Absurdo y cruel - ECONOMÍA - La Nación
Aparte de la crítica a la supply-side economics, creo que lo más importante de todo eso, al menos para todos los que nos vemos afectados en América Latina y el mundo por las políticas agresivas de quienes hacen estos recortes, es si en algún momento los abanderados de la "disciplina" fiscal van a entenderque el cáncer de sus finanzas públicas son sus constantes "aventuras" militares.
Quiere balancear el presupuesto, sencillo, vea a ver qué recorta de los 700 billones de dólares que gasta en presupuesto militar, en lugar de desfinanciar la educación.
“Muchos comentaristas cayeron en éxtasis a principios de la semana pasada, después de que los republicanos, encabezados por el presidente de la Comisión de Presupuesto, Paul Ryan, revelaron sus propuestas para el presupuesto. Fueron pródigos en elogios para Ryan cuyo plan, afirmaban, establecía un nuevo estándar de seriedad fiscal.
Bueno, debieron esperar hasta que la gente que sabe cómo leer cifras presupuestarias tuviera oportunidad de estudiar la propuesta.
Esto por cuanto resulta que el plan de Partido Republicano no tiene nada de serio. En vez de eso es simultáneamente ridículo y cruel.
¿Cuán ridículo es? Permítanme contar las formas' O más bien unas cuantas de las formas, porque el plan tiene más barbaridades de las que puedo cubrir en una columna.
Primero, los republicanos de nuevo le han apostado el máximo a la economía vudú: la afirmación, refutada por la experiencia, de que los recortes de impuestos se pagan solos.
Específicamente, la propuesta de Ryan pregona a los cuatro vientos los resultados de una proyección económica de la Fundación Heritage, que afirma que los recortes de impuestos del plan desencadenarían un descomunal auge.
En verdad, la Fundación predijo en principio que el plan del Partido Republicano reduciría la tasa de desempleo al 2,8%, una cifra que no hemos logrado desde la guerra de Corea.
Después de generalizadas mofas, la proyección del desempleo se desvaneció del sitio web de la Fundación Heritage, pero el vudú sigue impregnando el resto del análisis.
En particular, la propuesta vudú original –la afirmación de que los impuestos más bajos significan ingresos más altos– sigue muy presente.
La proyección de la Fundación Heritage pone a los grandes recortes en impuestos a en verdad aumentar el ingreso en casi $600.000 millones durante los próximos 10 años.
Una valoración más sobria de la Oficina de Presupuesto del Congreso –que no es partidista– cuenta una historia diferente.
Encuentra que una gran parte de los supuestos ahorros por las reducciones en el gasto no irían a disminuir el déficit sino a pagar por los recortes tributarios.
De hecho, la Oficina de Presupuesto encuentra que durante la década siguiente el plan llevaría a déficits más grandes y a mayor deuda que la ley actual.
Y respecto a los recortes en el gasto: dejemos la atención médica a un lado por un momento y centrémonos en el resto de la propuesta. Resulta que Ryan y sus colegas están dando por un hecho recortes drásticos en gastos que no son en salud sin explicar cómo se supone que eso suceda.
¿Cuán drásticos? De acuerdo con la Oficina de Presupuesto, que analizó el plan usando suposiciones dictadas por republicanos de la Cámara, la propuesta exige que los gastos que no son del seguro social, Medicare y Medicaid –pero que incluyen defensa– bajen del 12% del PIB el año pasado a un 6% del PIB en el 2022, y apenas el 3,5% del PIB a largo plazo.
La última cifra es menos de lo que gastamos en la actualidad solo en defensa; no es mucho más alto del gasto federal cuando Calvin Coolidge era presidente (1923-1929) y Estados Unidos, entre otras cosas, tenía solo un diminuto aparato militar.
¿Cómo podría tener lugar tan drástico encogimiento del gobierno sin lesionar funciones públicas esenciales? El plan no lo dice.
Y después viene la muy cacareada propuesta para abolir Medicare y reemplazarlo con vales que se pueden usar para comprar seguro médico privado.
El punto aquí es que privatizar Medicare no hace nada, como tal, por limitar los costos de la atención médica. De hecho, es casi seguro que los eleva al agregar una capa de intermediarios. Sin embargo, el plan de la Cámara da por un hecho que podemos recortar el gasto en la atención médica como porcentaje del PIB a pesar de una población que envejece y costos crecientes de la atención médica.
La única forma de que eso pueda suceder es si los vales mencionados valieran mucho menos que el costo del seguro médico.
De hecho, la Oficina de Presupuesto del Congreso calcula que para el 2030 el valor de un cupón cubriría solo un tercio del costo de una póliza de seguro privado equivalente a Medicare como lo conocemos. Por lo tanto, el plan privaría a muchos –probablemente a la mayoría– de los ciudadanos mayores de una adecuada atención médica.
Y eso tampoco debe suceder ni sucederá. Ryan y sus colegas pueden escribir las cifras que les vengan en gana, pero los ciudadanos mayores votan.
Y cuando encuentren que sus vales para la atención médica son groseramente inadecuados, exigirán vales de mayor valor, lo que barrerá los supuestos ahorros del plan. En pocas palabras, este plan no es ni remotamente serio; al contrario, es absurdo.
Y también es cruel.
En el pasado, Ryan ha dado la impresión de ser sincero o tener conocimiento respecto a velar por los necesitados, pero como el Centro sobre Presupuesto y Prioridades en Políticas señala, de los $4 billones en reducciones del gasto que propone durante la próxima década, dos tercios conllevan recortar programas que sirven principalmente a estadounidenses de bajos ingresos.
Y al rechazar la reforma de la salud del año pasado, sin ningún reemplazo, el plan también privaría de seguro médico a unos 34 millones de estadounidenses que no son ciudadanos mayores.
Por lo tanto los expertos que alabaron la propuesta cuando se dio a conocer fueron víctimas de una broma. El plan presupuestario del Partido Republicano no es un esfuerzo de buena fe para ordenar la casa fiscal de los Estados Unidos; es economía vudú, con una gran dosis de fantasía, y una gran ración de egoísmo. Traducción de Gerardo Chaves para La Nación
Paul Krugman es profesor de Economía y Asuntos Internacionales en la Universidad de Princeton y premio Nobel de Economía 2008.
Aparte de la crítica a la supply-side economics, creo que lo más importante de todo eso, al menos para todos los que nos vemos afectados en América Latina y el mundo por las políticas agresivas de quienes hacen estos recortes, es si en algún momento los abanderados de la "disciplina" fiscal van a entenderque el cáncer de sus finanzas públicas son sus constantes "aventuras" militares.
Quiere balancear el presupuesto, sencillo, vea a ver qué recorta de los 700 billones de dólares que gasta en presupuesto militar, en lugar de desfinanciar la educación.