¿Se imaginan la bronca? Mauricio Hoyos, el biólogo que le tocó vivir el susto de su vida gracias a un tiburón galápagos en la Isla del Coco, anda echándole ganas y ya quiere meterse de nuevo al agua. Después de un zarpazo que ni en película, el mae este sale diciendo que ahora respeta más a estos peces, pero que no se amilanará. ¡Este tipo sí que tiene aguante!
Como recordarán, el ataque ocurrió el 27 de setiembre pasado durante una expedición de marcaje. Según contó a BBC Mundo, el tiburón de casi cuatro metros lo agarró de la cabeza. "Justo cuando veo de reojo, ya veo la boca del tiburón ahí enfrente de mí... ya lo único que pude hacer fue bajar la cabeza", relató, describiendo el momento exacto en que sintió la fuerza de la mordedura. Cinco heridas, ahí mismo, de lado a lado. ¡Imaginen el chapuzón!
Lo curioso es que Hoyos, con sus más de treinta años de experiencia estudiando tiburones, dice que el bicho le “perdonó la vida”. Según él, si el tiburón hubiera querido acabar con él, ya lo habría hecho. “Me perdonó la vida esta hembra, no lo puedo poner de otra manera”, afirma. Y vaya que sí le perdonó, porque ahora el biólogo está listo para volver a bucear, demostrando que los miedos, aunque nos den un buen susto, no tienen por qué paralizarnos.
Pero no todo fue malo, eh. Además de sobrevivir, Hoyos dice que esta experiencia le sirvió para fortalecer su mensaje sobre la importancia de proteger a estas especies marinas. Ahora tiene aún más argumentos para convencer a la gente de que los tiburones no son máquinas asesinas, sino animales que necesitan nuestra ayuda. ¡Bien ahí, Mauricio, pa’lante con esa campaña!
Y contra todo pronóstico, el mae ya tiene vuelo programado para el 14 de noviembre. Sí, así amanecimos. Apenas le dieron el alta y ya está listo para sumergirse de nuevo en esas aguas donde casi pierde la vida. Dice que su recuperación ha sido “increíble” y que, al estar tranquilo durante todo el proceso, su cuerpo reaccionó positivamente. ¡Un verdadero ejemplo de resiliencia y positivismo!
Ahora, para poner las cosas en perspectiva, recordemos que Hoyos no es ningún novato. Tiene más de treinta años de experiencia trabajando con tiburones y ha buceado diecisiete veces en la Isla del Coco. Esa familiaridad con el entorno, combinada con su calma en medio del caos, fueron clave para que pudiera nadar hacia la lancha y pedir auxilio rápidamente. ¡Este mae sabe lo que hace!
Las autoridades actuaron rápido, claro. Lo trasladaron primero a Puntarenas, donde recibió atención médica especializada. Su serenidad, dicen los médicos, facilitó la recuperación. “Al estar tranquilo, mi cuerpo no reaccionó de forma adversa. Cuando uno está estresado o preocupado, la química sanguínea cambia, y al mantenerme calmado siento que eso ayudó bastante a que mi recuperación fuera muy buena”, explica Hoyos, quien agradeció el apoyo del personal médico y consular. Un alivio para la familia, ¡seguro!
Así que, volviendo a la pregunta inicial: ¿Ustedes, después de haber vivido una experiencia tan extrema, se atreverían a regresar al lugar donde casi perdieron la vida? ¿Creen que este episodio debería cambiar la forma en que vemos e interactuamos con los tiburones, o es simplemente un caso aislado? ¡Dejen sus opiniones en los comentarios, que quiero saber qué piensan mis compas del foro!
Como recordarán, el ataque ocurrió el 27 de setiembre pasado durante una expedición de marcaje. Según contó a BBC Mundo, el tiburón de casi cuatro metros lo agarró de la cabeza. "Justo cuando veo de reojo, ya veo la boca del tiburón ahí enfrente de mí... ya lo único que pude hacer fue bajar la cabeza", relató, describiendo el momento exacto en que sintió la fuerza de la mordedura. Cinco heridas, ahí mismo, de lado a lado. ¡Imaginen el chapuzón!
Lo curioso es que Hoyos, con sus más de treinta años de experiencia estudiando tiburones, dice que el bicho le “perdonó la vida”. Según él, si el tiburón hubiera querido acabar con él, ya lo habría hecho. “Me perdonó la vida esta hembra, no lo puedo poner de otra manera”, afirma. Y vaya que sí le perdonó, porque ahora el biólogo está listo para volver a bucear, demostrando que los miedos, aunque nos den un buen susto, no tienen por qué paralizarnos.
Pero no todo fue malo, eh. Además de sobrevivir, Hoyos dice que esta experiencia le sirvió para fortalecer su mensaje sobre la importancia de proteger a estas especies marinas. Ahora tiene aún más argumentos para convencer a la gente de que los tiburones no son máquinas asesinas, sino animales que necesitan nuestra ayuda. ¡Bien ahí, Mauricio, pa’lante con esa campaña!
Y contra todo pronóstico, el mae ya tiene vuelo programado para el 14 de noviembre. Sí, así amanecimos. Apenas le dieron el alta y ya está listo para sumergirse de nuevo en esas aguas donde casi pierde la vida. Dice que su recuperación ha sido “increíble” y que, al estar tranquilo durante todo el proceso, su cuerpo reaccionó positivamente. ¡Un verdadero ejemplo de resiliencia y positivismo!
Ahora, para poner las cosas en perspectiva, recordemos que Hoyos no es ningún novato. Tiene más de treinta años de experiencia trabajando con tiburones y ha buceado diecisiete veces en la Isla del Coco. Esa familiaridad con el entorno, combinada con su calma en medio del caos, fueron clave para que pudiera nadar hacia la lancha y pedir auxilio rápidamente. ¡Este mae sabe lo que hace!
Las autoridades actuaron rápido, claro. Lo trasladaron primero a Puntarenas, donde recibió atención médica especializada. Su serenidad, dicen los médicos, facilitó la recuperación. “Al estar tranquilo, mi cuerpo no reaccionó de forma adversa. Cuando uno está estresado o preocupado, la química sanguínea cambia, y al mantenerme calmado siento que eso ayudó bastante a que mi recuperación fuera muy buena”, explica Hoyos, quien agradeció el apoyo del personal médico y consular. Un alivio para la familia, ¡seguro!
Así que, volviendo a la pregunta inicial: ¿Ustedes, después de haber vivido una experiencia tan extrema, se atreverían a regresar al lugar donde casi perdieron la vida? ¿Creen que este episodio debería cambiar la forma en que vemos e interactuamos con los tiburones, o es simplemente un caso aislado? ¡Dejen sus opiniones en los comentarios, que quiero saber qué piensan mis compas del foro!