¡Ay, Dios mío! Esto sí que nos pegó duro. La Comisión Nacional de Emergencias (CNE) tuvo que salir a dar gas este fin de semana atendiendo una catarata de incidentes – ¡nada menos que 56! – derivados de las aguaceras que azotaron a casi media costa tica. Desde Cartago hasta Upala, pasando por San Ramón, el panorama no pintaba muy pretty.
La verdad, esto no cayó del cielo, ¿eh? Ya llevamos tiempo avisándole al Gobierno sobre la necesidad de mejorar la infraestructura en zonas vulnerables, especialmente en esos cantones que siempre terminan siendo los más afectados. Pero bueno, parece que a veces hay que mojarse para que les entre la idea. Lo importante ahora es ver cómo se pone manos a la obra para atender a la gente y evitar que esto se convierta en una desgracia mayor.
En San Ramón, el río La Esperanza se salió de madre, inundando viviendas en barrios como San Rafael, San Juan y Alfaro. Imagínate la bronca de la gente teniendo que sacar sus cosas a rastras, buscando refugio donde sea. Por otro lado, en Upala, la lluvia no dio tregua y dejó bajo agua caminos, fincas y casas en varias comunidades, incluyendo Brasilia, Las Américas y hasta Birmania. ¡Un verdadero brete!
Y eso no era todo, diay. En Cartago, los cantones de Cartago, Oreamuno, La Unión y El Guarco sufrieron fuertes precipitaciones, generando complicaciones en la zona de Los Santos. En Ochomogo, el viento hizo de las suyas y destechó varias casas, además de causar problemas con las tuberías que afectaron la ruta nacional. Una verdadera combinación de calamidades, ¿verdad?
Ahora, la maquinaria del MOPT y de las municipalidades está trabajando a marchas forzadas para limpiar escombros y arreglar las vías que quedaron dañadas. En La Unión, por ejemplo, tuvieron que intervenir con pesado equipo para habilitar el paso cerca del túnel, donde varias casas quedaron afectadas por el temporal. Se nota que le están poniendo empeño, aunque todavía queda mucho por hacer.
Hasta ahora, la CNE ha habilitado tres albergues temporales para acoger a las familias damnificadas. Uno en Sardinal, otro en Filadelfia, ambos en Carrillo, y un tercero en Naranjo, donde tuvieron que trasladar a unas cuantas personas después de un deslizamiento que afectó sus hogares en Cirrí Sur. Me imagino el susto que se llevaron, pero al menos tienen un lugar seguro donde pasar la noche y recibir asistencia.
Pero ojo, porque el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) no da señales de tregua y pronostica que seguirá lloviendo con fuerza este domingo. Con los suelos ya bien empapados, el riesgo de inundaciones repentinas es altísimo. Así que la CNE está pidiendo a la población que no se arriesgue cruzando ríos o zonas anegadas, y que evacue si viven cerca de laderas inestables o cauces que puedan desbordarse. ¡Más vale prevenir que lamentar, mae!
En fin, la situación pinta complicada, pero esperemos que las autoridades sigan tomando medidas para proteger a la población y mitigar los efectos de estos aguaceros. Ahora me pregunto: ¿Qué tipo de políticas públicas deberían implementarse a largo plazo para fortalecer la resiliencia de nuestras comunidades frente a fenómenos climáticos extremos y evitar que estas situaciones se repitan año tras año?
La verdad, esto no cayó del cielo, ¿eh? Ya llevamos tiempo avisándole al Gobierno sobre la necesidad de mejorar la infraestructura en zonas vulnerables, especialmente en esos cantones que siempre terminan siendo los más afectados. Pero bueno, parece que a veces hay que mojarse para que les entre la idea. Lo importante ahora es ver cómo se pone manos a la obra para atender a la gente y evitar que esto se convierta en una desgracia mayor.
En San Ramón, el río La Esperanza se salió de madre, inundando viviendas en barrios como San Rafael, San Juan y Alfaro. Imagínate la bronca de la gente teniendo que sacar sus cosas a rastras, buscando refugio donde sea. Por otro lado, en Upala, la lluvia no dio tregua y dejó bajo agua caminos, fincas y casas en varias comunidades, incluyendo Brasilia, Las Américas y hasta Birmania. ¡Un verdadero brete!
Y eso no era todo, diay. En Cartago, los cantones de Cartago, Oreamuno, La Unión y El Guarco sufrieron fuertes precipitaciones, generando complicaciones en la zona de Los Santos. En Ochomogo, el viento hizo de las suyas y destechó varias casas, además de causar problemas con las tuberías que afectaron la ruta nacional. Una verdadera combinación de calamidades, ¿verdad?
Ahora, la maquinaria del MOPT y de las municipalidades está trabajando a marchas forzadas para limpiar escombros y arreglar las vías que quedaron dañadas. En La Unión, por ejemplo, tuvieron que intervenir con pesado equipo para habilitar el paso cerca del túnel, donde varias casas quedaron afectadas por el temporal. Se nota que le están poniendo empeño, aunque todavía queda mucho por hacer.
Hasta ahora, la CNE ha habilitado tres albergues temporales para acoger a las familias damnificadas. Uno en Sardinal, otro en Filadelfia, ambos en Carrillo, y un tercero en Naranjo, donde tuvieron que trasladar a unas cuantas personas después de un deslizamiento que afectó sus hogares en Cirrí Sur. Me imagino el susto que se llevaron, pero al menos tienen un lugar seguro donde pasar la noche y recibir asistencia.
Pero ojo, porque el Instituto Meteorológico Nacional (IMN) no da señales de tregua y pronostica que seguirá lloviendo con fuerza este domingo. Con los suelos ya bien empapados, el riesgo de inundaciones repentinas es altísimo. Así que la CNE está pidiendo a la población que no se arriesgue cruzando ríos o zonas anegadas, y que evacue si viven cerca de laderas inestables o cauces que puedan desbordarse. ¡Más vale prevenir que lamentar, mae!
En fin, la situación pinta complicada, pero esperemos que las autoridades sigan tomando medidas para proteger a la población y mitigar los efectos de estos aguaceros. Ahora me pregunto: ¿Qué tipo de políticas públicas deberían implementarse a largo plazo para fortalecer la resiliencia de nuestras comunidades frente a fenómenos climáticos extremos y evitar que estas situaciones se repitan año tras año?