¡Ay, Dios mío! Aquí estamos otra vez, hablando de cosas que deberían ser obvias, pero parece que tenemos que recordarle las cosas a nuestros políticos. Este 1 de diciembre, Día de la Abolición del Ejército, el ex presidente Oscar Arias, con su sabiduría de sabio (y premio Nobel pa’ remate), nos soltó un discurso que puso a pensar a más de uno. Como si necesitáramos más comida para el coco.
El manito recordó, pa' los que tienen la memoria corta, cómo Don Pepe Figueres y esa banda de revolucionarios se fajaron a deshacerse de los militares en 1948. No fue un simple trámite burocrático, sino un cambio de paradigma, una jugada maestra para apostarle a la paz y a la educación, en lugar de a las balas y el ruido de las guerras. ¡Imagínense, Costa Rica sin ejército desde hace casi ocho décadas!
Y ahí entra el “mensaje” de Arias, porque vamos, ya sabemos que los discursos así suelen tener doble intención. Él nos dice textualmente: “En Costa Rica volveremos a elegir la vida, la escuela, el diálogo y la tolerancia”. Suena bonito, ¿verdad? Pero con toda la bronca política que tenemos ahora, con la inseguridad pegándose como chinche en la cama, y algunos queriendo meter mano militar en todo, el mensaje cobra una urgencia especial. Parece que olvidamos rápido la lección de nuestros antepasados, ¡qué descaro!
El tipo, que no es precisamente un novato en estos temas, nos recuerda que la confrontación nunca trae soluciones duraderas. Que pelear por pelear, gritarle a alguien por que piense diferente, al final solo nos deja más pobres, tanto en oportunidades como en calidad de vida. Mejor invertir en educación, en salud, en programas sociales, en construir puentes en lugar de muros... ¡Así decía mi abu!
Y ahí viene el meollo del asunto, el punto donde Arias nos da un buen coscorrón de realidad. Nos plantea la dicotomía clara: o elegimos el camino de la vida y la tolerancia, o nos metemos en el lodazal del fanatismo y la violencia. Es como escoger entre irnos de vacaciones a Manuel Antonio o quedarnos atascados en el tráfico de Santa Bárbara, ¡más vale disfrutar el paisaje!
Es verdad que las cosas no han sido fáciles últimamente. La delincuencia se ha puesto pesada, la economía anda medio revuelta, y la polarización política ha dividido familias enteras. Pero eso no significa que debamos tirar por la borda todo lo que hemos construido durante tantos años. Costa Rica siempre ha sido un faro de paz en un mundo convulso, ¡no podemos permitir que esa luz se apague!
Ahora, con el feriado del 1 de diciembre convertido en fecha de reflexión (aunque algunos preferirían un día más de pura diversión), Arias nos invita a renovar nuestro compromiso con los valores civiles. A recordar por qué nuestras calles no están patrulladas por soldados, sino por policías enfocados en proteger a la gente. Porque la seguridad ciudadana no pasa por militarizar el país, sino por fortalecer nuestras instituciones democráticas y resolver los problemas de raíz.
Así que, amigos y amigas, aquí les dejo la pregunta para que nos den su opinión: ¿Creen que realmente estamos dispuestos a “volver a elegir la vida” y abrazar la tolerancia, o estamos encaminados hacia un futuro más oscuro y polarizado? ¡Denme su visto bueno o su pulgar abajo y cuenten qué piensan al respecto! ¿Se puede rescatar el espíritu civilista de Costa Rica o ya estamos demasiado lejos?
El manito recordó, pa' los que tienen la memoria corta, cómo Don Pepe Figueres y esa banda de revolucionarios se fajaron a deshacerse de los militares en 1948. No fue un simple trámite burocrático, sino un cambio de paradigma, una jugada maestra para apostarle a la paz y a la educación, en lugar de a las balas y el ruido de las guerras. ¡Imagínense, Costa Rica sin ejército desde hace casi ocho décadas!
Y ahí entra el “mensaje” de Arias, porque vamos, ya sabemos que los discursos así suelen tener doble intención. Él nos dice textualmente: “En Costa Rica volveremos a elegir la vida, la escuela, el diálogo y la tolerancia”. Suena bonito, ¿verdad? Pero con toda la bronca política que tenemos ahora, con la inseguridad pegándose como chinche en la cama, y algunos queriendo meter mano militar en todo, el mensaje cobra una urgencia especial. Parece que olvidamos rápido la lección de nuestros antepasados, ¡qué descaro!
El tipo, que no es precisamente un novato en estos temas, nos recuerda que la confrontación nunca trae soluciones duraderas. Que pelear por pelear, gritarle a alguien por que piense diferente, al final solo nos deja más pobres, tanto en oportunidades como en calidad de vida. Mejor invertir en educación, en salud, en programas sociales, en construir puentes en lugar de muros... ¡Así decía mi abu!
Y ahí viene el meollo del asunto, el punto donde Arias nos da un buen coscorrón de realidad. Nos plantea la dicotomía clara: o elegimos el camino de la vida y la tolerancia, o nos metemos en el lodazal del fanatismo y la violencia. Es como escoger entre irnos de vacaciones a Manuel Antonio o quedarnos atascados en el tráfico de Santa Bárbara, ¡más vale disfrutar el paisaje!
Es verdad que las cosas no han sido fáciles últimamente. La delincuencia se ha puesto pesada, la economía anda medio revuelta, y la polarización política ha dividido familias enteras. Pero eso no significa que debamos tirar por la borda todo lo que hemos construido durante tantos años. Costa Rica siempre ha sido un faro de paz en un mundo convulso, ¡no podemos permitir que esa luz se apague!
Ahora, con el feriado del 1 de diciembre convertido en fecha de reflexión (aunque algunos preferirían un día más de pura diversión), Arias nos invita a renovar nuestro compromiso con los valores civiles. A recordar por qué nuestras calles no están patrulladas por soldados, sino por policías enfocados en proteger a la gente. Porque la seguridad ciudadana no pasa por militarizar el país, sino por fortalecer nuestras instituciones democráticas y resolver los problemas de raíz.
Así que, amigos y amigas, aquí les dejo la pregunta para que nos den su opinión: ¿Creen que realmente estamos dispuestos a “volver a elegir la vida” y abrazar la tolerancia, o estamos encaminados hacia un futuro más oscuro y polarizado? ¡Denme su visto bueno o su pulgar abajo y cuenten qué piensan al respecto! ¿Se puede rescatar el espíritu civilista de Costa Rica o ya estamos demasiado lejos?