¡Ay, Dios mío! La cosa está feísima con estos incendios que nos están sacudiendo al país. El Benemérito Cuerpo de Bomberos está sudando la gota gorda apagando fuego en todos lados y parece que la situación no mejora, sino todo lo contrario. Ya vamos camino a tener un año récord en destrucción y, peor aún, en vidas perdidas. Esto sí que da qué pensar, ¿no?
Según los datos oficiales, para fin de año superaremos ampliamente las cifras de incendios registrados el año pasado. Tenemos ya 990 siniestros en estructuras reportados, y eso sin contar los quemaduras controladas en zonas rurales que, aunque necesarias para prevenir mayores riesgos, también suman a la devastación general. Eso sí que es una vara bien fea, mae.
Pero lo que realmente preocupa es el número de personas que hemos perdido la vida en estos incendios. Con 27 fallecidos hasta ahora, estamos cerca de igualar el triste récord de 2018, cuando lamentamos la pérdida de 31 compatriotas. Imagínate el dolor de esas familias, ¡qué carga!
El incendio más reciente, que dejó boquiabiertos a muchos, ocurrió en Pocosol de San Carlos. Un chingadazo de fuego consumió varios negocios, dejando una estela de cenizas y desesperación. El humo se veía desde lejos, ¡una postal terrible! Y esto es solo uno de los nueve incidentes “de grandes proporciones” que ha atendido el cuerpo de bomberos durante este año. Vamos a echarle un ojo a algunos otros sucesos que nos han dejado con la boca abierta:
Recordemos el incendio de enero en San Pedro de Montes de Oca, donde unas bodegas ardieron como papel mojado, afectando casi seis mil metros cuadrados. Luego vino el de Goicoechea, un industrial que salió volando con mil quinientos metros cuadrados entre llamas. En marzo, dos bodegas más sufrieron la misma suerte en Cinco Esquinas de Tibás y Heredia. Y ni hablar de los incendios en Guararí, Jiménez, Paraíso, Alajuela y Desamparados... ¡una lista interminable de tragedias!
El Cuerpo de Bomberos calcula que han logrado salvar más de 400 mil metros cuadrados gracias a sus esfuerzos incansables. Pero a pesar de este heroísmo, las pérdidas materiales y humanas son incalculables. La magnitud de estos siniestros refleja una combinación peligrosa de factores, como el cambio climático, la sequía prolongada, la acumulación de material combustible y, quizás, la irresponsabilidad humana. ¿Será que necesitamos tomar medidas más drásticas para prevenir estas calamidades?
Lo que está claro es que no podemos seguir así, maes. Necesitamos concienciar a la población sobre la importancia de prevenir incendios, mejorar la gestión de residuos, fortalecer los sistemas de respuesta ante emergencias y, sobre todo, exigir a las autoridades que tomen cartas en el asunto. Porque, seamos honestos, la situación está llegando a un punto crítico. Ver la tierra quemándose así, es de verdad qué sal…
Considerando todas estas terribles situaciones, me pregunto: ¿Qué acciones concretas crees tú que deberíamos implementar como sociedad para reducir significativamente el riesgo de incendios forestales y proteger nuestras comunidades, tanto a nivel individual como colectivo?
Según los datos oficiales, para fin de año superaremos ampliamente las cifras de incendios registrados el año pasado. Tenemos ya 990 siniestros en estructuras reportados, y eso sin contar los quemaduras controladas en zonas rurales que, aunque necesarias para prevenir mayores riesgos, también suman a la devastación general. Eso sí que es una vara bien fea, mae.
Pero lo que realmente preocupa es el número de personas que hemos perdido la vida en estos incendios. Con 27 fallecidos hasta ahora, estamos cerca de igualar el triste récord de 2018, cuando lamentamos la pérdida de 31 compatriotas. Imagínate el dolor de esas familias, ¡qué carga!
El incendio más reciente, que dejó boquiabiertos a muchos, ocurrió en Pocosol de San Carlos. Un chingadazo de fuego consumió varios negocios, dejando una estela de cenizas y desesperación. El humo se veía desde lejos, ¡una postal terrible! Y esto es solo uno de los nueve incidentes “de grandes proporciones” que ha atendido el cuerpo de bomberos durante este año. Vamos a echarle un ojo a algunos otros sucesos que nos han dejado con la boca abierta:
Recordemos el incendio de enero en San Pedro de Montes de Oca, donde unas bodegas ardieron como papel mojado, afectando casi seis mil metros cuadrados. Luego vino el de Goicoechea, un industrial que salió volando con mil quinientos metros cuadrados entre llamas. En marzo, dos bodegas más sufrieron la misma suerte en Cinco Esquinas de Tibás y Heredia. Y ni hablar de los incendios en Guararí, Jiménez, Paraíso, Alajuela y Desamparados... ¡una lista interminable de tragedias!
El Cuerpo de Bomberos calcula que han logrado salvar más de 400 mil metros cuadrados gracias a sus esfuerzos incansables. Pero a pesar de este heroísmo, las pérdidas materiales y humanas son incalculables. La magnitud de estos siniestros refleja una combinación peligrosa de factores, como el cambio climático, la sequía prolongada, la acumulación de material combustible y, quizás, la irresponsabilidad humana. ¿Será que necesitamos tomar medidas más drásticas para prevenir estas calamidades?
Lo que está claro es que no podemos seguir así, maes. Necesitamos concienciar a la población sobre la importancia de prevenir incendios, mejorar la gestión de residuos, fortalecer los sistemas de respuesta ante emergencias y, sobre todo, exigir a las autoridades que tomen cartas en el asunto. Porque, seamos honestos, la situación está llegando a un punto crítico. Ver la tierra quemándose así, es de verdad qué sal…
Considerando todas estas terribles situaciones, me pregunto: ¿Qué acciones concretas crees tú que deberíamos implementar como sociedad para reducir significativamente el riesgo de incendios forestales y proteger nuestras comunidades, tanto a nivel individual como colectivo?
