¡Qué nivel, maes! Después de una novela que ha durado más que cualquier producción de Televisa, por fin hay humo blanco para los brumosos. La Contraloría General de la República (CGR) le dio el tan esperado refrendo al contrato para construir el nuevo Hospital Max Peralta de Cartago. Para los que no están en la vara, ese "refrendo" es básicamente la firma final, el último sello que dice "procedan". O sea, en papel, ya casi podemos oler el cemento fresco. La noticia es un fiestón para Cartago, que lleva años esperando un centro médico decente y ha visto cómo este proyecto se enredaba más que un audífono en la bolsa.
La vara es que la Caja y la empresa Van Der Laat y Jiménez ya tienen la bendición para arrancar con este chunche de casi $400 millones. Obviamente, la diputada Paulina Ramírez ya salió a celebrar, diciendo que "¡Ya tenemos hospital!". Y diay, es entendible la emoción, porque la procesión ha sido larguísima. Según la Contraloría, la Caja demostró que tiene la plata y que la empresa cumple con todo el papeleo. Incluso confirmaron que el terreno está listo y no hay que mover ni una sola tapia ajena. Hasta aquí, todo suena tuanis, ¿verdad? Una victoria para la salud pública y para una provincia que se lo merece.
Pero aquí es donde la puerca tuerce el rabo, como diría mi abuela. ¿Se acuerdan que la presidenta de la Caja, Mónica Taylor, había prometido con bombos y platillos que la construcción arrancaba en setiembre? Bueno, la Contraloría básicamente les dijo que ese cuento era más falso que un billete de tres mil. Resulta que, según el ente contralor, para empezar en setiembre, la Caja debió haber mandado los papeles para el refrendo desde enero, no hasta junio. Un despiche de fechas que deja clarísimo que la mano derecha no siempre sabe lo que hace la izquierda en nuestro querido aparato estatal.
Y el balde de agua fría no termina ahí. La misma Contraloría aclara una vara que parece de sentido común, pero que al parecer se les olvidó mencionar en las conferencias de prensa. Antes de que un solo tractor ponga una llanta en ese terreno, hay que pasar por una fase de diseño. ¿Y cuánto dura esa etapa? "Un tiempo aproximado de seis meses". O sea, mae, para que nos quede claro: se firma el refrendo, luego la Caja tiene un mes para dar la orden de inicio, y a partir de AHÍ, corren seis meses de puro diseño. Sumando y restando, si todo sale perfecto, esa famosa "primera piedra" la estaríamos viendo, con muchísima suerte, por allá de abril o mayo del 2025. El brete apenas comienza.
En resumen, la noticia es buenísima, no me malinterpreten. Es un paso de gigante que destraba un proyecto vital. Pero la euforia hay que manejarla con un gotero. Entre promesas políticas que nacieron muertas y los plazos reales que impone la burocracia, todavía falta un trecho enorme para que un cartaginés pueda sacarse una cita en ese nuevo edificio. La CGR hizo su parte, ahora la bola está enterita en la cancha de la Caja. Diay, maes, ¿ustedes qué creen? ¿Celebramos ya a cachete o mejor nos esperamos sentados para no cansarnos? ¿Veremos ese hospital listo para el 2030 o esto se va a convertir en otra novela nacional?
La vara es que la Caja y la empresa Van Der Laat y Jiménez ya tienen la bendición para arrancar con este chunche de casi $400 millones. Obviamente, la diputada Paulina Ramírez ya salió a celebrar, diciendo que "¡Ya tenemos hospital!". Y diay, es entendible la emoción, porque la procesión ha sido larguísima. Según la Contraloría, la Caja demostró que tiene la plata y que la empresa cumple con todo el papeleo. Incluso confirmaron que el terreno está listo y no hay que mover ni una sola tapia ajena. Hasta aquí, todo suena tuanis, ¿verdad? Una victoria para la salud pública y para una provincia que se lo merece.
Pero aquí es donde la puerca tuerce el rabo, como diría mi abuela. ¿Se acuerdan que la presidenta de la Caja, Mónica Taylor, había prometido con bombos y platillos que la construcción arrancaba en setiembre? Bueno, la Contraloría básicamente les dijo que ese cuento era más falso que un billete de tres mil. Resulta que, según el ente contralor, para empezar en setiembre, la Caja debió haber mandado los papeles para el refrendo desde enero, no hasta junio. Un despiche de fechas que deja clarísimo que la mano derecha no siempre sabe lo que hace la izquierda en nuestro querido aparato estatal.
Y el balde de agua fría no termina ahí. La misma Contraloría aclara una vara que parece de sentido común, pero que al parecer se les olvidó mencionar en las conferencias de prensa. Antes de que un solo tractor ponga una llanta en ese terreno, hay que pasar por una fase de diseño. ¿Y cuánto dura esa etapa? "Un tiempo aproximado de seis meses". O sea, mae, para que nos quede claro: se firma el refrendo, luego la Caja tiene un mes para dar la orden de inicio, y a partir de AHÍ, corren seis meses de puro diseño. Sumando y restando, si todo sale perfecto, esa famosa "primera piedra" la estaríamos viendo, con muchísima suerte, por allá de abril o mayo del 2025. El brete apenas comienza.
En resumen, la noticia es buenísima, no me malinterpreten. Es un paso de gigante que destraba un proyecto vital. Pero la euforia hay que manejarla con un gotero. Entre promesas políticas que nacieron muertas y los plazos reales que impone la burocracia, todavía falta un trecho enorme para que un cartaginés pueda sacarse una cita en ese nuevo edificio. La CGR hizo su parte, ahora la bola está enterita en la cancha de la Caja. Diay, maes, ¿ustedes qué creen? ¿Celebramos ya a cachete o mejor nos esperamos sentados para no cansarnos? ¿Veremos ese hospital listo para el 2030 o esto se va a convertir en otra novela nacional?