¡Ay, Dios mío, qué despiche nos cayó encima! Las estadísticas del Ministerio de Salud son de robarse el pelo: la violencia intrafamiliar ha subido como espuma en los últimos tres años. De unos 9.406 casos en 2021 hemos llegado a unos escalofriantes 23.046 en 2024. Un 145% de aumento, ¡pura locura!
Esto no es un simple dato estadístico, mis panas; es una realidad dura y dolorosa que afecta a muchísimas familias acá en Costa Rica. Y lo peor es que parece que nos estamos acostumbrando a esto, que ya lo asumimos como parte del día a día. Pero no, señores, ¡esto no puede ser! Ya basta de normalizar la violencia detrás de puertas cerradas.
Mariangel Sánchez, representante del Colegio de Trabajadores Sociales de Costa Rica (Coltras), le soltó la bomba: “Durante estas fiestas confluyen múltiples factores de riesgo”. Totalmente cierto. La convivencia prolongada en casa, el estrés económico del fin de año, los viejos rencores familiares… todo suma para crear un ambiente explosivo. Además, la gente tiene menos acceso a ayuda cuando se siente atrapada en estas situaciones, ¡qué sal!
El Coltras ha lanzado un llamado de atención súper urgente, porque esta situación se pone aún peor durante diciembre y enero. Imagínense, justo cuando deberíamos estar celebrando y compartiendo con nuestros seres queridos, hay miles de personas viviendo en un infierno dentro de sus propios hogares. ¡Un brete eso!
Y ojo, porque aunque la violencia de género sigue siendo la más común – afectando a casi dos tercios de las víctimas – no podemos olvidarnos de los niños, las niñas y los adolescentes, que son los más vulnerables. También preocupa mucho el aumento de abandono y maltrato hacia los adultos mayores, especialmente en los hospitales. Hay casos de abandono hospitalario que dan pena ajena, ¡qué torta!
Además, personas con discapacidad, migrantes y aquellos que padecen enfermedades crónicas se encuentran en una situación aún más complicada. Se suman la dependencia, el aislamiento y las dificultades para buscar ayuda. Es un círculo vicioso que necesitamos romper ya mismo. El Coltras dice textualmente: "la época festiva no genera la violencia, pero sí la visibiliza y profundiza."
No es cuestión de echarle la culpa a las fiestas, sino de reconocer que la violencia intrafamiliar tiene raíces profundas: desigualdades económicas, el machismo arraigado, la precariedad laboral, la sobrecarga de trabajo en los hogares y el debilitamiento de nuestras comunidades. Necesitamos políticas públicas efectivas, campañas de sensibilización, y fortalecimiento de los servicios de apoyo, desde hospitales hasta municipalidades. ¡Tenemos que actuar, pura vida!
Esta situación nos llama a la reflexión profunda. ¿Cómo podemos construir una sociedad más justa y segura para todos, donde nadie tenga que vivir con miedo en su propio hogar? ¿Qué medidas concretas creen ustedes que deberían tomarse para combatir esta epidemia silenciosa y proteger a las víctimas?
Esto no es un simple dato estadístico, mis panas; es una realidad dura y dolorosa que afecta a muchísimas familias acá en Costa Rica. Y lo peor es que parece que nos estamos acostumbrando a esto, que ya lo asumimos como parte del día a día. Pero no, señores, ¡esto no puede ser! Ya basta de normalizar la violencia detrás de puertas cerradas.
Mariangel Sánchez, representante del Colegio de Trabajadores Sociales de Costa Rica (Coltras), le soltó la bomba: “Durante estas fiestas confluyen múltiples factores de riesgo”. Totalmente cierto. La convivencia prolongada en casa, el estrés económico del fin de año, los viejos rencores familiares… todo suma para crear un ambiente explosivo. Además, la gente tiene menos acceso a ayuda cuando se siente atrapada en estas situaciones, ¡qué sal!
El Coltras ha lanzado un llamado de atención súper urgente, porque esta situación se pone aún peor durante diciembre y enero. Imagínense, justo cuando deberíamos estar celebrando y compartiendo con nuestros seres queridos, hay miles de personas viviendo en un infierno dentro de sus propios hogares. ¡Un brete eso!
Y ojo, porque aunque la violencia de género sigue siendo la más común – afectando a casi dos tercios de las víctimas – no podemos olvidarnos de los niños, las niñas y los adolescentes, que son los más vulnerables. También preocupa mucho el aumento de abandono y maltrato hacia los adultos mayores, especialmente en los hospitales. Hay casos de abandono hospitalario que dan pena ajena, ¡qué torta!
Además, personas con discapacidad, migrantes y aquellos que padecen enfermedades crónicas se encuentran en una situación aún más complicada. Se suman la dependencia, el aislamiento y las dificultades para buscar ayuda. Es un círculo vicioso que necesitamos romper ya mismo. El Coltras dice textualmente: "la época festiva no genera la violencia, pero sí la visibiliza y profundiza."
No es cuestión de echarle la culpa a las fiestas, sino de reconocer que la violencia intrafamiliar tiene raíces profundas: desigualdades económicas, el machismo arraigado, la precariedad laboral, la sobrecarga de trabajo en los hogares y el debilitamiento de nuestras comunidades. Necesitamos políticas públicas efectivas, campañas de sensibilización, y fortalecimiento de los servicios de apoyo, desde hospitales hasta municipalidades. ¡Tenemos que actuar, pura vida!
Esta situación nos llama a la reflexión profunda. ¿Cómo podemos construir una sociedad más justa y segura para todos, donde nadie tenga que vivir con miedo en su propio hogar? ¿Qué medidas concretas creen ustedes que deberían tomarse para combatir esta epidemia silenciosa y proteger a las víctimas?
