Diay, maes, seamos honestos. Cuando uno escoge pareja, se fija en un montón de varas: que le guste la misma música, que se rían de las mismas tonteras, que tengan metas parecidas o que, por lo menos, soporte a la suegra. Lo que uno jamás pone en la lista de “requisitos” es: “Ojalá comparta mi mismo nivel de ansiedad o mi TDAH”. Pero, ¡qué torta! Parece que el universo tiene otros planes. Un estudio recién salido del horno, publicado en una revista de esas carga nivel Dios (Nature Human Behaviour), viene a tirarnos un baldazo de agua fría: las parejas no solo comparten el control de la tele y las deudas, sino también las enfermedades mentales.
Y no, no es un estudio ahí hecho a la carrera. Los científicos se mandaron a analizar los datos de un gentillal de gente, casi 15 millones de parejas en países tan distintos como Taiwán, Dinamarca y Suecia. La vara es que encontraron un patrón que se repite más que capítulo del Chavo: si una persona en la relación tiene un diagnóstico de depresión, ansiedad, TOC o hasta broncas con el consumo de sustancias, es súper probable que su pareja también lo tenga o lo desarrolle. Lo más loco es que esto pasa sin importar la cultura o la época. Es como si el amor, en su afán de unirnos, también nos sincronizara los despiches de la jupa. ¡Qué sal!
La pregunta del millón, claro, es ¿por qué pasa esto? Los investigadores manejan dos teorías que tienen bastante lógica. La primera es la que llaman “atracción por similitud”, que en buen tico significa que uno, a veces de forma inconsciente, busca a alguien que entienda el despelote que uno lleva por dentro. Si has lidiado con ansiedad toda tu vida, es más fácil conectar con alguien que no te va a decir “diay, solo relájese, mae”. La segunda teoría es más de trote diario: la pura convivencia. El día a día, el estrés del brete, las presas, las cuentas, la forma en que ambos enfrentan los problemas... todo eso va creando un ecosistema emocional compartido que, con el tiempo, podría hacer que el que estaba “sano” empiece a mostrar síntomas parecidos.
Ahora, aterricemos esta vara en Costa Rica. Aquí la salud mental es un tema que cada vez se habla más, pero las soluciones siguen cojeando. Todos conocemos a alguien (o somos ese alguien) que lleva meses esperando una cita de psicología o psiquiatría en la Caja. La situación ya es un despiche para una sola persona. Ahora, con este estudio en mano, imagínese el panorama por dos. Si el entorno compartido puede detonar un problema en la pareja, significa que no basta con tratar a un paciente de forma aislada. Es como intentar secar el piso sin cerrar el tubo que gotea; la bronca va a seguir ahí.
Ojo, esto no es para que salgan corriendo a terminar sus relaciones o para que le hagan un test psicológico al mae o la güila con la que están saliendo. Para nada. Más bien, es un recordatorio de que la salud mental no es un chunche individual, sino un deporte de equipo, sobre todo en una relación. Se trata de entender que el bienestar de uno afecta directamente al del otro y viceversa. Cuidarse es cuidar al otro. Hablar, buscar ayuda juntos y entender que a veces la procesión va por dentro para ambos, puede ser la clave no solo para salvar la relación, sino para salvarse mutuamente.
En fin, foreros, el tema da para mucho. ¿Ustedes han notado algo así en sus relaciones o en las de gente cercana? ¿Creen que la principal razón es que uno busca a su “igual” desde el inicio o que es el puro trote del día a día en este país el que nos termina enfermando a los dos?
Y no, no es un estudio ahí hecho a la carrera. Los científicos se mandaron a analizar los datos de un gentillal de gente, casi 15 millones de parejas en países tan distintos como Taiwán, Dinamarca y Suecia. La vara es que encontraron un patrón que se repite más que capítulo del Chavo: si una persona en la relación tiene un diagnóstico de depresión, ansiedad, TOC o hasta broncas con el consumo de sustancias, es súper probable que su pareja también lo tenga o lo desarrolle. Lo más loco es que esto pasa sin importar la cultura o la época. Es como si el amor, en su afán de unirnos, también nos sincronizara los despiches de la jupa. ¡Qué sal!
La pregunta del millón, claro, es ¿por qué pasa esto? Los investigadores manejan dos teorías que tienen bastante lógica. La primera es la que llaman “atracción por similitud”, que en buen tico significa que uno, a veces de forma inconsciente, busca a alguien que entienda el despelote que uno lleva por dentro. Si has lidiado con ansiedad toda tu vida, es más fácil conectar con alguien que no te va a decir “diay, solo relájese, mae”. La segunda teoría es más de trote diario: la pura convivencia. El día a día, el estrés del brete, las presas, las cuentas, la forma en que ambos enfrentan los problemas... todo eso va creando un ecosistema emocional compartido que, con el tiempo, podría hacer que el que estaba “sano” empiece a mostrar síntomas parecidos.
Ahora, aterricemos esta vara en Costa Rica. Aquí la salud mental es un tema que cada vez se habla más, pero las soluciones siguen cojeando. Todos conocemos a alguien (o somos ese alguien) que lleva meses esperando una cita de psicología o psiquiatría en la Caja. La situación ya es un despiche para una sola persona. Ahora, con este estudio en mano, imagínese el panorama por dos. Si el entorno compartido puede detonar un problema en la pareja, significa que no basta con tratar a un paciente de forma aislada. Es como intentar secar el piso sin cerrar el tubo que gotea; la bronca va a seguir ahí.
Ojo, esto no es para que salgan corriendo a terminar sus relaciones o para que le hagan un test psicológico al mae o la güila con la que están saliendo. Para nada. Más bien, es un recordatorio de que la salud mental no es un chunche individual, sino un deporte de equipo, sobre todo en una relación. Se trata de entender que el bienestar de uno afecta directamente al del otro y viceversa. Cuidarse es cuidar al otro. Hablar, buscar ayuda juntos y entender que a veces la procesión va por dentro para ambos, puede ser la clave no solo para salvar la relación, sino para salvarse mutuamente.
En fin, foreros, el tema da para mucho. ¿Ustedes han notado algo así en sus relaciones o en las de gente cercana? ¿Creen que la principal razón es que uno busca a su “igual” desde el inicio o que es el puro trote del día a día en este país el que nos termina enfermando a los dos?