La reciente pugna entre el Consejo Nacional de Rectores (Conare) y el Ministerio de Educación Pública (MEP) por la negociación del Fondo Especial para la Educación Superior (FEES) ha escalado a niveles insospechados, exponiendo caprichos y tensiones que parecen sacados de una telenovela. ¿El último episodio? La negativa de los rectores a participar en reuniones fuera de sus comodidades preferidas, frenando así el avance de las negociaciones críticas para el futuro de la educación superior en Costa Rica.
El pasado martes, a las 2:00 p.m., estaba programada una reunión en Casa Presidencial con el fin de discutir y acordar el monto del FEES. Sin embargo, los rectores del Conare se levantaron de la mesa de negociación, alegando que no aceptarían participar en reuniones que no se realizaran en las ubicaciones de su elección. Este gesto, calificado por muchos como un capricho inexplicable, ha dejado a los estudiantes y al público en general preguntándose: ¿qué es más importante, la educación o la ubicación de la reunión?
La decisión del Ejecutivo de convocar la reunión en Casa Presidencial no fue al azar. Responde a un incidente reciente en el que la Ministra de Educación, Anna Katharina Müller, fue agredida en las instalaciones de Conare el 18 de julio. La medida buscaba garantizar la seguridad de los participantes, una precaución razonable considerando el contexto. Pero los rectores, en una postura que muchos ven como una muestra de poder y control, decidieron que sus preferencias eran más importantes que la seguridad y el progreso de las negociaciones.
El Gobierno, demostrando una actitud abierta al diálogo, ha dejado claro que está dispuesto a negociar. Sin embargo, la terquedad de Conare de imponer su voluntad sobre el lugar de las reuniones ha forzado al Ejecutivo a considerar alternativas menos deseables. En caso de que los rectores mantengan su posición inflexible, el Gobierno planea incluir en el Proyecto de Ley del Presupuesto Nacional para el 2025 una asignación de ¢581,848 millones de colones para el FEES, con un incremento de ¢5.761 millones respecto al año anterior. Este aumento no solo cubre la inflación, sino que la excede, asegurando que la educación superior no se vea afectada por la falta de acuerdos.
La comunidad costarricense observa con creciente preocupación cómo las actitudes autoritarias y los juegos de poder están frenando el desarrollo educativo. Mientras el Conare y el MEP siguen intercambiando oficios y declaraciones públicas, los estudiantes y el personal académico se encuentran en una situación de incertidumbre.
¿Qué mensaje envía esta disputa sobre las prioridades de nuestros líderes educativos?
¿Es este el ejemplo que queremos dar a las futuras generaciones de estudiantes y profesionales?
La situación actual es un claro reflejo de cómo las luchas de poder pueden desviar el enfoque de lo que verdaderamente importa: el bienestar y la educación de miles de estudiantes.
Los caprichos y las exigencias sobre el lugar de las reuniones no deberían ser un obstáculo para alcanzar acuerdos que beneficien a la comunidad educativa.
Es imperativo que tanto Conare como el MEP pongan de lado sus diferencias y trabajen en conjunto por el futuro de la educación superior en Costa Rica.
Mientras tanto, el pueblo costarricense espera que los rectores dejen de lado sus actitudes arbitrarias y caprichosas para permitir que las negociaciones avancen en beneficio de todos.
La educación no puede esperar, y los juegos de poder no deberían tener cabida en un proceso tan crucial para el país.
La situación sigue siendo tensa y la comunidad educativa se mantiene en vilo. Las próximas semanas serán cruciales para determinar si las partes involucradas podrán llegar a un acuerdo que no solo sea justo, sino que también refleje un compromiso real con la educación y el futuro de Costa Rica.
El pasado martes, a las 2:00 p.m., estaba programada una reunión en Casa Presidencial con el fin de discutir y acordar el monto del FEES. Sin embargo, los rectores del Conare se levantaron de la mesa de negociación, alegando que no aceptarían participar en reuniones que no se realizaran en las ubicaciones de su elección. Este gesto, calificado por muchos como un capricho inexplicable, ha dejado a los estudiantes y al público en general preguntándose: ¿qué es más importante, la educación o la ubicación de la reunión?
La decisión del Ejecutivo de convocar la reunión en Casa Presidencial no fue al azar. Responde a un incidente reciente en el que la Ministra de Educación, Anna Katharina Müller, fue agredida en las instalaciones de Conare el 18 de julio. La medida buscaba garantizar la seguridad de los participantes, una precaución razonable considerando el contexto. Pero los rectores, en una postura que muchos ven como una muestra de poder y control, decidieron que sus preferencias eran más importantes que la seguridad y el progreso de las negociaciones.
El Gobierno, demostrando una actitud abierta al diálogo, ha dejado claro que está dispuesto a negociar. Sin embargo, la terquedad de Conare de imponer su voluntad sobre el lugar de las reuniones ha forzado al Ejecutivo a considerar alternativas menos deseables. En caso de que los rectores mantengan su posición inflexible, el Gobierno planea incluir en el Proyecto de Ley del Presupuesto Nacional para el 2025 una asignación de ¢581,848 millones de colones para el FEES, con un incremento de ¢5.761 millones respecto al año anterior. Este aumento no solo cubre la inflación, sino que la excede, asegurando que la educación superior no se vea afectada por la falta de acuerdos.
La comunidad costarricense observa con creciente preocupación cómo las actitudes autoritarias y los juegos de poder están frenando el desarrollo educativo. Mientras el Conare y el MEP siguen intercambiando oficios y declaraciones públicas, los estudiantes y el personal académico se encuentran en una situación de incertidumbre.
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¿Es este el ejemplo que queremos dar a las futuras generaciones de estudiantes y profesionales?
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La situación actual es un claro reflejo de cómo las luchas de poder pueden desviar el enfoque de lo que verdaderamente importa: el bienestar y la educación de miles de estudiantes.
Los caprichos y las exigencias sobre el lugar de las reuniones no deberían ser un obstáculo para alcanzar acuerdos que beneficien a la comunidad educativa.
Es imperativo que tanto Conare como el MEP pongan de lado sus diferencias y trabajen en conjunto por el futuro de la educación superior en Costa Rica.
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Mientras tanto, el pueblo costarricense espera que los rectores dejen de lado sus actitudes arbitrarias y caprichosas para permitir que las negociaciones avancen en beneficio de todos.
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La situación sigue siendo tensa y la comunidad educativa se mantiene en vilo. Las próximas semanas serán cruciales para determinar si las partes involucradas podrán llegar a un acuerdo que no solo sea justo, sino que también refleje un compromiso real con la educación y el futuro de Costa Rica.
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