¡Ay, Dios mío! Parece que los estafadores no tienen límites en esta época digital. Ahora, además de los clásicos timos de ventas express y ofertas milagrosas, andan clonando números de WhatsApp e incluso se han atrevido a meterse con el número del Presidente de la Asamblea Legislativa, Rodrigo Arias. ¡Imagínate el quite!
La onda es que la Universidad Fidélitas dio la alerta hace poco: hay gente paseándose por ahí haciéndose los representantes de la universidad pidiendo datos personales sensibles. Dicen que llaman para ofrecer ayuda académica o reclutamiento, pero lo único que quieren es robarles la identidad a los estudiantes y potenciales alumnos. ¡Qué poca vergüenza!
Y no solo eso, porque el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ya anda tras unos sospechosos que, aparentemente, acumularon un buen brete de denuncias por estafas utilizando mensajes de texto. Se habla de cerca de 30 denuncias en trámite, con un daño económico que supera los ¢60 millones. ¡Eso sí da qué pensar! Ya agarraron a tres personas, entre ellas un extranjero, así que esperemos que esto les sirva de lección.
Lo más preocupante es cómo se han vuelto tan creativos estos delincuentes. Antes era fácil reconocerlos, pero ahora utilizan técnicas más sofisticadas, como la vulneración de cuentas de WhatsApp. El caso del Presidente Arias es claro ejemplo de ello: se descubrió que su número había sido hackeado y estaban usando su perfil para intentar estafar a diestra y siniestra. ¡Qué barbaridad!
Además, muchos recuerdan otros casos similares donde usaron deepfakes o videos editados para engañar a la gente. No vaya a ser que ahora estén pensando en meterle mano a la inteligencia artificial para perfeccionar sus esquemas. ¡Nos van a dejar bien panza abajo si seguimos así!
Desde el OIJ insisten en la importancia de estar alerta y no compartir información personal por teléfono o WhatsApp con desconocidos. Recomiendan verificar siempre la identidad de quien llama y, ante cualquier sospecha, reportar el incidente a las autoridades. Al final, la precaución nunca viene mal, especialmente en estos tiempos donde la tecnología puede ser tanto una bendición como una maldición.
Pero, sinceramente, me preocupa ver cómo la delincuencia se adapta tan rápido a las nuevas tecnologías. Mientras nosotros estamos aprendiendo a defendernos, ellos ya están inventando nuevos métodos para engañarnos. Parece que necesitamos urgentemente mejorar nuestra cultura digital y aprender a protegernos de estas amenazas cibernéticas. Es un tema serio y que nos concierne a todos, desde el estudiante universitario hasta el señee mayor que apenas está aprendiendo a usar el celular.
Ahora dime tú, ¿qué medidas crees que debemos tomar como sociedad para combatir estos fraudes digitales y evitar que siga habiendo víctimas? ¿Deberíamos exigir más control sobre las plataformas de mensajería instantánea, implementar campañas educativas más efectivas o fortalecer las leyes para sancionar a los ciberdelincuentes?
La onda es que la Universidad Fidélitas dio la alerta hace poco: hay gente paseándose por ahí haciéndose los representantes de la universidad pidiendo datos personales sensibles. Dicen que llaman para ofrecer ayuda académica o reclutamiento, pero lo único que quieren es robarles la identidad a los estudiantes y potenciales alumnos. ¡Qué poca vergüenza!
Y no solo eso, porque el Organismo de Investigación Judicial (OIJ) ya anda tras unos sospechosos que, aparentemente, acumularon un buen brete de denuncias por estafas utilizando mensajes de texto. Se habla de cerca de 30 denuncias en trámite, con un daño económico que supera los ¢60 millones. ¡Eso sí da qué pensar! Ya agarraron a tres personas, entre ellas un extranjero, así que esperemos que esto les sirva de lección.
Lo más preocupante es cómo se han vuelto tan creativos estos delincuentes. Antes era fácil reconocerlos, pero ahora utilizan técnicas más sofisticadas, como la vulneración de cuentas de WhatsApp. El caso del Presidente Arias es claro ejemplo de ello: se descubrió que su número había sido hackeado y estaban usando su perfil para intentar estafar a diestra y siniestra. ¡Qué barbaridad!
Además, muchos recuerdan otros casos similares donde usaron deepfakes o videos editados para engañar a la gente. No vaya a ser que ahora estén pensando en meterle mano a la inteligencia artificial para perfeccionar sus esquemas. ¡Nos van a dejar bien panza abajo si seguimos así!
Desde el OIJ insisten en la importancia de estar alerta y no compartir información personal por teléfono o WhatsApp con desconocidos. Recomiendan verificar siempre la identidad de quien llama y, ante cualquier sospecha, reportar el incidente a las autoridades. Al final, la precaución nunca viene mal, especialmente en estos tiempos donde la tecnología puede ser tanto una bendición como una maldición.
Pero, sinceramente, me preocupa ver cómo la delincuencia se adapta tan rápido a las nuevas tecnologías. Mientras nosotros estamos aprendiendo a defendernos, ellos ya están inventando nuevos métodos para engañarnos. Parece que necesitamos urgentemente mejorar nuestra cultura digital y aprender a protegernos de estas amenazas cibernéticas. Es un tema serio y que nos concierne a todos, desde el estudiante universitario hasta el señee mayor que apenas está aprendiendo a usar el celular.
Ahora dime tú, ¿qué medidas crees que debemos tomar como sociedad para combatir estos fraudes digitales y evitar que siga habiendo víctimas? ¿Deberíamos exigir más control sobre las plataformas de mensajería instantánea, implementar campañas educativas más efectivas o fortalecer las leyes para sancionar a los ciberdelincuentes?