis? Dejame leer tus ideas en los comentarios, ¡vamos a darle caña a este tema!