¡Ay, Dios mío, qué buen rollo se vivió ayer en el Parque de la Paz!
Como ya todos sabemos, el feriado del 1° de diciembre, que celebramos desde el 2020, es doblemente especial acá en Costa Rica: conmemoramos la abolición del ejército, un hito histórico importantísimo, pero también marca el inicio oficial de la temporada navideña. Y vaya si los nacionales aprovecharon ambos motivos para salir y desconectarse un ratillo.
Desde tempranitas, el parque estaba lleno a reventar. Familias completas llegaban con sus sillas plegables, canastos llenos de comida, cometas coloridas y una actitud relajada, buscando un respiro de la rutina. Se veía pura gente pescando, echando carretes, riendo y disfrutando del sol, unos maes tranquilos pasando el día con sus seres queridos. Se escuchaba pura risa de niños corriendo detrás de las cometas, ¡qué alegría verlos así!
Y ni hablar de los que vinieron a echarse unas compras navideñas. Muchos aprovechaban para buscar el árbol perfecto, luces decorativas, adornos para el hogar y hasta los regalos para los parientes. Algunos iban directo a los mercados cercanos a ver si encontraban alguna oferta buena; porque, díganle a quién les diga, el bolsillo anda medio ajustadito este año.
Lo lindo de esto es que se sentía un ambiente súper familiar y comunitario. Varios grupos organizaron picnics improvisados, compartiendo comida y música. Se veía gente jugando dominó bajo las palmeras, otros simplemente charlando y poniéndose al día, de esas pláticas largas que tanto nos gustan a nosotros los ticos.
Uno no podía pasar desapercibido de la venta ambulante. Artesanos locales estaban ofreciendo figuras de madera tallada, pulseras de macramé, cuadros pintados a mano y otras cositas lindas hechas con mucho cariño. Un brete de artesanías creativas, realmente. Era un festival de talento nacional, ¡y qué bueno que la gente apoya eso!
Claro, como dice el dicho, “después de comer viene la pereza”, y eso se notaba a partir de la tarde. La mayoría de las familias empezaron a recoger sus cosas poco a poco, preparándose para regresar a casa y continuar con las festividades navideñas. Se veía a los niños cansados, pero felices, aferrados a sus juguetes y cometas.
En fin, fue un día para celebrar, para agradecer y para compartir. Un día donde se respiraba el espíritu navideño y el orgullo de ser costarricenses. Pero ahora, dime tú, ¿crees que deberíamos mantener el feriado del 1° de diciembre como una fecha fija en nuestro calendario, o sería mejor flexibilizarlo para adaptarlo a las necesidades de cada familia?
Como ya todos sabemos, el feriado del 1° de diciembre, que celebramos desde el 2020, es doblemente especial acá en Costa Rica: conmemoramos la abolición del ejército, un hito histórico importantísimo, pero también marca el inicio oficial de la temporada navideña. Y vaya si los nacionales aprovecharon ambos motivos para salir y desconectarse un ratillo.
Desde tempranitas, el parque estaba lleno a reventar. Familias completas llegaban con sus sillas plegables, canastos llenos de comida, cometas coloridas y una actitud relajada, buscando un respiro de la rutina. Se veía pura gente pescando, echando carretes, riendo y disfrutando del sol, unos maes tranquilos pasando el día con sus seres queridos. Se escuchaba pura risa de niños corriendo detrás de las cometas, ¡qué alegría verlos así!
Y ni hablar de los que vinieron a echarse unas compras navideñas. Muchos aprovechaban para buscar el árbol perfecto, luces decorativas, adornos para el hogar y hasta los regalos para los parientes. Algunos iban directo a los mercados cercanos a ver si encontraban alguna oferta buena; porque, díganle a quién les diga, el bolsillo anda medio ajustadito este año.
Lo lindo de esto es que se sentía un ambiente súper familiar y comunitario. Varios grupos organizaron picnics improvisados, compartiendo comida y música. Se veía gente jugando dominó bajo las palmeras, otros simplemente charlando y poniéndose al día, de esas pláticas largas que tanto nos gustan a nosotros los ticos.
Uno no podía pasar desapercibido de la venta ambulante. Artesanos locales estaban ofreciendo figuras de madera tallada, pulseras de macramé, cuadros pintados a mano y otras cositas lindas hechas con mucho cariño. Un brete de artesanías creativas, realmente. Era un festival de talento nacional, ¡y qué bueno que la gente apoya eso!
Claro, como dice el dicho, “después de comer viene la pereza”, y eso se notaba a partir de la tarde. La mayoría de las familias empezaron a recoger sus cosas poco a poco, preparándose para regresar a casa y continuar con las festividades navideñas. Se veía a los niños cansados, pero felices, aferrados a sus juguetes y cometas.
En fin, fue un día para celebrar, para agradecer y para compartir. Un día donde se respiraba el espíritu navideño y el orgullo de ser costarricenses. Pero ahora, dime tú, ¿crees que deberíamos mantener el feriado del 1° de diciembre como una fecha fija en nuestro calendario, o sería mejor flexibilizarlo para adaptarlo a las necesidades de cada familia?