¡Ay, Dios mío! La cosa está que arde en Heredia. Se armó un maje con la muerte de Ricardo González Rivera, un chamaco de 18 años del Liceo Samuel Sáenz Flores. El muchacho, que iba en once grado, encontró muerto en su habitación el sábado a la madrugada, y ahora todos estamos preguntándonos qué pasó realmente.
Desde que salió la noticia, las redes sociales explotaron. Hay un morbo terrible, claro, pero también mucha bronca y dolor porque muchos creen que Ricardo se quitó la vida por culpa del bullying. Un grupo de personas, movidas por la pena y la rabia, crearon un perfil en Instagram llamado “Justicia para Ricardo” donde exponen pruebas y testimonios de supuestos abusos que sufría el joven en el colegio. ¡Qué panorama!
Según lo que se dice por ahí –y ojo, que esto no está confirmado oficialmente–, Ricardo llevaba meses pasando horrible en el colegio. Dicen que dos compañeros eran los principales responsables del acoso, haciendole la vida imposible día tras día. El perfil de Instagram incluso publica nombres, aunque nadie ha podido verificar si eso es cierto, pero la gente está muy encendida, buscando justicia para este pobre chico. Imagínate, dicen que le robaban los útiles, le hacían burla… cosas que te dejan marcado de por vida.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) emitió un comunicado lamentando la muerte del estudiante e indicando que están colaborando con la investigación. Claro, siempre igual, tan técnicos y distantes… Dicen que han brindado atención tanto a estudiantes como a docentes, y que la Contraloría de Derechos Estudiantiles está monitoreando la situación, pero la verdad es que no nos convence mucho. Parece que siempre reaccionan después de que la tragedia golpea.
Las autoridades judiciales, por su lado, están investigando el caso, pero hasta ahora solo han solicitado información al colegio. El OIJ, en declaraciones oficiales, dice que están trabajando bajo la hipótesis de suicidio. Pero, díganme, ¿cómo podemos hablar de suicidio cuando hay tantas sospechas de acoso escolar? ¿No debería haber una investigación más profunda sobre lo que realmente estaba pasando en ese colegio?
Este caso no es aislado, compas. Recordemos el incidente de junio pasado en el Liceo de Poásito, donde otra jovencita, Lucía, también decidió terminar con su vida después de sufrir bullying. Su prima, Geraldyn Céspedes, contó cómo la niña llegó llorando a casa después de que le quitaran los lápices y la cartuchera, señal de que el acoso había escalado. ¡Es alarmante la cantidad de casos que estamos viendo! Nos hace pensar qué estamos haciendo mal como sociedad para que nuestros jóvenes lleguen a tomar decisiones así.
Lo que me preocupa es que, a pesar de tener protocolos contra el bullying, parece que estos no se aplican correctamente o simplemente no funcionan. ¿De qué sirve tener normas escritas si los maestros y directores hacen la vista gorda cuando ven estas situaciones? Tenemos que exigir a las autoridades que tomen medidas contundentes para proteger a nuestros niños y adolescentes, que les brinden apoyo psicológico y que castiguen severamente a los agresores. No podemos permitir que más jóvenes sufren este tipo de tormento.
Y hablando de protección, ¿ustedes creen que el MEP y las escuelas están haciendo lo suficiente para prevenir y combatir el bullying? ¿Creen que la presión social y la falta de conciencia son factores clave en estos casos tan dolorosos? Compartan sus opiniones y experiencias en el foro. ¡Dígame, pa’ que le haga!
Desde que salió la noticia, las redes sociales explotaron. Hay un morbo terrible, claro, pero también mucha bronca y dolor porque muchos creen que Ricardo se quitó la vida por culpa del bullying. Un grupo de personas, movidas por la pena y la rabia, crearon un perfil en Instagram llamado “Justicia para Ricardo” donde exponen pruebas y testimonios de supuestos abusos que sufría el joven en el colegio. ¡Qué panorama!
Según lo que se dice por ahí –y ojo, que esto no está confirmado oficialmente–, Ricardo llevaba meses pasando horrible en el colegio. Dicen que dos compañeros eran los principales responsables del acoso, haciendole la vida imposible día tras día. El perfil de Instagram incluso publica nombres, aunque nadie ha podido verificar si eso es cierto, pero la gente está muy encendida, buscando justicia para este pobre chico. Imagínate, dicen que le robaban los útiles, le hacían burla… cosas que te dejan marcado de por vida.
El Ministerio de Educación Pública (MEP) emitió un comunicado lamentando la muerte del estudiante e indicando que están colaborando con la investigación. Claro, siempre igual, tan técnicos y distantes… Dicen que han brindado atención tanto a estudiantes como a docentes, y que la Contraloría de Derechos Estudiantiles está monitoreando la situación, pero la verdad es que no nos convence mucho. Parece que siempre reaccionan después de que la tragedia golpea.
Las autoridades judiciales, por su lado, están investigando el caso, pero hasta ahora solo han solicitado información al colegio. El OIJ, en declaraciones oficiales, dice que están trabajando bajo la hipótesis de suicidio. Pero, díganme, ¿cómo podemos hablar de suicidio cuando hay tantas sospechas de acoso escolar? ¿No debería haber una investigación más profunda sobre lo que realmente estaba pasando en ese colegio?
Este caso no es aislado, compas. Recordemos el incidente de junio pasado en el Liceo de Poásito, donde otra jovencita, Lucía, también decidió terminar con su vida después de sufrir bullying. Su prima, Geraldyn Céspedes, contó cómo la niña llegó llorando a casa después de que le quitaran los lápices y la cartuchera, señal de que el acoso había escalado. ¡Es alarmante la cantidad de casos que estamos viendo! Nos hace pensar qué estamos haciendo mal como sociedad para que nuestros jóvenes lleguen a tomar decisiones así.
Lo que me preocupa es que, a pesar de tener protocolos contra el bullying, parece que estos no se aplican correctamente o simplemente no funcionan. ¿De qué sirve tener normas escritas si los maestros y directores hacen la vista gorda cuando ven estas situaciones? Tenemos que exigir a las autoridades que tomen medidas contundentes para proteger a nuestros niños y adolescentes, que les brinden apoyo psicológico y que castiguen severamente a los agresores. No podemos permitir que más jóvenes sufren este tipo de tormento.
Y hablando de protección, ¿ustedes creen que el MEP y las escuelas están haciendo lo suficiente para prevenir y combatir el bullying? ¿Creen que la presión social y la falta de conciencia son factores clave en estos casos tan dolorosos? Compartan sus opiniones y experiencias en el foro. ¡Dígame, pa’ que le haga!
