¡Ay, Dios mío! Quién lo diría, ¿verdad, maes? Resulta que nuestros tiburones y hasta los rinocerontes están dando qué hablar a nivel mundial. Una movida tremenda se armó en Uzbekistán en una conferencia donde juntaron a casi todos los países para ver qué se hace con las especies que están en peligro, y vaya que tenemos hartos casos aquí mismo en Costa Rica.
La cosa es así: se llama COP CITES, una conferencia de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas. Suena complicado, pero básicamente es un acuerdo internacional para proteger a los animalitos y plantitas que andan en riesgo por culpa de nosotros mismos, claro. Desde 1973 le dan duro a esto, regulando cómo se mueve el comercio de unas 36 mil especies entre países. Imagínate, ¡una lista larguísima!
Ahora, para entenderlo mejor, tienen unos ‘apéndices’, que son como listas clasificatorias. Las especies en el Apéndice I están tan agudísimas que prácticamente les cierran todas las puertas al comercio, a menos que sea una excepción rara. En cambio, las del Apéndice II necesitan que le echen un ojo doble antes de venderlas o comprarlas. ¡Es un control bien estricto para que no se las lleven y se las acaben!
Este año, la polémica se puso a hervir con varios temas. Por un lado, buscan darle más protección a los tiburones, incluyendo al tiburón oceánico de punta blanca, que anda peligrosamente cerca de desaparecer. ¡Imagínatelo, esas bestias marinas en peligro! Pero por otro lado, hay gente que quiere aflojarle la mano a las restricciones sobre el comercio de jirafas… eso sí que da qué pensar, porque ya estamos viendo cuántas quedan, ¿no?
Pero lo más candela ha sido el debate sobre las anguilas, esos pececillos alargados que tanto nos gustan en Asia. La anguila europea está en peligro crítico, ¡casi extinta!, y algunos países quieren meter a otras especies al Apéndice II para protegerlas. Ahí es donde Japón se puso bravo, porque ellos consumen muchísimas anguilas y no quieren que les pongan trabas. ¡Uf, qué brete!
Y ni hablar de la venda de cuernos de rinocerontes y marfil de elefantes. Algunos gobiernos dicen que deberían poder vender sus reservas para conseguir plata para invertir en conservación. ¡Ay, qué vara! Porque ahí es donde entran los cazadores furtivos y los traficantes, aprovechándose de cualquier agujero que haya en la ley. Como dice el Fondo Internacional para el Bienestar Animal, abrir la puerta a ese mercado legal es como ponerle alfombra roja al negocio ilegal. ¡Qué torta sería!
Aquí en Costa Rica, sabemos de sobra lo importante que es cuidar nuestras especies. Tenemos jaguares, guacamayas, monos… ¡una riqueza natural increíble! Y aunque no estamos directamente involucrados en el debate sobre los cuernos de rinocerontes, sí nos toca estar pendientes de cómo protegen a nuestros propios tiburones y peces. Namibia, por ejemplo, insiste en que necesita esa lana para salvar a los rinocerontes de desaparecer, pero el asunto es más complejo de lo que parece. De hecho, en 2022 ya rechazaron una propuesta parecida, así que vamos a ver qué pasa ahora. ¡Esperemos que la razón prevalezca!
Con tantas cosas en juego, desde la protección de los tiburones hasta el futuro de las anguilas y los rinocerontes, te pregunto, mi pana: ¿Crees que es justo permitir que los gobiernos vendan sus reservas de marfil y cuerno de rinoceronte para financiar la conservación, o crees que eso solo abriría la puerta a más tráfico ilegal y pondría en peligro aún más especies? ¡Déjanos tu opinión en los comentarios!
La cosa es así: se llama COP CITES, una conferencia de la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas. Suena complicado, pero básicamente es un acuerdo internacional para proteger a los animalitos y plantitas que andan en riesgo por culpa de nosotros mismos, claro. Desde 1973 le dan duro a esto, regulando cómo se mueve el comercio de unas 36 mil especies entre países. Imagínate, ¡una lista larguísima!
Ahora, para entenderlo mejor, tienen unos ‘apéndices’, que son como listas clasificatorias. Las especies en el Apéndice I están tan agudísimas que prácticamente les cierran todas las puertas al comercio, a menos que sea una excepción rara. En cambio, las del Apéndice II necesitan que le echen un ojo doble antes de venderlas o comprarlas. ¡Es un control bien estricto para que no se las lleven y se las acaben!
Este año, la polémica se puso a hervir con varios temas. Por un lado, buscan darle más protección a los tiburones, incluyendo al tiburón oceánico de punta blanca, que anda peligrosamente cerca de desaparecer. ¡Imagínatelo, esas bestias marinas en peligro! Pero por otro lado, hay gente que quiere aflojarle la mano a las restricciones sobre el comercio de jirafas… eso sí que da qué pensar, porque ya estamos viendo cuántas quedan, ¿no?
Pero lo más candela ha sido el debate sobre las anguilas, esos pececillos alargados que tanto nos gustan en Asia. La anguila europea está en peligro crítico, ¡casi extinta!, y algunos países quieren meter a otras especies al Apéndice II para protegerlas. Ahí es donde Japón se puso bravo, porque ellos consumen muchísimas anguilas y no quieren que les pongan trabas. ¡Uf, qué brete!
Y ni hablar de la venda de cuernos de rinocerontes y marfil de elefantes. Algunos gobiernos dicen que deberían poder vender sus reservas para conseguir plata para invertir en conservación. ¡Ay, qué vara! Porque ahí es donde entran los cazadores furtivos y los traficantes, aprovechándose de cualquier agujero que haya en la ley. Como dice el Fondo Internacional para el Bienestar Animal, abrir la puerta a ese mercado legal es como ponerle alfombra roja al negocio ilegal. ¡Qué torta sería!
Aquí en Costa Rica, sabemos de sobra lo importante que es cuidar nuestras especies. Tenemos jaguares, guacamayas, monos… ¡una riqueza natural increíble! Y aunque no estamos directamente involucrados en el debate sobre los cuernos de rinocerontes, sí nos toca estar pendientes de cómo protegen a nuestros propios tiburones y peces. Namibia, por ejemplo, insiste en que necesita esa lana para salvar a los rinocerontes de desaparecer, pero el asunto es más complejo de lo que parece. De hecho, en 2022 ya rechazaron una propuesta parecida, así que vamos a ver qué pasa ahora. ¡Esperemos que la razón prevalezca!
Con tantas cosas en juego, desde la protección de los tiburones hasta el futuro de las anguilas y los rinocerontes, te pregunto, mi pana: ¿Crees que es justo permitir que los gobiernos vendan sus reservas de marfil y cuerno de rinoceronte para financiar la conservación, o crees que eso solo abriría la puerta a más tráfico ilegal y pondría en peligro aún más especies? ¡Déjanos tu opinión en los comentarios!
