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Sentarse afuera del barrio a ver pasar culos [emoji41]
Ja ja qué bueno! Cierto!Lunes: Cuartel de la Boca del Monte (conciertos con Marfil cada semana)
Martes: Pollo Cervecero en Pavas, (música en Vivo)
Miercoles: Caccios o el 88 en la Calle de la Amargura, habían promos y otras varas
Jueves: Akelarre o Hooligans
Viernes y Sabado: Escazú, habían varios chantes en la entrada desde Trejos Montealegre hasta donde está Plaza Colonial, pero no recuerdo el nombre de los bares.
Domingo: Cerrar la semana en Casa Matute, ponían a nenas a bailar en jaulas, mientras algún guineo animaba puro toldo de palmares.
Mis preferidos muy dificil decirlo pero al menos no faltaba a Casa Matute y Akelarre, y luego de las 2 am, solo se podía seguir bebiendo en Fandango en Trejos Montealegre o Sand en San Pedro entonces ahi terminaban todas las fiestas.
Los más tropicales, iban a Salsa 54 en el Centro de chepe, donde también estaba Zadidas por la plaza de la cultura, y otro chante en el Centro Comercial del Sur, que era pura música tropical, pero no recuerdo el nombre. También iban a Kamakiri, pero ahi si llegaban más lajas y ratas.
Los bares se separaban y tenían Salas VIP, donde solo entraban a quienes veían con pedigree o clientes frecuentes que derrochabamos el salario en guaro.
La depilación todavía no había alcanzado al conocimiento de todas las nenas, entonces usted iba a coger y no sabía que le esperaba, iba 50-50
La calle de la Amargura, igual a como la ve usted hoy, solo que muchos bares se llamaban diferente. (extraño el Ballenato, no la música el bar)
Hooligans recién abría puertas en el garage de una choza en la entrada de Escazú y el pool era el Ladies Night los jueves.
Las mejores alitas, eran las del bar Buenos Aires, en la esquina de Santa Teresita.
La inaguración de Tango India, con bailes a 5 rojos, si pedías un trago de Tequila lo podías beber del cuerpo de una nena.
La semana U, Fiestas de Palmares, Fiestas del Puerto, eran sagradas y no se podía faltar, hasta terminar destruido.
Vertigo se llamaba Contiqui Point o algo así y era casi la misma vara que hoy, sin las ratas afuera esperando a ganarlo a uno y solo gente de mucha harina lo frecuentaba.
Mota a 500 el puro en Sand en San Pedro, donde también era tuanis terminar la fiesta para los que nos gusta el rockcito, o el otro chante que estaba afuera que no recuerdo como se llama. Cigarros a 100 la cajetilla, birras a 3 por mil.
Desayuno Imperial en La Tortuguita en la UCR, ¢500 Pinto con huevo y 3 Aguilitas Imperial o por supuesto en la Canelita.
Solo estaba el Mall San Pedro y todo mundo iba como idiota a dar vueltas ahi, sin comprar ni verga.
etc. etc. etc.
Nunca fui a las barras libres y salí borracho [emoji16]Antes todo era más amplio, mejengas. videojuegos, música, películas y salidas al mall, Zapote, etc. En sus tiempos, estaba el famoso Partenón que quedaba en el centro comercial del sur, las muchachas se vestían horribles y se veían bien fea, casi ninguna estaba desarrollada pero sobretodo muy pollas.
Me hiciste pensar...la verdad es que en esa época en Alajuela... (ni campo ni rural ) no había dónde ir casi ja ja, se me viene el recuerdo de que tod@s los del cole y el barrio, íbamos al parque central pfff...¡qué historias!¿Quienes crecimos en el campo o zonas rurales también podemos participar en el tema?
Mota a 500 el puro en Sand en San Pedro, donde también era tuanis terminar la fiesta para los que nos gusta el rockcito, o el otro chante que estaba afuera que no recuerdo como se llama. Cigarros a 100 la cajetilla, birras a 3 por mil.
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¿Quienes crecimos en el campo o zonas rurales también podemos participar en el tema?
Me hiciste pensar...la verdad es que en esa época en Alajuela... (ni campo ni rural ) no había dónde ir casi ja ja, se me viene el recuerdo de que tod@s los del cole y el barrio, íbamos al parque central pfff...¡qué historias!
Pues sí. Es que la adolescencia en los 90's y en un sitio rural, definitivamente son otros cien pesos.
De donde yo vengo, ser adolescente en los 90's era ir a andar en bicicleta y hacer competencias, quien ganase, sería invitado a una salchipapas con pitufa incluida en la soda de la mamá Pedrito, conocido barrialmente como "Ojo gacho" (parecía el ojo del vocalista de Radiohead, para que se ubiquen). Ser adolescente en aquella época y espacio era ir a sentarse en el pollo (banca mal pintada) del centro, mirar a la gente pasar, escuchar la música y comerciales de la tienda "El Regalón". Sentarse allí no solo era un privilegio porque no cabíamos todos, sino que además era el momento justo en el cual los chismes y chistes tenían sentido. Ni el asfixiante sol nos impedía de sentarnos allí a burlamos de personas, ninguna quedó sin ser blanco de apodos, bromas y sobrenombres. Esa era la dinámica, devenía de la particularidad de la gente porque en pueblo chico todos nos conocemos y sabemos quién o qué hace cada familia. No había internet, ni chats, ni siquiera celular. Tocaba conversar face to face en el pollo del centro (el centro del pueblo)...
