¡Ay, Dios mío! Quién diría que nuestros primos brasileros le iban a pegar así al turismo. Resulta que Marcelo Freixo, el jefe de Embratur (y sí, ahí entienden de esto), anda soltando verdades como puñal: el turismo vale más que el petróleo, sobre todo en tiempos de crisis climática. Uno se queda pensando si nosotros, los ticos, estamos pa’r atrás en este brete.
Según cuentan, la jugada maestra de Brasil ha sido armar un equipo técnico de primera, capaz de planear y gestionar el turismo como debe ser. Ni más ni menos, pusieron gente que entendiera del negocio y que supieran cómo atraer visitantes. Imagínense, en lugar de andar con rodeos, fueron directo al grano: analizaron qué mercados les interesaban, cuánto gastaban los turistas y cuándo era mejor momento para promocionarse. ¡Eso sí que es trabajo hecho!
Y miren las cifras: en 2023, el turismo internacional generó unos 6.900 millones de dólares, ¡superando hasta los ingresos de la Copa Mundial de 2014! Luego, en 2024, rompieron otro récord con 7.300 millones de dólares y casi siete millones de visitantes extranjeros. Una locura, vamos. Aquí, seguimos discutiendo si debemos abrirle paso a los cruceristas o no... ¡parece broma!
Lo que más me impactó es que el turismo representa el 8% del PIB de Brasil, una cifra considerable si se compara con el 12% que aportan el petróleo y el gas. Freixo dice textualmente que el turismo le da empleo, renta, crecimiento y mueve la economía de todo el país. Eso sí que es un motor, ¿eh?
Pero no todo es plata, claro. Lo interesante es que Brasil está apostando por la diversidad. Dejan claro que no solo tienen playas paradisíacas (aunque de esas tienen de sobra), sino también seis biomas distintos, con culturas y gastronomías únicas. Desde la feijoada de Río hasta el moqueca y el bobó de camarones del norte, pasando por la comida amazónica con pato y açaí… ¡uno se pone agua boca solo de pensar!
Además, están poniendo un enfoque especial en el turismo comunitario y en la promoción de la cultura de los quilombos, esos asentamientos históricos creados por africanos esclavizados que lucharon por su libertad. Es un turismo reparador, que busca apoyar a las poblaciones tradicionales y promover la justicia social. ¡Qué nivel! Ya saben, acá andamos buscando el próximo “gran proyecto turístico” y ellos ya están trabajando en cosas que realmente generan impacto positivo.
Y hablando de impacto, parece que Argentina también está sacando provecho de esta ola turística brasileña. En los primeros siete meses de este año, el turismo aumentó un 46% respecto al mismo periodo del año anterior, con un crecimiento del 94% en visitantes argentinos. ¡Imagínense!, en 2024 tuvimos 1,9 millones de argentinos en Brasil y en agosto de este año ya llevábamos 2,6 millones. ¡Eso sí que es movida!
Después de escuchar todo esto, uno no puede evitar preguntarse: ¿Estamos nosotros, los ticos, aprovechando al máximo nuestro potencial turístico? ¿Nos estamos enfocando en diversificar nuestra oferta y en promover un turismo sostenible y responsable que beneficie a todas las comunidades? ¡Díganme sus opiniones, qué estrategias creen que deberíamos implementar para darle un brío al turismo nacional!
Según cuentan, la jugada maestra de Brasil ha sido armar un equipo técnico de primera, capaz de planear y gestionar el turismo como debe ser. Ni más ni menos, pusieron gente que entendiera del negocio y que supieran cómo atraer visitantes. Imagínense, en lugar de andar con rodeos, fueron directo al grano: analizaron qué mercados les interesaban, cuánto gastaban los turistas y cuándo era mejor momento para promocionarse. ¡Eso sí que es trabajo hecho!
Y miren las cifras: en 2023, el turismo internacional generó unos 6.900 millones de dólares, ¡superando hasta los ingresos de la Copa Mundial de 2014! Luego, en 2024, rompieron otro récord con 7.300 millones de dólares y casi siete millones de visitantes extranjeros. Una locura, vamos. Aquí, seguimos discutiendo si debemos abrirle paso a los cruceristas o no... ¡parece broma!
Lo que más me impactó es que el turismo representa el 8% del PIB de Brasil, una cifra considerable si se compara con el 12% que aportan el petróleo y el gas. Freixo dice textualmente que el turismo le da empleo, renta, crecimiento y mueve la economía de todo el país. Eso sí que es un motor, ¿eh?
Pero no todo es plata, claro. Lo interesante es que Brasil está apostando por la diversidad. Dejan claro que no solo tienen playas paradisíacas (aunque de esas tienen de sobra), sino también seis biomas distintos, con culturas y gastronomías únicas. Desde la feijoada de Río hasta el moqueca y el bobó de camarones del norte, pasando por la comida amazónica con pato y açaí… ¡uno se pone agua boca solo de pensar!
Además, están poniendo un enfoque especial en el turismo comunitario y en la promoción de la cultura de los quilombos, esos asentamientos históricos creados por africanos esclavizados que lucharon por su libertad. Es un turismo reparador, que busca apoyar a las poblaciones tradicionales y promover la justicia social. ¡Qué nivel! Ya saben, acá andamos buscando el próximo “gran proyecto turístico” y ellos ya están trabajando en cosas que realmente generan impacto positivo.
Y hablando de impacto, parece que Argentina también está sacando provecho de esta ola turística brasileña. En los primeros siete meses de este año, el turismo aumentó un 46% respecto al mismo periodo del año anterior, con un crecimiento del 94% en visitantes argentinos. ¡Imagínense!, en 2024 tuvimos 1,9 millones de argentinos en Brasil y en agosto de este año ya llevábamos 2,6 millones. ¡Eso sí que es movida!
Después de escuchar todo esto, uno no puede evitar preguntarse: ¿Estamos nosotros, los ticos, aprovechando al máximo nuestro potencial turístico? ¿Nos estamos enfocando en diversificar nuestra oferta y en promover un turismo sostenible y responsable que beneficie a todas las comunidades? ¡Díganme sus opiniones, qué estrategias creen que deberíamos implementar para darle un brío al turismo nacional!