¡Aguante, pura vida! Matías Andino, un chamaco de apenas 15 años, nos ha hecho sentir orgullosos hasta las cachas. Este crack del Colegio Saint John Baptist se colgó una medalla de bronce en la XXI Olimpiada Juvenil Internacional de Ciencias, celebrada en Sochi, Rusia. ¡Imagínate, entre 24 países peleando por el podio y este tico demostrando que tenemos cerebro pa’ regalar!
La Olimpiada, que se llevó a cabo del 23 de noviembre al 2 de diciembre, reunió a unos cerebritos de menos de 16 años de todo el mundo. Los desafíos eran de otro planeta: problemas teóricos reventones y experimentos que te hacían sudar la frente en Biología, Química y Física. Un brete, vamos.
Y ni hablar de la delegación costarricense. Seis jóvenes talentos, todos campeones de la Olimpiada Costarricense de Ciencias 2024, viajaron representando al país: Rafael Sancho Dive, Mauricio Chaverri Trelles, Ignacio Camacho Redondo, Matías Andino, Gabriel Herrera Barrantes y Santiago Bulgarelli Rivera. ¡Una verdadera máquina intelectual! Estos muchachos le dieron duro a los libros, eso sí que se nota.
Detrás de este éxito, un equipo de tutores pilas: Katya Bermúdez (Física), Kenneth Castillo (Biología y jefe de delegación) –ambos de la UNED– y Randall Syedd (Química) de la U. Nacional. Según Castillo, el entrenamiento fue intenso, requiriendo disciplina, compromiso y, sobre todo, ¡mucha pasión por las ciencias naturales! Porque así se consiguen cosas chingonas, diay.
Pero la Olimpiada no fue solo estudiar y resolver ecuaciones. El grupo también tuvo la oportunidad de conocer el Centro Sirius, un complejo ruso impresionante dedicado a impulsar el talento joven en ciencia, tecnología, arte y deporte. Imagínate, tener acceso a esas instalaciones... ¡un sueño para cualquier científico en ciernes!
La logística de este viaje no fue poca cosa. El Consejo Nacional de Rectores (CONARE) cubrió los gastos de transporte aéreo, una ayuda importante, y el país anfitrión se hizo cargo del hospedaje, comida y actividades educativas. Esto demuestra que, aunque a veces le demos palazos al gobierno, también hay gente trabajando por la educación y el futuro de nuestros jóvenes.
Syedd enfatizó la importancia de seguir invirtiendo en estos tipos de competencias. Dijo que la plata invertida va en la dirección correcta, ya que visibilizan los logros nacionales y motivan a la juventud a explorar carreras científicas. Pura verdad, ¡hay que echarle ganas para que nuestros jóvenes tengan oportunidades!
En fin, la participación de Costa Rica en esta Olimpiada fue posible gracias al esfuerzo conjunto de varias instituciones: la UNED, TEC, UNA, UCR, UTN, el Laboratorio Nacional de Nanotecnología, CONARE, MICITT y el MEP. Un trabajo en equipo que realmente vale la pena aplaudir. Ahora, dime tú: ¿crees que deberíamos invertir aún más en programas de ciencia y tecnología para nuestros jóvenes, o hay otras áreas que necesitan más atención?
La Olimpiada, que se llevó a cabo del 23 de noviembre al 2 de diciembre, reunió a unos cerebritos de menos de 16 años de todo el mundo. Los desafíos eran de otro planeta: problemas teóricos reventones y experimentos que te hacían sudar la frente en Biología, Química y Física. Un brete, vamos.
Y ni hablar de la delegación costarricense. Seis jóvenes talentos, todos campeones de la Olimpiada Costarricense de Ciencias 2024, viajaron representando al país: Rafael Sancho Dive, Mauricio Chaverri Trelles, Ignacio Camacho Redondo, Matías Andino, Gabriel Herrera Barrantes y Santiago Bulgarelli Rivera. ¡Una verdadera máquina intelectual! Estos muchachos le dieron duro a los libros, eso sí que se nota.
Detrás de este éxito, un equipo de tutores pilas: Katya Bermúdez (Física), Kenneth Castillo (Biología y jefe de delegación) –ambos de la UNED– y Randall Syedd (Química) de la U. Nacional. Según Castillo, el entrenamiento fue intenso, requiriendo disciplina, compromiso y, sobre todo, ¡mucha pasión por las ciencias naturales! Porque así se consiguen cosas chingonas, diay.
Pero la Olimpiada no fue solo estudiar y resolver ecuaciones. El grupo también tuvo la oportunidad de conocer el Centro Sirius, un complejo ruso impresionante dedicado a impulsar el talento joven en ciencia, tecnología, arte y deporte. Imagínate, tener acceso a esas instalaciones... ¡un sueño para cualquier científico en ciernes!
La logística de este viaje no fue poca cosa. El Consejo Nacional de Rectores (CONARE) cubrió los gastos de transporte aéreo, una ayuda importante, y el país anfitrión se hizo cargo del hospedaje, comida y actividades educativas. Esto demuestra que, aunque a veces le demos palazos al gobierno, también hay gente trabajando por la educación y el futuro de nuestros jóvenes.
Syedd enfatizó la importancia de seguir invirtiendo en estos tipos de competencias. Dijo que la plata invertida va en la dirección correcta, ya que visibilizan los logros nacionales y motivan a la juventud a explorar carreras científicas. Pura verdad, ¡hay que echarle ganas para que nuestros jóvenes tengan oportunidades!
En fin, la participación de Costa Rica en esta Olimpiada fue posible gracias al esfuerzo conjunto de varias instituciones: la UNED, TEC, UNA, UCR, UTN, el Laboratorio Nacional de Nanotecnología, CONARE, MICITT y el MEP. Un trabajo en equipo que realmente vale la pena aplaudir. Ahora, dime tú: ¿crees que deberíamos invertir aún más en programas de ciencia y tecnología para nuestros jóvenes, o hay otras áreas que necesitan más atención?