salchipapas con pitufa incluida en la soda de la mamá Pedrito, conocido barrialmente como "Ojo gacho" (parecía el ojo del vocalista de Radiohead, para que se ubiquen). Ser adolescente en aquella época y espacio era ir a sentarse en el pollo (banca mal pintada) del centro, mirar a la gente pasar, escuchar la música y comerciales de la tienda "El Regalón". Sentarse allí no solo era un privilegio porque no cabíamos todos, sino que además era el momento justo en el cual los chismes y chistes tenían sentido. Ni el asfixiante sol nos impedía de sentarnos allí a burlamos de personas, ninguna quedó sin ser blanco de apodos, bromas y sobrenombres.
Pues sí. Es que la adolescencia en los 90's y en un sitio rural, definitivamente son otros cien pesos.
De donde yo vengo, ser adolescente en los 90's era ir a andar en bicicleta y hacer competencias, quien ganase, sería invitado a una salchipapas con pitufa incluida en la soda de la mamá Pedrito, conocido barrialmente como "Ojo gacho" (parecía el ojo del vocalista de Radiohead, para que se ubiquen). Ser adolescente en aquella época y espacio era ir a sentarse en el pollo (banca mal pintada) del centro, mirar a la gente pasar, escuchar la música y comerciales de la tienda "El Regalón". Sentarse allí no solo era un privilegio porque no cabíamos todos, sino que además era el momento justo en el cual los chismes y chistes tenían sentido. Ni el asfixiante sol nos impedía de sentarnos allí a burlamos de personas, ninguna quedó sin ser blanco de apodos, bromas y sobrenombres. Esa era la dinámica, devenía de la particularidad de la gente porque en pueblo chico todos nos conocemos y sabemos quién o qué hace cada familia. No había internet, ni chats, ni siquiera celular. Tocaba conversar face to face en el pollo del centro (el centro del pueblo).
Si bien esa proximidad nos favorecía para hacer mofa de manera más cruel e incisiva, también jugaba en contra. Las primeras veces que bebí una cerveza y fumé un cigarro, fue prácticamente escondida en los bordes de un río, catarata, laguna o casa habitación de nuestros mismos cómplices. Hacerlo a la vista de cualquier persona implicaría un serio problema para una jovencita de 13 años, a quien apenas le estaban saliendo sus primeras espinillas de la pubertad. En este sentido la creatividad e ingenio, más que un ejercicio intelectual y de sublimación, era un recurso necesario para hacer de las nuestras. Echar una cerveza en una bolsita con pajilla, para simular una refrescante bebida gaseosa Canada Dry Ginger Ale. Mejor dicho: una llinlli el. O bien, comprar un jugo de naranja, sustituir un poco de este líquido y echarle Cacique. En miles de ocasiones las hojas del limón que estaba detrás del colegio nos ayudaron a eliminar ese tufillo a tabaco. Las "pijamadas en tienda de campaña" de un grupo de adolescentes de aproximadamente 15 años, se convertían en una noche-madrugada de rebeldía, cuando a escondidas cambiábamos nuestras vestiduras de dormir y nos poníamos ropa para ir de fiesta a la casa de la mamá del novio de Diana, conocida en el bajo mundo como "La Chóquela" (para todo lo que hacía pedía que la chocáramos, hoy se le llama a eso hi5). Cuando algunos destellos de luz aparecían, todas retornábamos a la tienda de campaña en donde, según nuestros padres de familia, estábamos durmiendo angelicalmente. ¡Qué días aquellos de picaflor!
Pero la hazaña más grande era que, una adolescente de 15-16 años, mujer, hija de don Justino y doña Justina quienes son gente de bien, entrase a un bar sin ser vista por los ojos de cualquier particular del pueblo. Una vez allí adentro del bar, nadie diría nada. O tal vez sí, pero dado el estado etílico de los testigos, quedaba el recurso de "¿le va a creer a un borracho que yo estaba ahí metida en el bar y no a mí, su propia hija?". Entrar a aquel bar de mala muerte con rótulo "PK-2", fue la quijotada más grande en aquel entonces. Si alguien me veía o se entraba, inmediatamente iría a informárselo a mis padres y seríamos la comidilla del pueblo. Lo bueno de todo esto es que siempre se me ha dado eso de la astucia. Nada en especial tenía aquel sitio, solo una barra con unos cuantos asientos, luces de neón, un televisor transmitiendo vídeos musicales de mala calidad; pero sentarse allí, a veces sola o a veces acompañada, que el "bartender" -no sabía hacer nada más que servir licor- me trajese una cerveza y un cigarro, se sentía genial. Salir a las 9pm y transitar por las aceras de la pulpería, la carnicería y demás establecimientos, era algo desafiante viniendo de una adolescente mujer. Eso hacía yo cuando era adolescente. Aparte de estudiar, ir a la playa, etc.
Cuando tuve que instalarme en San José, todo lo anterior se volvió una tarea demasiado fácil. Nadie acá me conocía ni conocía a mi familia. Y curiosamente, aunque el ambiente es más propicio, nunca me he pegado la fiesta en un bar de acá hasta la fecha.
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