¡Ay, Dios mío! ¿Se dieron cuenta del temblor que sentimos ayer? No era bronca, ¡el suelo se movió como si estuviera bailando cumbia!
Resulta que la zona sur de nuestro país, específicamente frente a Uvita en Osa, sigue sacudiéndose. El Observatorio Vulcanológico y Sismológico (Ovsicori), esos chinos siempre ojo avizor, confirmaron que la sequía sísmica no ha terminado. Ya nos pegaron dos terremotos buenos, uno de 5.0 y otro de 5.6, y parece que vamos pa’ más.
Según los técnicos del Ovsicori, toda esta movida está pasando a unos 60 y 40 kilómetros mar adentro, en el Pacífico Central. Dicen que desde el lunes pasado no han parado los temblores, algunos más fuertes que otros, pero todos generando inquietud. Imagínate, con la vibra que ya andamos, cualquier cosita te hace pensar lo peor.
El jaleo empezó realmente el 17 de noviembre a eso del mediodía con un terremoto de 5.0. Eso activó una cascada de réplicas, más de veinte en pocas horas. Pero el que hizo temblar hasta los cimientos, con un buen meneo, fue el de 5.6 del martes a las 4:36 p.m. ¡Un sustito de aquellos! Hasta mis abuelitos que viven arriba sintieron el brinco.
Lo que preocupa es que, según Ovsicori, estamos hablando de 165 réplicas detectadas hasta ahora. Ellos lo describen como “sostenido y de especial interés científico”, lo cual no suena muy tranquilizador, ¿eh? Parece que esto no va a parar tan fácil. Son como las olas, vienen y van, pero siempre hay otra detrás esperándote.
Y ¿qué está causando todo esto? Pues resulta que tenemos que ver con la placa del Coco, esa que se está doblando debajo de nosotros. Los expertos explican que el terremoto del martes se formó por movimientos internos dentro de esta placa, un choque de placas que terminó liberando toda esa energía. ¡Una barra! Menos mal que no pasó a mayores, aunque da que pensar qué estará pasando ahí abajo.
Se sintió fuerte en varios lugares. En Uvita, Ojochal, Palmar, Ciudad Cortés… ¡hasta en Buenos Aires! Acá en el Valle Central también le dimos un tiemblito, en San José, Heredia, Alajuela, Cartago. Y ni hablar de Cóbano y Paquera, que dicen que lo sintieron todavía más. Aunque por allá en la Zona Norte y el Caribe, como en San Carlos, Sarapiquí, Guápiles y Turrialba, dijeron que fue más ligero, casi imperceptible. Afortunadamente nadie resultó herido, ¡eso es lo importante!
Ahora, lo curioso es que, según Ovsicori, estaban avisados. Antes del terremoto grande, habían detectado un aumento gradual en el número de temblores y en su intensidad. Un aviso previo, dirían. Lo bueno es que siguen vigilantes, porque aunque no ven señales de un temblor aún más grande, tampoco quieren bajar la guardia. ¡Aguas, pues! ¿Creen ustedes que deberíamos estar más preparados ante este tipo de situaciones y cómo podríamos mejorar nuestra respuesta ante futuros sismos?
Resulta que la zona sur de nuestro país, específicamente frente a Uvita en Osa, sigue sacudiéndose. El Observatorio Vulcanológico y Sismológico (Ovsicori), esos chinos siempre ojo avizor, confirmaron que la sequía sísmica no ha terminado. Ya nos pegaron dos terremotos buenos, uno de 5.0 y otro de 5.6, y parece que vamos pa’ más.
Según los técnicos del Ovsicori, toda esta movida está pasando a unos 60 y 40 kilómetros mar adentro, en el Pacífico Central. Dicen que desde el lunes pasado no han parado los temblores, algunos más fuertes que otros, pero todos generando inquietud. Imagínate, con la vibra que ya andamos, cualquier cosita te hace pensar lo peor.
El jaleo empezó realmente el 17 de noviembre a eso del mediodía con un terremoto de 5.0. Eso activó una cascada de réplicas, más de veinte en pocas horas. Pero el que hizo temblar hasta los cimientos, con un buen meneo, fue el de 5.6 del martes a las 4:36 p.m. ¡Un sustito de aquellos! Hasta mis abuelitos que viven arriba sintieron el brinco.
Lo que preocupa es que, según Ovsicori, estamos hablando de 165 réplicas detectadas hasta ahora. Ellos lo describen como “sostenido y de especial interés científico”, lo cual no suena muy tranquilizador, ¿eh? Parece que esto no va a parar tan fácil. Son como las olas, vienen y van, pero siempre hay otra detrás esperándote.
Y ¿qué está causando todo esto? Pues resulta que tenemos que ver con la placa del Coco, esa que se está doblando debajo de nosotros. Los expertos explican que el terremoto del martes se formó por movimientos internos dentro de esta placa, un choque de placas que terminó liberando toda esa energía. ¡Una barra! Menos mal que no pasó a mayores, aunque da que pensar qué estará pasando ahí abajo.
Se sintió fuerte en varios lugares. En Uvita, Ojochal, Palmar, Ciudad Cortés… ¡hasta en Buenos Aires! Acá en el Valle Central también le dimos un tiemblito, en San José, Heredia, Alajuela, Cartago. Y ni hablar de Cóbano y Paquera, que dicen que lo sintieron todavía más. Aunque por allá en la Zona Norte y el Caribe, como en San Carlos, Sarapiquí, Guápiles y Turrialba, dijeron que fue más ligero, casi imperceptible. Afortunadamente nadie resultó herido, ¡eso es lo importante!
Ahora, lo curioso es que, según Ovsicori, estaban avisados. Antes del terremoto grande, habían detectado un aumento gradual en el número de temblores y en su intensidad. Un aviso previo, dirían. Lo bueno es que siguen vigilantes, porque aunque no ven señales de un temblor aún más grande, tampoco quieren bajar la guardia. ¡Aguas, pues! ¿Creen ustedes que deberíamos estar más preparados ante este tipo de situaciones y cómo podríamos mejorar nuestra respuesta ante futuros sismos?