¡Ay, Dios mío! La cosa está más que feíta en nuestras carreteras. Resulta que los polis de tránsito andan sin los alcoholímetros debidamente calibrados, y eso sí que es un problemón, mángua. La ANEP-Policía de Tránsito soltó la bomba: los del Cosevi no han pagado las calibraciones, dejándonos a nuestros oficiales tirándole balazos a ciegas.
Según el sindicato, la bronca es clara: el Cosevi, por ahí haciendo sus cosas, no ha metido la pata pa' pagarle al Laboratorio Costarricense de Metrología (Lacomet) por calibrar los aparatitos esos. Y claro, si el aparato no anda bien, cualquier prueba de alcoholemia queda botada. Imagínate las consecuencias, mae.
Gustavo Mora, que dirige la seccional de la ANEP-Policía de Tránsito, nos cuenta que la cosa está crítica. Dice que en lugares como Liberia, tienen que pedir prestado el alcoholímetro a Cañas, ¡qué despache! En Santa Cruz, le piden ayuda al Cerro de la Muerte, y en el mismo Cerro de la Muerte, depende de Cartago o San José. ¡Un brete pa’ poder hacer el trabajo!
Lizeth Quesada, la presidenta de la seccional, nos puso el dedo en la llaga: si estas pruebas no salen bien, los responsables de accidentes podrían librarse de la ley. Imagínate, un accidente grave, alguien pierde la vida, y el culpable sale impune porque el alcoholímetro estaba medio loco. ¡Qué torta!
Y ojo, que esto pasa justo cuando estamos entrando en la recta final del año, la época en la que la gente se anima más a echarse unos traguitos. Esto significa que el riesgo de accidentes aumenta, y nosotros, los polis, sin las herramientas necesarias para controlarlo. ¡Qué sal!
Por supuesto, los del MOPT intentan minimizar la situación, diciéndole “normal” que los polis se presten los alcoholímetros entre delegaciones. Martín Sánchez, el subdirector de Tránsito, dice que ya enviaron 20 aparatos a calibrar y que esperan tenerlos listos en una semana, además de gestionar la compra de otros nuevos. Pero, dígame, ¿eso resuelve el problema ahora?
La verdad es que la respuesta del MOPT suena a cháchara, a tratar de taparle la boca al pueblo. Mientras tanto, nosotros seguimos arriesgándonos en las carreteras, esperando que este lío se solucione pronto. No podemos seguir jugando con la seguridad de los ciudadanos, ¡esto es serio!
Con todo esto, me pregunto: ¿Debería el gobierno invertir más en la capacitación y equipamiento de la policía de tránsito, priorizando la seguridad vial sobre trámites burocráticos? ¡Dime tú qué piensas, compa!
Según el sindicato, la bronca es clara: el Cosevi, por ahí haciendo sus cosas, no ha metido la pata pa' pagarle al Laboratorio Costarricense de Metrología (Lacomet) por calibrar los aparatitos esos. Y claro, si el aparato no anda bien, cualquier prueba de alcoholemia queda botada. Imagínate las consecuencias, mae.
Gustavo Mora, que dirige la seccional de la ANEP-Policía de Tránsito, nos cuenta que la cosa está crítica. Dice que en lugares como Liberia, tienen que pedir prestado el alcoholímetro a Cañas, ¡qué despache! En Santa Cruz, le piden ayuda al Cerro de la Muerte, y en el mismo Cerro de la Muerte, depende de Cartago o San José. ¡Un brete pa’ poder hacer el trabajo!
Lizeth Quesada, la presidenta de la seccional, nos puso el dedo en la llaga: si estas pruebas no salen bien, los responsables de accidentes podrían librarse de la ley. Imagínate, un accidente grave, alguien pierde la vida, y el culpable sale impune porque el alcoholímetro estaba medio loco. ¡Qué torta!
Y ojo, que esto pasa justo cuando estamos entrando en la recta final del año, la época en la que la gente se anima más a echarse unos traguitos. Esto significa que el riesgo de accidentes aumenta, y nosotros, los polis, sin las herramientas necesarias para controlarlo. ¡Qué sal!
Por supuesto, los del MOPT intentan minimizar la situación, diciéndole “normal” que los polis se presten los alcoholímetros entre delegaciones. Martín Sánchez, el subdirector de Tránsito, dice que ya enviaron 20 aparatos a calibrar y que esperan tenerlos listos en una semana, además de gestionar la compra de otros nuevos. Pero, dígame, ¿eso resuelve el problema ahora?
La verdad es que la respuesta del MOPT suena a cháchara, a tratar de taparle la boca al pueblo. Mientras tanto, nosotros seguimos arriesgándonos en las carreteras, esperando que este lío se solucione pronto. No podemos seguir jugando con la seguridad de los ciudadanos, ¡esto es serio!
Con todo esto, me pregunto: ¿Debería el gobierno invertir más en la capacitación y equipamiento de la policía de tránsito, priorizando la seguridad vial sobre trámites burocráticos? ¡Dime tú qué piensas, compa!
