Uy, tremenda bronca se armó, fius. El debate de si Costa Rica reconoce a Taiwán o no se metió a brincar en plena campaña electoral, y encima con reclamos diplomáticos de por medio. Resulta que Eliécer Feinzaig, el candidato del PLP, anda proponiendo que se hable con Taiwán sin romperle los huevos a China, y eso sí que picó al oso.
Feinzaig argumenta, con razón o sin ella, que la ONU ya dijo su verdá’ y que varios países en el mundo andan haciendo lo mismo: manteniendo contacto con Taiwán sin declararles la guerra a los chinos. Dice que se puede respetar la autonomía de Taiwán sin tener que meterse en líos internacionales. Lo que nadie le pidió, vamos.
Pero claro, Beijing no se quedó callado, eh. La embajada china soltó un comunicado que parecía salido de un manual de diplomacia agresiva, diciendo que Feinzaig estaba confundiendo lo correcto con lo incorrecto, interfiriendo en sus asuntos internos y, para colmo, violando el principio de “una sola China”. ¡Quiubo, mae! Como si nosotros fuéramos sus patio trasero.
Y ahí empezaron las cuatro razones que, según ellos, demuestran que estamos equivocados. Primero, insisten en que Taiwán es territorio chino. Segundo, que su modelo político es superior al nuestro (¿en serio?). Tercero, que su tecnología 5G es segura (eso ya lo veremos). Y cuarto, que Feinzaig está tratando de meterse en la campaña con pura intención política. ¡Un espectáculo, diay!
Pues claro que el PLP no se quedó con los brazos cruzados. Feinzaig respondió defendiendo la libertad de expresión y recordando a China que somos un país soberano, con criterio propio y capacidad de decidir con quién queremos mantener relaciones. Dijo que las opiniones de China no tienen validez aquí, y que el PLP tiene derecho a decir lo que piensa, sin pedir permiso a nadie. Bien dicho, Eliécer, bien dicho.
Lo que más me molestó a mí, y seguramente a muchos ticos, es el tono amenazante del comunicado chino. Ese “no juegues con fuego” suena peligroso y prepotente. Como si fueran dueños del mundo y pudieran mandar en las decisiones de otros países. ¡Qué audacia, fius! Nos están tratando de decirnos qué pensar y cómo actuar, y eso, de entrada, es inaceptable.
Y ojo, porque esto no es solo un debate político interno. Se trata de nuestra soberanía, de nuestra capacidad de tomar decisiones como nación independiente. No podemos permitir que ninguna potencia extranjera intente manipular nuestras elecciones o dictarnos nuestras políticas exteriores. Eso, al final, es defender nuestra identidad y nuestra dignidad como ticos. Este brete nos demuestra que no nos podemos dormir en los laureles, ya que las potencias globales quieren controlar cada vez más nuestros destinos.
Ahora dime tú, ¿hasta dónde deberían llegar estos debates internacionales en nuestra política interna? ¿Es justo que una potencia como China influya en nuestras elecciones, aunque sea indirectamente, o debemos mantener una postura firme en defensa de nuestra soberanía, sin importar las consecuencias?
Feinzaig argumenta, con razón o sin ella, que la ONU ya dijo su verdá’ y que varios países en el mundo andan haciendo lo mismo: manteniendo contacto con Taiwán sin declararles la guerra a los chinos. Dice que se puede respetar la autonomía de Taiwán sin tener que meterse en líos internacionales. Lo que nadie le pidió, vamos.
Pero claro, Beijing no se quedó callado, eh. La embajada china soltó un comunicado que parecía salido de un manual de diplomacia agresiva, diciendo que Feinzaig estaba confundiendo lo correcto con lo incorrecto, interfiriendo en sus asuntos internos y, para colmo, violando el principio de “una sola China”. ¡Quiubo, mae! Como si nosotros fuéramos sus patio trasero.
Y ahí empezaron las cuatro razones que, según ellos, demuestran que estamos equivocados. Primero, insisten en que Taiwán es territorio chino. Segundo, que su modelo político es superior al nuestro (¿en serio?). Tercero, que su tecnología 5G es segura (eso ya lo veremos). Y cuarto, que Feinzaig está tratando de meterse en la campaña con pura intención política. ¡Un espectáculo, diay!
Pues claro que el PLP no se quedó con los brazos cruzados. Feinzaig respondió defendiendo la libertad de expresión y recordando a China que somos un país soberano, con criterio propio y capacidad de decidir con quién queremos mantener relaciones. Dijo que las opiniones de China no tienen validez aquí, y que el PLP tiene derecho a decir lo que piensa, sin pedir permiso a nadie. Bien dicho, Eliécer, bien dicho.
Lo que más me molestó a mí, y seguramente a muchos ticos, es el tono amenazante del comunicado chino. Ese “no juegues con fuego” suena peligroso y prepotente. Como si fueran dueños del mundo y pudieran mandar en las decisiones de otros países. ¡Qué audacia, fius! Nos están tratando de decirnos qué pensar y cómo actuar, y eso, de entrada, es inaceptable.
Y ojo, porque esto no es solo un debate político interno. Se trata de nuestra soberanía, de nuestra capacidad de tomar decisiones como nación independiente. No podemos permitir que ninguna potencia extranjera intente manipular nuestras elecciones o dictarnos nuestras políticas exteriores. Eso, al final, es defender nuestra identidad y nuestra dignidad como ticos. Este brete nos demuestra que no nos podemos dormir en los laureles, ya que las potencias globales quieren controlar cada vez más nuestros destinos.
Ahora dime tú, ¿hasta dónde deberían llegar estos debates internacionales en nuestra política interna? ¿Es justo que una potencia como China influya en nuestras elecciones, aunque sea indirectamente, o debemos mantener una postura firme en defensa de nuestra soberanía, sin importar las consecuencias?
