¡Ay, Dios mío! Qué pesar escuchar esto, pura mosca. Resulta que la búsqueda del “sueño americano” le costó la vida a siete compatriotas nuestros en el desierto entre Estados Unidos y México desde el año 2000. Una cifra que te pone la piel de gallina, vamos.
La mayoría de estos trágicos incidentes ocurrieron en el desierto de Sonora, Arizona, un lugar donde el sol te derrite hasta los huesos y el agua es más valiosa que el oro. Según informes, seis de esas personas encontraron su final en medio de arena y calor extremo, mientras que la séptima falleció en Texas. Es una vara bien dura de robarle la esperanza a alguien.
Las autoridades del condado de Pima, Arizona, donde se recuperaron más de 4000 cuerpos en los últimos 25 años, confirman que han identificado a cuatro costarricenses entre las víctimas. El Dr. Gregory Hess, jefe de la Oficina del Médico Forense del Condado de Pima, comentó que aunque es poco común encontrar migrantes de Costa Rica en esa zona, lamentablemente, sí ocurrió. Qué pena.
La razón principal detrás de estas muertes desgarradoras es la exposición a condiciones climáticas extremas. Hipotermia, hipertermia y deshidratación son los culpables más comunes. Imagínate estar varado en el desierto, sin agua ni sombra, luchando contra el calor implacable o el frío congelante durante la noche... ¡qué torta!
Una investigación conjunta realizada por Grupo Extra y la agencia AFP, con el apoyo de Operaciones Aéreas y Marinas de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, reveló detalles impactantes. Visitaron los desiertos de Chihuahua y Sonora, hablando con funcionarios y organizaciones como Humane Borders, quienes trabajan incansablemente colocando agua en puntos estratégicos para ayudar a los migrantes.
Human Borders, además de proveer hidratación, colabora con la oficina del médico forense para identificar restos y determinar dónde colocar el agua de manera más efectiva. Son unos soldaditos tratando de hacer frente a una realidad brutal. Y los costos… los costos humanos son simplemente devastadores, diay.
Las edades de las víctimas costarricenses varían; hay registros de un joven de entre 13 y 19 años, dos entre 20 y 30 años, y otro entre 30 y 40 años. Cada nombre, cada historia, representa una familia destrozada, un futuro truncado por la promesa vana de una vida mejor. ¡Qué desazón sentir esto!
Este reporte nos deja pensando en qué medidas podemos tomar como país para proteger a aquellos que, desesperados por salir adelante, deciden arriesgar sus vidas en rutas peligrosas como ésta. ¿Será que deberíamos intensificar las campañas de información sobre los riesgos reales de la migración irregular o enfocarnos en abordar las causas profundas que impulsan a tantos a dejarlo todo atrás? Compis, ¿qué les parece?
La mayoría de estos trágicos incidentes ocurrieron en el desierto de Sonora, Arizona, un lugar donde el sol te derrite hasta los huesos y el agua es más valiosa que el oro. Según informes, seis de esas personas encontraron su final en medio de arena y calor extremo, mientras que la séptima falleció en Texas. Es una vara bien dura de robarle la esperanza a alguien.
Las autoridades del condado de Pima, Arizona, donde se recuperaron más de 4000 cuerpos en los últimos 25 años, confirman que han identificado a cuatro costarricenses entre las víctimas. El Dr. Gregory Hess, jefe de la Oficina del Médico Forense del Condado de Pima, comentó que aunque es poco común encontrar migrantes de Costa Rica en esa zona, lamentablemente, sí ocurrió. Qué pena.
La razón principal detrás de estas muertes desgarradoras es la exposición a condiciones climáticas extremas. Hipotermia, hipertermia y deshidratación son los culpables más comunes. Imagínate estar varado en el desierto, sin agua ni sombra, luchando contra el calor implacable o el frío congelante durante la noche... ¡qué torta!
Una investigación conjunta realizada por Grupo Extra y la agencia AFP, con el apoyo de Operaciones Aéreas y Marinas de la Patrulla Fronteriza de Estados Unidos, reveló detalles impactantes. Visitaron los desiertos de Chihuahua y Sonora, hablando con funcionarios y organizaciones como Humane Borders, quienes trabajan incansablemente colocando agua en puntos estratégicos para ayudar a los migrantes.
Human Borders, además de proveer hidratación, colabora con la oficina del médico forense para identificar restos y determinar dónde colocar el agua de manera más efectiva. Son unos soldaditos tratando de hacer frente a una realidad brutal. Y los costos… los costos humanos son simplemente devastadores, diay.
Las edades de las víctimas costarricenses varían; hay registros de un joven de entre 13 y 19 años, dos entre 20 y 30 años, y otro entre 30 y 40 años. Cada nombre, cada historia, representa una familia destrozada, un futuro truncado por la promesa vana de una vida mejor. ¡Qué desazón sentir esto!
Este reporte nos deja pensando en qué medidas podemos tomar como país para proteger a aquellos que, desesperados por salir adelante, deciden arriesgar sus vidas en rutas peligrosas como ésta. ¿Será que deberíamos intensificar las campañas de información sobre los riesgos reales de la migración irregular o enfocarnos en abordar las causas profundas que impulsan a tantos a dejarlo todo atrás? Compis, ¿qué les parece?