¡Ay, papá! Qué pesar nos cayó la noticia de anoche desde Guápiles. Un mae, don Pomares, de 33 años, dejó este mundo luego de un choque tremendo en el sector de La Marina. Se vino abajo todo, diay, qué situación tan triste.
Según nos cuentan los compañeros del cuadrante, el incidente ocurrió alrededor de las nueve de la noche. El pobre hombre iba manejando su moto en dirección San José–Limón cuando, bam bam, le pegaron por atrás. Al parecer, el otro vehículo no respetó la distancia ni la velocidad, y eso tuvo consecuencias fatales, señor.
De entrada, la información que llegó era escueta, un reporte de “persona fallecida”. Pero llegando al sitio, bueno, la cosa estaba dura. El tipo salió disparado varios metros, y ahí mismo, desafortunadamente, terminó siendo declarado sin vida por los paramédicos. Una tragedia que pudo evitarse, vamos. Y ahora, la Morgue Judicial recibe otro cuerpo, y una familia destrozada.
Los judiciales llegaron raudos, haciendo lo suyo para levantar el cuerpo y recolectar evidencias. Se busca saber exactamente qué pasó, cómo fue que se dieron esas circunstancias. Algunos dicen que la visibilidad estaba baja, otros apuntan al exceso de velocidad... la verdad, hasta que la investigación avance, son solo especulaciones, ¿verdad?
Este tipo de accidentes es demasiado común en nuestras carreteras, y siempre terminan siendo una verdadera torta. Ya hemos hablado mil veces de la necesidad de mejorar la seguridad vial, de hacer cumplir las leyes, de concientizar a los conductores… pero parece que nada cambia. ¿Cuántas vidas más tenemos que perder para que las autoridades tomen cartas en el asunto, eh?
Muchos maes del barrio comentaban que Don Pomares era un trabajador esforzado, bien querido por todos. Tenía una familiíta, sueños… y de repente, así se van, sin previo aviso. Es que da qué pensar, ¿no creen? Uno nunca sabe cuándo puede tocarle a él. Siempre hay que manejar con precaución, tener cuidado, porque en un segundo, todo puede cambiar.
Ahora, la comunidad entera lamenta esta pérdida irreparable. Las redes sociales se inundaron de mensajes de condolencias para la familia Pomares. Se recuerda al joven como un buen vecino, siempre dispuesto a echar una mano. Una pena grande, pura pena, mi gente. Este brete nos toca reflexionar sobre la fragilidad de la vida.
Ante esta terrible situación, me pregunto: ¿Qué medidas concretas debemos exigir a las autoridades para prevenir futuros accidentes similares en nuestras rutas? ¿Será suficiente con aumentar los controles policiales o necesitamos cambios más profundos en la cultura de conducción costarricense?
Según nos cuentan los compañeros del cuadrante, el incidente ocurrió alrededor de las nueve de la noche. El pobre hombre iba manejando su moto en dirección San José–Limón cuando, bam bam, le pegaron por atrás. Al parecer, el otro vehículo no respetó la distancia ni la velocidad, y eso tuvo consecuencias fatales, señor.
De entrada, la información que llegó era escueta, un reporte de “persona fallecida”. Pero llegando al sitio, bueno, la cosa estaba dura. El tipo salió disparado varios metros, y ahí mismo, desafortunadamente, terminó siendo declarado sin vida por los paramédicos. Una tragedia que pudo evitarse, vamos. Y ahora, la Morgue Judicial recibe otro cuerpo, y una familia destrozada.
Los judiciales llegaron raudos, haciendo lo suyo para levantar el cuerpo y recolectar evidencias. Se busca saber exactamente qué pasó, cómo fue que se dieron esas circunstancias. Algunos dicen que la visibilidad estaba baja, otros apuntan al exceso de velocidad... la verdad, hasta que la investigación avance, son solo especulaciones, ¿verdad?
Este tipo de accidentes es demasiado común en nuestras carreteras, y siempre terminan siendo una verdadera torta. Ya hemos hablado mil veces de la necesidad de mejorar la seguridad vial, de hacer cumplir las leyes, de concientizar a los conductores… pero parece que nada cambia. ¿Cuántas vidas más tenemos que perder para que las autoridades tomen cartas en el asunto, eh?
Muchos maes del barrio comentaban que Don Pomares era un trabajador esforzado, bien querido por todos. Tenía una familiíta, sueños… y de repente, así se van, sin previo aviso. Es que da qué pensar, ¿no creen? Uno nunca sabe cuándo puede tocarle a él. Siempre hay que manejar con precaución, tener cuidado, porque en un segundo, todo puede cambiar.
Ahora, la comunidad entera lamenta esta pérdida irreparable. Las redes sociales se inundaron de mensajes de condolencias para la familia Pomares. Se recuerda al joven como un buen vecino, siempre dispuesto a echar una mano. Una pena grande, pura pena, mi gente. Este brete nos toca reflexionar sobre la fragilidad de la vida.
Ante esta terrible situación, me pregunto: ¿Qué medidas concretas debemos exigir a las autoridades para prevenir futuros accidentes similares en nuestras rutas? ¿Será suficiente con aumentar los controles policiales o necesitamos cambios más profundos en la cultura de conducción costarricense?