¡Ay, Dios mío! Parece que el aguacate ya no es lo único que nos está costando un ojo de la cara. Un nuevo estudio de la UCR nos pone la verdura, revelando que casi la mitad de los hogares costarricenses anda con la soga al cuello, ¡endeudados! Ya saben, esos meses que te apretas el cinturón porque la tarjeta de crédito siempre pide más.
Según la Encuesta Actualidades 2025, realizada entre octubre y noviembre pasados a casi mil adultos repartidos por todo este terruño, un 46,9% de las familias tiene al menos una deuda. Y ni hablemos de las diferencias… la lana que andamos buscando parece no llegar para todos igual. Las mujeres, por ejemplo, reportan más deudas que los hombres, y la educación juega un papel importantísimo; cuanta más pila tenemos, menos probable es estar metido en estos bretes.
Lo curioso es que la mayoría recurre a métodos tradicionales: bancos, cooperativas, esas casas comerciales que te ofrecen facilidades y luego te agarran con sorpresas. Pero hay un sector, cada vez más grande, que le va dando rodeos y pide prestado a amigos y familiares, o incluso a prestamistas independientes. Ahí sí, ¡mejor pensarlo dos veces! Porque las tasas pueden ser un verdadero despiche.
¿Y para qué se endeuda la gente? Pues, una mezcla de todo: cubrir gastos básicos – comida, renta, servicios públicos, ya sabe, la vida diaria – , emergencias médicas inesperadas (porque la salud nunca avisa), comprar un carro para ir al trabajo, o hacerse con una vivienda propia. Algunos se animan a meterse en deudas para mejorar la casa o comprar unos electrodomésticos nuevos, buscando un poquito más de comodidad.
Pero aquí viene el meollo del asunto: muchos de nosotros estamos endeudados precisamente porque no nos alcanza. Según el estudio, si el ingreso no da para mucho, la probabilidad de tener deudas baja drásticamente. Pero, ¡ojo!, si tienes un buen flujo de caja o puedes ahorrar, la cosa cambia y es más común endeudarte para invertir o subir de nivel en la vida. Es como si estuviéramos viviendo en dos mundos distintos, ¿me entienden?
Una buena noticia es que, en general, la mayoría de los que piden créditos reciben un contrato escrito y se les informa sobre las tasas de interés. Eso es positivo, aunque todavía hay un porcentaje preocupante que solo recibe el acuerdo de palabra o por mensajes, o simplemente no entiende bien los términos del préstamo. Eso, mis panas, abre la puerta a abusos y confusiones. Hay que ponerle atención.
Este panorama nos demuestra que el acceso al crédito está muy ligado a nuestra realidad socioeconómica. No es lo mismo la situación de quien apenas le gana al mes para pagar las cuentas, que la de alguien que puede permitirse invertir en un futuro más cómodo. Y aunque la formalidad en los préstamos ha avanzado, todavía queda mucho camino por recorrer para proteger al consumidor financiero, especialmente a aquellos que están más apurados.
En fin, la situación es compleja, ¿verdad? Estamos en un momento delicado, donde muchas familias luchan por mantenerse a flote y otras buscan ascender en la escala social. Pero, ¿qué podemos hacer desde nuestras casas para evitar caer en espirales de endeudamiento? ¿Ustedes creen que el gobierno debería implementar medidas más estrictas para regular los créditos y proteger a los consumidores, o prefieren que cada quien se apañe por su cuenta? Déjenme sus opiniones abajo, ¡me interesa saber qué piensan!
Según la Encuesta Actualidades 2025, realizada entre octubre y noviembre pasados a casi mil adultos repartidos por todo este terruño, un 46,9% de las familias tiene al menos una deuda. Y ni hablemos de las diferencias… la lana que andamos buscando parece no llegar para todos igual. Las mujeres, por ejemplo, reportan más deudas que los hombres, y la educación juega un papel importantísimo; cuanta más pila tenemos, menos probable es estar metido en estos bretes.
Lo curioso es que la mayoría recurre a métodos tradicionales: bancos, cooperativas, esas casas comerciales que te ofrecen facilidades y luego te agarran con sorpresas. Pero hay un sector, cada vez más grande, que le va dando rodeos y pide prestado a amigos y familiares, o incluso a prestamistas independientes. Ahí sí, ¡mejor pensarlo dos veces! Porque las tasas pueden ser un verdadero despiche.
¿Y para qué se endeuda la gente? Pues, una mezcla de todo: cubrir gastos básicos – comida, renta, servicios públicos, ya sabe, la vida diaria – , emergencias médicas inesperadas (porque la salud nunca avisa), comprar un carro para ir al trabajo, o hacerse con una vivienda propia. Algunos se animan a meterse en deudas para mejorar la casa o comprar unos electrodomésticos nuevos, buscando un poquito más de comodidad.
Pero aquí viene el meollo del asunto: muchos de nosotros estamos endeudados precisamente porque no nos alcanza. Según el estudio, si el ingreso no da para mucho, la probabilidad de tener deudas baja drásticamente. Pero, ¡ojo!, si tienes un buen flujo de caja o puedes ahorrar, la cosa cambia y es más común endeudarte para invertir o subir de nivel en la vida. Es como si estuviéramos viviendo en dos mundos distintos, ¿me entienden?
Una buena noticia es que, en general, la mayoría de los que piden créditos reciben un contrato escrito y se les informa sobre las tasas de interés. Eso es positivo, aunque todavía hay un porcentaje preocupante que solo recibe el acuerdo de palabra o por mensajes, o simplemente no entiende bien los términos del préstamo. Eso, mis panas, abre la puerta a abusos y confusiones. Hay que ponerle atención.
Este panorama nos demuestra que el acceso al crédito está muy ligado a nuestra realidad socioeconómica. No es lo mismo la situación de quien apenas le gana al mes para pagar las cuentas, que la de alguien que puede permitirse invertir en un futuro más cómodo. Y aunque la formalidad en los préstamos ha avanzado, todavía queda mucho camino por recorrer para proteger al consumidor financiero, especialmente a aquellos que están más apurados.
En fin, la situación es compleja, ¿verdad? Estamos en un momento delicado, donde muchas familias luchan por mantenerse a flote y otras buscan ascender en la escala social. Pero, ¿qué podemos hacer desde nuestras casas para evitar caer en espirales de endeudamiento? ¿Ustedes creen que el gobierno debería implementar medidas más estrictas para regular los créditos y proteger a los consumidores, o prefieren que cada quien se apañe por su cuenta? Déjenme sus opiniones abajo, ¡me interesa saber qué piensan!