Diay maes, hablemos de una vara que ya cansa, pero que es más necesaria que el café en la mañana: la seguridad. O bueno, la falta de ella. Resulta que el Ministro de Seguridad, Mario Zamora, salió con una propuesta que, en cualquier país con dos dedos de frente, sonaría súper obvia, pero que aquí, en nuestra querida Tiquicia, es noticia de primera plana. El mae básicamente dijo: "Hey, ¿qué tal si empezamos a extraditar a los ticos que cometen homicidio?". Y uno se queda pensando... ¿en serio hasta ahora se les ocurre?
La vara está así: en la Asamblea Legislativa hay un proyecto para reformar el famoso artículo 32 de la Constitución. La idea es ampliar la lista de delitos por los que un costarricense puede ser enviado a enfrentar la justicia en otro país. Ya se había aprobado para narco y terrorismo, y ahora quieren meterle tráfico de órganos, trata de personas y tráfico de armas. Todo bien, aplausos. Pero Zamora, con toda la razón del mundo, levantó la mano y dijo que a esa lista le falta el plato fuerte: el homicidio doloso. O sea, matar a alguien con toda la intención del mundo. Afirmó que "Costa Rica no puede ser refugio de sicarios y homicidas", y la verdad, es difícil no estar de acuerdo.
Es que aquí es donde la cosa se pone fea y uno entiende el tamaño del problema. Imagínense el escenario: un sicario, contratado por un cartel internacional, viene a Costa Rica, se echa a alguien y, si lo agarran, sabe que no lo pueden extraditar por ese crimen. El país se convierte, literalmente, en una zona segura para gatilleros. Es un portillo legal que grita "¡Bienvenidos, asesinos!". Que los diputados no hayan incluido esto desde el inicio es, para ponerlo en buen tico, una potencial metida de patas monumental. No se pueden jalar una torta de ese calibre, no con la que está pasando en las calles.
Y es que no hay que ser un genio para conectar los puntos. Uno ve las noticias de todos los días que pusieron en el mismo periódico: "Hallan hombre muerto con impacto de bala en la Ruta 32", "Hombre muere baleado a plena luz de día". Ya esto no es algo que pasa lejos, es el pan de cada día. La violencia se nos metió hasta en la cocina y la percepción es que las leyes no están a la altura del despiche que tenemos. Por eso, cuando un ministro sale a decir lo evidente, una parte de uno siente un alivio, pero la otra, la más cínica, se pregunta si esto es de verdad o solo para la foto. Ojalá los diputados le pongan atención y entiendan que esto no es un brete más, es una emergencia.
Al final, la propuesta de Zamora es un paso en la dirección correcta, pero es apenas una curita en una herida que no para de sangrar. Arreglar el artículo 32 es indispensable, pero no va a solucionar mágicamente la crisis. Se ocupa más inteligencia policial, más inversión, y sobre todo, que las leyes se apliquen sin miedo. Pero diay, ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Ustedes creen que con solo cambiar este artículo la vara cambia de verdad? ¿O es pura hablada para la galería mientras la violencia sigue mandando en la calle? ¿Qué más se ocupa para que Costa Rica deje de ser el paraíso que era, pero para los criminales?
La vara está así: en la Asamblea Legislativa hay un proyecto para reformar el famoso artículo 32 de la Constitución. La idea es ampliar la lista de delitos por los que un costarricense puede ser enviado a enfrentar la justicia en otro país. Ya se había aprobado para narco y terrorismo, y ahora quieren meterle tráfico de órganos, trata de personas y tráfico de armas. Todo bien, aplausos. Pero Zamora, con toda la razón del mundo, levantó la mano y dijo que a esa lista le falta el plato fuerte: el homicidio doloso. O sea, matar a alguien con toda la intención del mundo. Afirmó que "Costa Rica no puede ser refugio de sicarios y homicidas", y la verdad, es difícil no estar de acuerdo.
Es que aquí es donde la cosa se pone fea y uno entiende el tamaño del problema. Imagínense el escenario: un sicario, contratado por un cartel internacional, viene a Costa Rica, se echa a alguien y, si lo agarran, sabe que no lo pueden extraditar por ese crimen. El país se convierte, literalmente, en una zona segura para gatilleros. Es un portillo legal que grita "¡Bienvenidos, asesinos!". Que los diputados no hayan incluido esto desde el inicio es, para ponerlo en buen tico, una potencial metida de patas monumental. No se pueden jalar una torta de ese calibre, no con la que está pasando en las calles.
Y es que no hay que ser un genio para conectar los puntos. Uno ve las noticias de todos los días que pusieron en el mismo periódico: "Hallan hombre muerto con impacto de bala en la Ruta 32", "Hombre muere baleado a plena luz de día". Ya esto no es algo que pasa lejos, es el pan de cada día. La violencia se nos metió hasta en la cocina y la percepción es que las leyes no están a la altura del despiche que tenemos. Por eso, cuando un ministro sale a decir lo evidente, una parte de uno siente un alivio, pero la otra, la más cínica, se pregunta si esto es de verdad o solo para la foto. Ojalá los diputados le pongan atención y entiendan que esto no es un brete más, es una emergencia.
Al final, la propuesta de Zamora es un paso en la dirección correcta, pero es apenas una curita en una herida que no para de sangrar. Arreglar el artículo 32 es indispensable, pero no va a solucionar mágicamente la crisis. Se ocupa más inteligencia policial, más inversión, y sobre todo, que las leyes se apliquen sin miedo. Pero diay, ahora les pregunto a ustedes, maes: ¿Ustedes creen que con solo cambiar este artículo la vara cambia de verdad? ¿O es pura hablada para la galería mientras la violencia sigue mandando en la calle? ¿Qué más se ocupa para que Costa Rica deje de ser el paraíso que era, pero para los criminales?
