¡Ay, pata negra! El turismo, esa vara que nos da chancaca y nos hace sentir orgullosos de ser ticos, parece que anda medio apagadito últimamente. Las últimas cifras del ICT no pintan nada bien: estamos hablando de casi 43 mil visitantes menos en comparación con el año pasado. Eso duele, ¿eh?
La estrategia nacional de turismo, esa que tanto nos prometieron, proyecta que podríamos llegar a superar los cinco millones de visitantes para 2035 y generar más de once mil millones en ingresos. Suena lindo en papel, ¿verdad?, pero para eso necesitamos hacer ajustes urgentes. Roberto Artavia, el consultor que le echó ojo al asunto, dice que la clave está en el progreso social de nuestras zonas costeras y fronterizas. Incorporar a estas comunidades en la dinámica del turismo suena a planazo, pero también implica inversión y compromiso.
Pero, ¿qué pasa entonces? Martí Jiménez, el presidente de Canatur, nos pone las cosas claras: estamos perdiendo competitividad. Otros países de la región, como El Salvador, Guatemala y Panamá, están creciendo a ritmos más veloces. El Salvador se come este brete con la seguridad, Guatemala tiene su herencia arqueológica y colonial, y Panamá... bueno, Panamá siempre tendrá el canal y otras cositas interesantes. Nosotros, que éramos los reyes de la biodiversidad y el ecoturismo, ¿nos hemos quedado atrás?
Jiménez apunta directamente al problema: la relación entre el precio y el producto ya no es tan atractiva. Nos estamos dando cuenta de que la demanda por Costa Rica no es tan inelástica como pensábamos. ¡Una cachetada de realidad! Ya no podemos dormirnos en los laureles y asumir que los gringos van a seguir llegando solo porque sí. Tenemos que ofrecer algo que realmente valga la pena, algo único y auténtico.
Artavia va más allá y propone una especie de “recuperación de la marca país”. Mejorar los accesos a los parques nacionales, crear un gabinete turístico que se ponga las pilas y, atención, ¡incluir la gastronomía costarricense en el paquete turístico! Un buen gallito, un casado con enchiladas, un picadillo de carne... ¡eso sí vende! Porque, díganlo conmigo, ¿de qué sirve tener selvas hermosas si no puedes comer rico mientras las exploras?
Y aunque las cosas estén turbias, hay una luzcita al final del túnel. En octubre vimos un pequeño respiro, un incremento del 5.2% en la visita de extranjeros. Un alivio, pero William Rodríguez, el ministro de Turismo, nos recuerda que debemos tomar esos datos con precaución. Hay factores externos, como lo que está pasando en Estados Unidos, que pueden influir en el comportamiento de los turistas. ¡Qué sal!
Todos estos datos nos hacen pensar: ¿Hemos descuidado lo básico? ¿Nos hemos enfocado tanto en atraer al turista masivo que hemos olvidado la esencia de lo que nos hace especiales? Quizás es momento de volver a conectar con nuestras raíces, de valorar lo que tenemos y de mostrarle al mundo una Costa Rica auténtica y vibrante. Uno que dé ganas de regresar, ¿sabrá?
Y ahora, para dejar el tema a volar: Con todos estos cambios y desafíos en el horizonte del turismo costarricense, ¿creen que deberíamos enfocarnos más en el turismo interno o seguir apostando fuerte por captar turistas internacionales? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!
La estrategia nacional de turismo, esa que tanto nos prometieron, proyecta que podríamos llegar a superar los cinco millones de visitantes para 2035 y generar más de once mil millones en ingresos. Suena lindo en papel, ¿verdad?, pero para eso necesitamos hacer ajustes urgentes. Roberto Artavia, el consultor que le echó ojo al asunto, dice que la clave está en el progreso social de nuestras zonas costeras y fronterizas. Incorporar a estas comunidades en la dinámica del turismo suena a planazo, pero también implica inversión y compromiso.
Pero, ¿qué pasa entonces? Martí Jiménez, el presidente de Canatur, nos pone las cosas claras: estamos perdiendo competitividad. Otros países de la región, como El Salvador, Guatemala y Panamá, están creciendo a ritmos más veloces. El Salvador se come este brete con la seguridad, Guatemala tiene su herencia arqueológica y colonial, y Panamá... bueno, Panamá siempre tendrá el canal y otras cositas interesantes. Nosotros, que éramos los reyes de la biodiversidad y el ecoturismo, ¿nos hemos quedado atrás?
Jiménez apunta directamente al problema: la relación entre el precio y el producto ya no es tan atractiva. Nos estamos dando cuenta de que la demanda por Costa Rica no es tan inelástica como pensábamos. ¡Una cachetada de realidad! Ya no podemos dormirnos en los laureles y asumir que los gringos van a seguir llegando solo porque sí. Tenemos que ofrecer algo que realmente valga la pena, algo único y auténtico.
Artavia va más allá y propone una especie de “recuperación de la marca país”. Mejorar los accesos a los parques nacionales, crear un gabinete turístico que se ponga las pilas y, atención, ¡incluir la gastronomía costarricense en el paquete turístico! Un buen gallito, un casado con enchiladas, un picadillo de carne... ¡eso sí vende! Porque, díganlo conmigo, ¿de qué sirve tener selvas hermosas si no puedes comer rico mientras las exploras?
Y aunque las cosas estén turbias, hay una luzcita al final del túnel. En octubre vimos un pequeño respiro, un incremento del 5.2% en la visita de extranjeros. Un alivio, pero William Rodríguez, el ministro de Turismo, nos recuerda que debemos tomar esos datos con precaución. Hay factores externos, como lo que está pasando en Estados Unidos, que pueden influir en el comportamiento de los turistas. ¡Qué sal!
Todos estos datos nos hacen pensar: ¿Hemos descuidado lo básico? ¿Nos hemos enfocado tanto en atraer al turista masivo que hemos olvidado la esencia de lo que nos hace especiales? Quizás es momento de volver a conectar con nuestras raíces, de valorar lo que tenemos y de mostrarle al mundo una Costa Rica auténtica y vibrante. Uno que dé ganas de regresar, ¿sabrá?
Y ahora, para dejar el tema a volar: Con todos estos cambios y desafíos en el horizonte del turismo costarricense, ¿creen que deberíamos enfocarnos más en el turismo interno o seguir apostando fuerte por captar turistas internacionales? ¡Déjenme sus opiniones en los comentarios!